La muñeca rota

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Razzle y Dazzle empezaron a saltar cuando la lavadora, a la que le faltaba la tapa, empezó a dejar escapar burbujas. Las pequeñas cabras habían entablado un tipo de reto para ver quién podía romper más tan solo con la lengua y Charlie no pudo sino sonreír ante la escena.

Nunca entendería la genialidad de su padre para dotarlos de una personalidad que podía cambiar tanto de un momento a otro.

Solo dos veces en su vida los había visto con su forma demoniaca, y el recuerdo de la última volvió a su mente, atrapándola en un lapso meditabundo en el que solo podía escuchar los gritos de Valentino y su cuerpo reduciéndose entre las llamaradas.

—Son buenos ayudantes —dijo Nifty con la misma sonrisa.

Charlie se sobresaltó, y le dio la razón. Terminó de doblar la sábana que tenía en manos y con vergüenza se percató de que, en el mismo tiempo, Nifty había hecho más de triple de trabajo que ella.

—Lamento no haber encontrado a alguien más para que te ayude y tengas la sobrecarga de trabajo.

—No importa. Está bien, deja más para mí.

—Creo que esa es la definición de sobrecarga.

Nifty le dedicó una sonrisa, dándole a entender que lo sabía, solo que no le importaba. Luego conectó la plancha y empezó a preparar el espacio para planchar algunas camisas.

—Nifty, en serio, ya hablé con los huéspedes y aclaré que el servicio de lavandería personal no está incluido, al menos no mientras no encontremos a alguien para el trabajo.

—Tranquila, ya arreglé esto, es un favor especial —respondió contoneándose con gracia, y al poner más atención, Charlie se percató de que no eran camisas, sino batas de laboratorio.

—¿Son de Baxter? —preguntó con extrañeza.

Nifty no respondió, solo se rio, poniendo la mano en su boca, lo que la hacía parecer una chiquilla de escuela enamorada.

Charlie solo se sintió más extraña.

Baxter era un huésped antiguo, pero a veces más parecía que solo quería un lugar para trabajar sin que lo estuvieran molestando, y por supuesto, sin tener que pagar la renta. Nunca se había mostrado demasiado interesado en la redención, pero había accedido a no realizar ningún tipo de experimento que comprometiera la salud, integridad física o la vida de nadie, ni siquiera animales, y hasta la fecha lo había cumplido, permitiéndole hacer algunas inspecciones sorpresa. Además, no bebía, ni tampoco fumaba. De hecho, ni siquiera se le podía acusar de ser adicto a la cafeína.

En general no estaba interesado en interactuar con nadie, además de ella, quizás porque no le quedaba de otra al haber hecho un trato, por eso resultaba demasiado raro que Nifty mostrara ese tipo de actitud, no se le ocurría qué le podía haber atraído, considerando, además, que él jamás permitía a nadie tocar sus cosas, encargar un servicio de lavado y planchado, requería más contacto del que normalmente estaría dispuesto a aceptar.

Sin embargo, a la vez era una maravillosa noticia. Quizás podrían entablar una relación que lo sacaría del ostracismo, facilitando su proceso de rehabilitación, incluso influenciar algo en Nifty.

No había nada más hermoso que el amor.

—Lamento no haber sido de mucha ayuda —le dijo, sintiendo los ánimos renovados —. Pero Al quiere verme.

—Claro —respondió la otra empezando a almidonar los puños de las batas.

Charlie salió del sótano, y con Dazzle como ganador en el concurso de burbujas de jabón, los asistentes fueron detrás de ella. Sin embargo, apenas cerró la puerta, cuando a toda prisa, Nifty corrió hacia las sábanas que había doblado Charlie, las sacudió y volvió a doblarlas.

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⏰ Last updated: Jan 28 ⏰

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