Capitulo 5: Entre el cielo y el abismo

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"Tú puedes negarlo, pero la humanidad no te creerá; sin embargo, no hay pecado imperdonable. Siempre hay esperanza, sin importar cómo."

Hideaki Anno

Los signos se lanzan a un viaje costoso, los seis jóvenes consternados. Ninguno de ellos tiene idea de lo que van a hacer ni de qué les aguarda en el futuro; su destino parece estar en manos del misterio

—No se desmotiven chicos, los dioses nos contactarán y todo saldrá bien —comenta Holden, de forma optimista. Quien, al parecer la tensión, lo volvió más sociable.

—Deje a mi familia para esto —dice el pequeño Tristán. Mientras mira hacia el exterior por la ventanilla.

—No dejamos a nuestras familias, estamos aquí por un bien mayor. —Liam, el cual cedió al silencio todo este tiempo, ahora sonríe de forma incómoda. El mismo quiere convencerse de que sus actitudes hasta el presente no columbran ningún egoísmo.

«¿Acaso tengo algo que abandonar?», pensó Helena por unos segundos. No quería tener esas ideas en su cabeza e hizo frenar el carro con una seña de manos

—Deberíamos cargar combustible, se ve que la persona a quien le robamos no iba muy lejos.

—Por supuesto, no sé si habrá alguna estación cerca. —Una estación de servicio figura a unos metros de ellos—. Chicos, compremos comida y carguemos gasolina lo más rápido posible.

Los 6 individuos bajan del automóvil, excepto Aquiles, quien con suma confianza se durmió en el hombro de Liam. Este lo recostó sobre el asiento, con la intención de dejarlo dormir.

—No es un lugar con mucho mantenimiento —murmura Tristán.

El sitio es una típica estación de carretera, poblada por árboles. Las fuentes de gasolina tienen manchas color cobre, y las luces de la tienda titilan con lentitud.

—Qué bonito, supervintage... —dice una de las gemelas, todos pueden distinguir su diferencia; una es amable y la otra es preferible mantenerla lejos.

Holden y Elena se quedan en el auto. Uno carga combustible, mientras la pelirroja sintoniza su radio favorita. El resto del grupo se dirige al minimercado; iluminado por cuatro luces frías en las esquinas

—Y... ¿Que edades tienen bellas damiselas? —El vendedor presente, aparenta unos 70 años. A Sophie le genera un disgusto tremendo. El hombre tiene un aspecto deplorable; la barba le tapa las clavículas, mientras acaricia un pecho lampiño y arrugado. Viste con unos jeans apretados y una camisa a cuadros, manchada (por sacar conclusiones), aceite de auto.

Mientras tanto, el duo de conductores se encarga de llenar el tanque, y encontrar una radio llamada "Clásicos de los noventa". Helena, a pesar de la deshidratación, siente que su vejiga va a explotar en mil pedazos. Entonces, con una simple seña, le avisa a Holden que se marcha, y emprende un corto viaje al horroroso baño de mujeres.

—¿Esto es un lavatorio? —Cuando llego a la entrada, siente un aire helado acariciando su espalda. Las perlas de sudor en su frente comienzan a trazar un camino febril por sus hombros, y su piel se eriza en respuesta. A pesar de ese gran temor, ella suele arriesgar su vida por cosas comunes como orinar; los pasillos espejados se iluminan con intensidad por el blanquecino de los tubos fluorescentes. En lo más profundo de la habitación, donde se sitúan los cubículos, la oscuridad se torna densa y atrapante, como si el propio espacio conspira para retenerla. Quizás un atisbo de terquedad o un destello de optimismo audaz, la guía hacia la penumbra, mientras sus pies, aun sobre las plataformas gigantes de sus zapatos, parecen hundirse en el frío mármol, dividido en rectángulos marfileños y rosados. El acercamiento nada más la hace percatar, de los compartimientos del baño. Cada uno de ellos, se envuelve en la delicadeza gélida de la escarcha que nace en las bajas temperaturas. La incógnita es resuelta cuando una presencia atraviesa el velo de la oscuridad, y muestra su apariencia monstruosa.

—No... no. —Helena, envuelta en el abrazo gélido del temor, no puede contener un grito desesperado. Quizás el miedo la obliga a soltar ese aullido desgarrador, o tal vez es una manera de implorar ayuda, aunque no rebaja su orgullo.

El alarido atemorizante resuena en los baños femeninos, atrayendo la atención de Holden y su compañero. Liam, impulsado por una velocidad que parece divina en este día, se apresura hacia el origen del grito, sin importarle su procedencia. Sin embargo, su avance se ve interrumpido de repente cuando Helena emerge del baño como un proyectil disparado, seguido de ella, unos tentáculos magenta, recubierto por una fila de espinas clavadas en el concreto de la puerta, impulsan a un demonio marino fuera de la habitación invernal. Su pequeño cráneo carmesí carece de rostro, y su anatomía es humana en esencia, aunque grotescamente alterada.

—¡Detente ahí! —exclama el robusto Holden, quien alcanza a Liam y ahora se encuentra unos pasos delante de él, con la mirada fija en el demonio.

—No sabía que eras tan valiente... — Elena, quien momentos antes cayó de lleno contra el suelo, ahora recupera unos segundos de conciencia, solo para burlarse de sus compañeros. Esta alegría se extiende por unos momentos, sensación que se arrebata, cuando el demonio la toma de la cintura, con uno de sus grandes tentáculos.

—No puedo dejar que se la lleven —dice Liam, mientras algún tipo de parálisis invade su cuerpo, y lo limita a ver como el demonio se adentra a la oscuridad del bosque, mientras desaparece en la penumbra de los espigados pinos, enmarcados con los brochazos naranjas, de un hermoso atardecer.

No obstante, Holden no se cruza de brazos. Ajusta sus cordones y, con un pequeño impulso, se lanza al bosque. Las sombras lo absorben, igual que lo hicieron con Elena momentos antes.

El hombre de cabello castaño atraviesa los árboles como si fueran hojas frágiles. Su entusiasmo es tal que los golpes y cortes que recibe por las afiladas ramas apenas le importan. A pesar de perder por completo el rastro de Helena, avanza guiado por su intuición.

—¡Ayúdenme! —grita Helena.

Con un remoto llamado de auxilio, Holden vuelve a ubicarse. Deteniendose repentinamente, para hacer una corrida en reversa

Dentro del bosque la penumbra devora la vegetación estacional, los grandes pinos se enmarcan en movimientos tenues de sombras y luces causadas por el arco crepuscular. Holden ignora cualquier belleza silvestre, e intenta llegar a su cometido.

—S...Suéltala —exclama el joven. Y espera, de alguna forma, que sus palabras temerosas logren detener al demonio marino. Lo que claramente queda en un intento fallido, causando que la criatura de grandes tentáculos, arremeta contra el en un ágil ataque, con la punta de sus extremidades filosas

Liam recluta con rapidez a los demás signos, decidido a no abandonar a sus compañeros. —Chicos, tenemos que irnos —anuncia mientras se acerca al automóvil. Coge un tubo oxidado y se adentra en el bosque. Antes de partir, sus ojos se posan en Aquiles, quien se encuentra acostado en el asiento del auto.

—Debemos marcharnos —afirmaron las gemelas al unísono.

Así, un grupo de cuatro se formó: Sophie y Victoria, junto a Liam y Tristán. Estos emprenden un arduo viaje por el bosque, buscando los rastros dejados por la talla 43 del pie de Holden.

Tristán, rompe su silencio, y habla por primera vez después de los acontecimientos:

—Es un demonio distinto.

—¿Qué quieres decir con "diferente"? —interviene Aries, conocido como el primer signo por designio divino, su interés genuino reflejado en su mirada, dirigida hacia las palabras del joven Tristán.

—Me refiero a que este demonio es distinto a los anteriores que hemos visto. Los que atacaron el Partenón eran más como humanos deformes y altos, todos seguían un patrón similar. Pero el que secuestró a Elena aparenta una amalgama entre un demonio y un pulpo, una entidad única. —Sophie, la gemela de mente aguda, parece comprender igual que Tristán.

La monstruosidad frente a él desequilibra a Holden. Este ser de tentáculos se le abalanza, sus extremidades se agitan, caóticamente, como olas embravecidas. Justo antes de alcanzar su objetivo, el demonio concentra uno de sus tentáculos y lo lanza como un proyectil, un apéndice carmesí que avanza como una estalactita aérea en dirección a Holden.

Los Signos Del Zodiaco: El Sol #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora