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No nos quedamos mucho después de que Sam y las chicas se fueron.

El camino a su casa en el auto fue ligeramente incómodo y lleno de nervios.

La atmósfera tensa entre nosotras, mientras conduce los dedos de Alex golpetean el volante de manera sistemática, no rítmica, como si tratara de calamar sus nervios. Su cuerpo irradia tanto calor como ansiedad, evidenciando el hecho de porque continúa remojandose los labios con la lengua.

Yo no estoy diferente, estoy tan nerviosa como ella, probablemente por la misma razón: las cosas van a cambiar esta noche. Nuestra relación dará un nuevo paso.

A pesar del claro nerviosismo que compartimos, la tensión sexual forma un aire espeso a nuestro al rededor. Las dos sabemos que algo va a pasar esta noche y estamos hambrientas de ello, tenerla concentrada en el camino me da tiempo de apreciar la belleza de la mujer a mi lado.

No se puede negar que Alex lucio increíble esta noche, y las depredadoras miradas que le dieron otras personas en el club me confirmaron que no solo yo pensé eso. Toda la noche me concentre en sus toques, la suavidad de sus dedos y la delicadeza de su tacto. Obsevo su piel, sus tonoficados bíceps y muslos, el provocador escote. Saber que hay algo más debajo de su ropa me recuerda que no es solo ternura lo que puede darme, su crudo magnetismo sexual será algo enteramente nuevo.

Mientras soy consumida por la lujuria y afecto hacia ella, veo que no ha parada de golpetear el volante con sus dedos, nervios todavía evidentes. Elevó una mano y acuario su muñeca derecha, silenciosamente animando a que suelte el volante, lo hace y entrelaza mi mano con la suya y la llevó a mi boca para besar suavemente la punta de sus dedos. Cada vez que nos hemos besado ha sido muy especial, pero nunca tan íntimo como este momento. Ella me ofrece una sonrisa con sus mejillas sonrojadas.

Aprovecho de esta relajada y no concentrada en mi, para admirarla un poco más. Cuando mis ojos caen a su entrepierna, no me da tiempo de reprenderme antes de que el auto se detenga y ella anuncie que hemos llegado. Ella suelta mi mano, sale y rodea el vehículo para abrir mi puerta, luego me guía a la entrada principal, Dios, espero que no haya notado donde la estaba mirando.

Realmente nunca pensé en cómo sería su casa, pero estar aquí y verlo yo misma es placenteramente sorprendente. Es completamente Alex, está claro que ella diseño el lugar, es bastante grande para una sola persona y todo es moderno con un toque retro en la decoración.

—Tu casa es hermosa, Alex. —le digo mientras me da un tour.

Pronto llegamos a su habitación y admiro cada cosa de su cuarto, esperando descubrir hasta el más mínimo detalle de su personalidad. Me suelta la mano y me da la libertad de ver fotos enmarcadas, libros y CD's que tiene por ahí.

Volteo a verla con una sonrisa en mi rostro al ver una foto de ella y quienes obviamente son su familia. Ella ya me esta mirando a mi, esta mirando mi cuerpo, hambre en sus ojos mientras observa mis curvas y el largo de mis piernas. De pronto me siento débil ante su mirada, pero recupero mi confianza al darme cuenta de cuánto la he afectado.

—En lugar de desvestirme con tus ojos, ¿por qué no lo haces con tus manos?

Mi tono suena casi inocente a pesar de la sugerencia, mis ojos rogándole que haga algo.

Camino hacia ella y asumo que su silencio se debe a sus nervios, pongo sus manos en mi cadera y tomo su mandíbula, la punta de mis dedos alcanzando su nuca.

—Esta bien, Alex. —beso sus labios delicadamente. —Puedes tocarme, Alex, está bien. —cuando finalmente asiente me doy la vuelta, dándole la oportunidad de empezar el proceso de quitarme el vestido.

The Donor Where stories live. Discover now