Capítulo 6: Rendición

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— Aggg —Elisa descansó su cabeza sobre el sofá, acostada sobre este, miraba con resignación el techo de la lujosa habitación de estar.

De repente una cabellera castaña y unos ojos verdes se interpusieron en su campo de visión.

— ¿Hermana? ¿Qué haces?

La niña de cabellos rosados suspiró y miró a su acompañante.

— Olivia —alargó el nombre de la castaña—. ¡Estoy aburrida! —Se quejó.

La ojiverde le sonrío.

— Siempre estabas acompañada por Keith, ahora debes extrañarlo —mencionó.

Elisa hizo un tierno puchero lo cual hizo reír a su hermana.

— ¡No te burles! —chilló ella—, además, ¡tú siempre acompañas a Julian!

El rostro de la castaña se enrojeció.

— Ahh, mis dos hermanas son unas tontas —Unas palabras cansadas se escucharon y las dos niñas voltearon a ver al de cabellos plateados quien entraba a la estancia—. Ustedes —Las señaló—. Me han dejado, ¿cómo van a pagar tal pecado? —Se mofó.

Ambas niñas se miraron entre ellas y sonrieron, yendo a abrazar al joven mientras este resoplaba y sus hermanas se aferraban a él.

— ¡Eres muy lindo hermanito! —mencionó Elisa.

— ¡Te queremos mucho Platinado! —Se burló Olivia a causa del cabello del chico.

— Ya déjenme, sin vergüenzas, ¡me darán caries! —Se quejó pero ninguna se soltó y luego de unos pocos segundos de resistencia terminó devolviendo el abrazo.

(...)

Las vacaciones habían acabado y por ende, los Kodai más jovenes llegaban nuevamente al Imperio Valquiria.

— Aich, hace mucho no tomaba esta forma, se siente un poco extraño —comenta Julian dándose leves golpecitos en los hombros.

Keith se mantiene en silencio observando a través de la ventanilla del carruaje.

— ¡Oye! ¡Préstame atención! —Se queja el rubio y observa con atención al pelinegro—. Hey, ¿por qué estás tan ancioso? —cuestiona.

— No estoy ansioso —replica este.

— Si lo estás, siempre muerdes tu mejilla izquierda cuando piensas profundamente en algo, estás molesto o preocupado —contradice Julian, con aires de orgullo al conocer tan bien a su amigo.

Este resopla rendido.

— La semana anterior fue el cumpleaños de Elisa, quería darle un regalo —explica.

— Oh, es cierto —El rubio se sorprende al recordarlo y luego se encoge de hombros—. Tu cumple fue a principios de vacaciones, si te dice algo solo exscúsate de que ella tampoco se acordó.

Keith hace una mueca ante la incomprensión de su amigo y solo cierra su boca, no dispuesto a discutir con él.

(...)

— Elisa, ten cuidado —pide Erik ayudando a bajar a su hermana dándole su mano—. Tú también Olivia —Esta vez ayuda a la castaña.

— Gracias Erik —agradece Olivia pero Elisa no llega a hacerlo.

Antes de pronunciar cualquier palabra de agradecimiento ve como de una carroza descienden dos niños que reconoce a la perfección, y su rostro se ilumina ante la presencia de uno de ellos.

— ¡Keith! —chilla emocionada recogiendo su vestido amarillo con sus pequeñas manitas.

— ¡Señorita Elisa! ¡No corra! —exclama Madame LeCar inútilmente.

La prometida del Príncipe de las Bestias [Libro 1 Imperio de Rosas]Where stories live. Discover now