Epílogo.

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All your dreams are made of Strawberry lemonade and you make sure I eat today you take me walking to where you played when you were young. —

Casi 2 años después.

La mañana de ese 25 de diciembre era tan helada como de costumbre en la ciudad de Doncaster, y además de ser navidad también era el cumpleaños número 5 de Lorenzo. Este año decidieron pasar solamente los tres las festividades, pero tenían planeado más tarde ir a lo de Lucia a festejar con ellos y su cachorro.

El sol se escondía detrás de las densas nubes grises, y la claridad del día se filtraba en la habitación de Valentina y Juliana, siendo que la alfa se encontraba boca arriba con un durmiente omega sobre su pecho, las mantas por encima de ambas creaban el perfecto ambiente cálido entre ambos cuerpos.

Estos dos años habían sido más que fenomenales, habiendo afianzado su relación. Valentina amaba a su omega y Juliana amaba a su alfa, Lorenzo amaba a sus madres y estas a él.

La novedad radicaba en que, ahora, Lorenzo era oficial y legalmente Lorenzo Carvajal. Luego de un proceso de adopción, Valentina se había convertido en su madre legalmente y ahora llevaba su apellido.

Primeramente, cuando Juliana le dijo que era momento de plantearse la posibilidad, si ella quisiera, de ser su madre ante la Ley por supuesto que Valentina no había dudado ni un segundo en aceptar. Decidieron hablarlo con Lorenzo y explicarle porque si bien este era muy pequeño cuando sucedió, el cachorro entendía mucho más de lo que uno podría esperar para alguien de su edad.

—El mismo apellido que mamá —murmuró cuando se lo dijeron y Valentina podía sentir sus ojos arder. —¡Quiewo ser Carvajal como mamá!

Y así fue, un par de meses después allí estaban ellos, con una nueva partida de nacimiento que rezaba el nombre de Juliana y Valentina como sus madres, y en ese momento sí que la alfa había llorado inevitablemente, la emoción y alegría consumiendo su interior porque al fin el mundo sabría que Lorenzo era suyo. Su cachorro.

Los llevó a almorzar y tomar helado para celebrar.

El teléfono celular de Valentina comenzó a sonar en la mesa de noche, haciendo que la pareja gruña por lo bajo.

Juliana se despertó primero, viendo que su esposa no realizó ningún movimiento para atender.

—Val, atiende el teléfono alfa —murmuró, pero Valentina seguía durmiendo.

A veces Juliana la envidiaba porque podía dormir aun cuando había ruidos fuertes, en cambio ella tenía el sueño muy ligero.

Gruñó, estirando su cuerpo y siendo ella quien tomara el celular en sus manos.

—Ouch —se quejó Valentina por el peso extra sobre su cuerpo, haciendo que abra un ojo y viera a su pequeña esposa con el teléfono en la oreja.

—Hola —contestó Juliana. —Si, es su celular. Soy su esposa... sí, Juliana —la alfa la vio sentarse más en su lugar, abriendo los ojos grandes y asintiendo con la cabeza. —Por supuesto, Margaret. Si, sí. Tengo que hablar con Valentina, pero estaríamos dispuestas —aseguro. Cuando Valentina escuchó ese nombre también se sentó, repentinamente el sueño se había ido. —Podemos ir enseguida, ¿estarás allí? Oh, bien. Adiós.

Juliana se quedó en silencio, mirando la pantalla del celular por varios segundos. Valentina sentía los nervios comer su estómago.

—¿Qué sucedió? Era Margaret... ¿Qué...?

Juliana giró el rostro hacia su alfa, y una sonrisa triste apareció en sus labios.

—Maggie me acaba de decir que hay dos niñas huérfanas. Se encuentran en el hospital, y ella pensó en nosotras... quiere saber si estamos dispuestas a recibirlas.

𝐀 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐁𝐚𝐛𝐲; 𝐉𝐲𝐕Where stories live. Discover now