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Siete años después los niños tenían trece y doce , Kara veintiséis. Ella decidió contarles toda la historia sobre Kriptón y porque ellos estaban solos y sus padres no. Sabían desde pequeños que tenían que rezar por ellos, pero no sabían la razón. Después de la explicación de su hermana mayor, los dos lloraron y se abrazaron a su prima y ella intentó apoyarlos, animarlos.

—Soltadlo todo, shshshs. —dijo Kara mientras los acariciaba la espalda, ella también lloraba.

A partir de ahí les dejó los cristales de memoria que dejaron sus padres para que pudieran verlos y oírlos.

Se pasaban horas en la sala de control mirando los hologramas, Kara no sabía qué hacer por ellos.

—Chicos venga, podréis verlos siempre que queráis, no se irán.

Los dos la miraron y se levantaron.

—Venga salgamos de aquí un rato, necesitamos que nos dé el aire. Así que daremos una vuelta por los alrededores.

Salieron de la Fortaleza y pasearon por la zona.

Los dos estaban muy callados y Kara estaba preocupada.

— ¿Por qué no se salvaron? ¿No pensaron que los necesitábamos? —preguntó Kal-El.

—Supongo que ellos sabían que tenían que quedarse para que nadie sospechara nada. Estoy segura que también pensaron en venir, pero no era viable. Era más fácil ponernos a salvo nosotros que toda la familia. —dijo Kara.

Se paró y se agachó.

—Recuerdo el dolor que tenían todos al dejarnos marchas, era como si se les rompiera el corazón, estaban destrozados, pero tenían que pensar en nuestro futuro, en nuestro bienestar, por ello construyeron la Fortaleza con todo su amor. Es nuestro hogar pero también nuestra herencia y tenemos que cuidar de ella. —los niños asintieron.

—Al menos no estamos solos, te enviaron con nosotros. —dijo Nyssa.

—Sí. Sabemos que somos primos los tres, pero quiero a Nyssa como mi hermana menor y a ti, como mi hermana mayor. —dijo Kal-El.

—Y yo os quiero muchísimo a los dos, sois mis hermanitos. —sonrió y los abrazó.

Después del paseo, volvieron a la Fortaleza y fueron a la sala de entrenamiento. Kara preparó material para que ellos pudieran golpear, necesitaban entrenamiento cuerpo a cuerpo y no les iba hacer luchar entre ellos.

Había construido robots sin personalidad y ni habla, para pelear con los niños. Por suerte los rayos láser aún no habían aparecido, así que los muñecos iban a durar un poco más.

—Venga pelead contra ellos. —dijo Kara mientras se sentaba en una esquina viéndolos pelear.

Daban golpes a los robots, pero estos se defendían, esquivaban cuando podían pero no eran suficientemente rápidos.

—Creo que ha sido demasiado rápido hacerlos entrenar cuerpo a cuerpo. —se dijo para sí misma.

Kal-El peleo golpeando el torso del robot, este le devolvía los golpes, recibió unos cuantos el chico, pero después de un rato vio un patrón en la máquina y empezó a esquivarlos.

Nyssa era fuerte y rápida, golpeaba en todas las partes a las que podía, el robot se cubría con sus brazos, pero la niña cambió de estrategia y empezó a golpearle las piernas hasta que consiguió tirarlo al suelo.

Kara sonrió al ver cómo iban superando los obstáculos con rapidez.

— ¡Basta! —gritó Kara después de mucho rato, los niños pararon y se alejaron de los robots, estaban algo cansados, pero porque no estaban acostumbrados a pelear y menos tanto tiempo. —Lo habéis hecho muy bien, iros a duchar y luego id a la cocina a comer algo.

Tres Supers en la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora