Capítulo 12

649 91 63
                                    




Capítulo 12


Esa es la última vez que lo veo desde entonces. Trato de aferrarme a la esperanza de volver a reencontrarnos pero los días pasan y la incertidumbre me consume por las noches. Deseo ir corriendo a buscarlo pero debo hacer lo que me pidió, confió en Lucky y sé que aceptara escaparse conmigo.

Esa misma noche doy vueltas en la cama, no puedo dejar de pensar en Lucky y por eso le escribo una carta.

Querido Lucky: No me atrevo a describir todo lo que siento ahora mismo por ti, porque aunque quiera ser capaz de justificar las miles de razones por las que siento que te amo, no podría. Porque te pienso y encuentro infinidad, aquella infinidad como cuando uno mira las estrellas y piensa que no podría existir algo igual de hermoso que ellas. Eres mi universo, el principio y el fin, el ''todo'' que muchas personas se pasan la vida entera buscando. Eres la razón por la cual creo en la magia, la percibo en tu risa y cada vez que planeamos escaparnos. Eres la razón de todos mis razón, en especial por la que anhelo seguir viva. Deseo la eternidad o la muerte contigo, deseo verte cada mañana al despertar sin tener que desear un día antes estar viva para hacerlo. Lucky Gilfort, si el jueves es la última vez que nos vamos a ver espero que todo el aire de mis pulmones sea reemplazado por tus besos.

-Con mucho cariño, tu loca.

No recibo una respuesta de su parte pero sigo intentando.

Querido Lucky: El silencio a mi carta me indica que probablemente no quieras saber de mí pero igualmente espero que sepas que pienso en ti cada hora del día, la incertidumbre me mata pero la esperanza de que decidas irte conmigo me calma. Desearía correr hasta tu habitación, sin importar si eso me matara o no, solo para sentir la calidez de tus labios sobre los míos. Necesito escuchar el sonido de tu voz y que me recuerdes la razón para no romper la promesa que te hice e ir a abrazarte.

Esta vez no le envió dedicatoria, sigo insistiendo dos veces más pero su respuesta nunca llega. Me siento ansiosa y enojada ante su silencio, el miedo comienza a dominar mi cuerpo y mientras preparo el bolso con el corazón en la garganta el tiempo pasa más rápido de lo normal.

Visito a Flor esa misma noche.

−Que extraño, yo tampoco he visto a Lucky desde hace días. Supuestamente ayer iba a venir a visitarme  −las palabras de Flor me alertan.

−Tengo que irme.

Me importa una mierda la promesa que le hice, con la silla de ruedas vuelo hasta su habitación y al llegar veo todas mis cartas en el buzón de la puerta. ¿Por que no las recibió? Apoyo mis manos en la manija y la puerta se abre sola.

La habitación esta completamente vacía.

−Lucky... −susurro con los ojos llorosos, miro el reloj y me doy cuenta de que ya es la hora que citamos para encontrarnos en la azotea.

Me dirijo hacia allí mientras en lo único que puedo pensar es en él, me aferro a la idea de que su cuarto se encuentra vació porque decidió irse conmigo; pero mientras subo las escaleras cada vez se hace más difícil sostener esa teoría. Me sostengo de las barandillas mientras respiro en cada escalón, no sé como subo diez escalones sin morir pero aun me quedan unos cuantos más. Mi cuerpo me da un aviso y comienzo a toser sin parar, todo da vueltas y es el poco oxígeno que llega a mi cerebro el que me hace marear. No puedo respirar, mis pulmones se contraen y creo que voy desmayarme ahora mismo pero de repente recuerdo a Lucky. Recuerdo nuestro primer beso y las charlas en la azotea, recuerdo porque estoy haciendo esto y encuentro fuerzas en la desesperación. Los ruidos se hacen cada vez más tenues, pero inclusive así llego a oír la fuerte tormenta.

−Esto es por ti, Lucky Gilfort. No me falles, por favor −las lagrimas caen sin parar −. No me falles.

Sigo subiendo, cada escalón me quita un suspiro de vida pero la muerte a estas alturas ya no me asusta. Con pocas fuerzas abro la puerta, todo esta oscuro y la fuerte tormenta no me deja ver con claridad.

−¿Lucky? −veo a una persona en el fondo de la azotea −. Lucky... − ante mis palabras débiles él se da vuelta pero no vine hacia mí.

−Grace Elonor −esa no es su voz, así no me dice −. Soy la doctora de Lucky Gilfortf, él no podrá venir aquí pero te dejo un mensaje para ti.

−¿Donde esta Lucky?

−Te explicare todo en camino, ahora debemos irnos, el Doctor Bulson te esta esperando en el quirofáno.

Frunzo el ceño, sin comprender que trata de decirme.

−No, sera un error. Mi operación es el viernes −digo pero luego unos enfermeros suben con una asistencia para bajarme.

La doctora me mira con esa cara que hacen todos cuando tienen malas noticias y dice:

−Lucky no vendrá. Lo siento, debemos apurarnos.

Me resisto pero ya no me quedan fuerzas ni para luchar, comienzo a llorar con desesperación, no entiendo que sucede pero luego veo a Flor llorando tanto como yo.

−¿Y Lucky? ¿Donde esta Lucky?

Me suben a la camilla y la doctora se acerca a mí con un sobre en la mano.

−Deberás leer esto antes de entrar al quirofáno.

Es una carta.

Querida Grace Eleonor: Me he pasado un día entero escribiendo esta misma carta, una y otra vez, anhelando que mis palabras fueran lo suficiente para que comprendas lo que acabo de hacer. Perdón por no llegar a la azotea, admito que me hubiera encantado escaparme contigo pero te prometí que iba a hacer algo para que vivas y lo hice. Te done mis pulmones. No me da miedo morir, Grace, pero lo que sí me aterra, lo que no me deja dormir por las noches es imaginarme una vida en la que no pueda amarte. Por eso te entrego mis pulmones, respirare por ti y me sentirás cuando conozcas a alguien nuevo y suspires con profundo amor, o corras un día de verano por la playa tan libre como nunca lo fuiste aquí. Tendrás la vida que siempre soñaste y yo descasare en paz sabiendo que hice lo mejor que pude para verte feliz. Odio tener que despedirme de ti de esta manera, odio saber que no voy a volver a besarte y que jamás habremos podido escaparnos de este hospital juntos. Pero el amor y la muerte van de la mano, en ocasiones te toca elegir, y yo elijo la muerte porque de lo contrario si te vas las estrellas, que tanto me gustan observar, ya no tendrían el mismo brillo y mis canciones favoritas serian solo una melodía triste. Gracias por llenar de locura mi vida, ¿en cuantos mundo tendré que volver a a buscarte para escaparnos por última vez?

-con amor, tu ángel de la guarda, Lucky Gilfort.

Ya no escucho los gritos de los doctores, solo intento recordar su voz y la última y primera vez que me dijo que me amaba. No puedo llorar, el dolor me invade de tal manera que mi cuerpo se bloquea y siento un profundo vació. Lo último que oigo antes de entrar al quirofáno es una voz que dice:

''Esta sufriendo un paro cardíaco''.

Y aunque desee mi muerte más que cualquier otra cosa, vuelvo a despertar, esta vez en un hospital que no recuerdo haber visto. Mis padres se alegran cuando despierto, al igual que la doctora que esta reemplazando al doctor Bulson.

Todo se siente muy diferente.

−¿Saben algo de Lucky? ¿Ya fue su funeral?

Mis padres fruncen el ceño, busco el collar que Lucky me regalo y no lo tengo, al igual que el tatuaje del club de los muertos.

−¿De que hablas, cariño? ¿Quien es lucky? −su expresión de incertidumbre me perturba −. Llevas más de tres meses en coma.

El club de los muertosWhere stories live. Discover now