¿Culpables O Inocentes?

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Los gemidos de Marcia son callados con los besos del rubio quién no reprime más sus sensaciones y se deja llevar por el extasis del momento, cayendo sobre la hermosa mujer.

Por un par de minutos, no mueven ni un sólo músculo de sus cuerpos. Se mantienen unidos, intentando regular el frenesí de sus corazones; sin embargo, cuando la adrenalina deja de surtir efecto en sus venas, un golpe de realidad los hace abrir los ojos. El deseo que momentos atrás llenaba las paredes de aquel lugar, ahora se había convertido en cenizas y la culpa los envuelve a ambos, sobre todo a Marcia quién había faltado a sus votos matrimoniales.

Nicolás sale de ella con cuidado mientras Marcia le da la espalda y tomando las sábanas para cubrirse, deja salir las lágrimas, una tras otra hasta bañar su rostro de ellas.

-Marcia, Marcia -la abraza -no llores por favor. Por favor hermosa... -suplica sintiéndose un miserable por sentirse causante de su malestar.

-No debimos -hipea -yo, yo... -el nudo en la garganta no la deja continuar y rompe en un desconsolado llanto.

-No digas más, yo se que estuvo mal, pero ya pasó -besa su hombro aún sin soltarla - sólo puedo prometerte que no haré nada que pueda afectarte.

-Esteban -murmura girandose lentamente para darle la cara -yo lo amo y...y... él no merecía esto. ¿Te das cuenta que acabo de destruir mi matrimonio? -dice entre sollozos mientras esconde la cabeza en el cuello de su amigo.

-Oye, no -tomándole el mentón con el pulgar, le levanta el rostro para que lo mire -Esteban no tiene porqué enterarse, sólo nosotros sabemos lo que pasó y de mi boca no saldrá una palabra.

-Por mucho que se esconda, la verdad siempre sale a la luz -dice negando -tarde o temprano Esteban sabrá la verdad y no quiero lastimarlo.

-No lo sabrá. -asevera - Ni siquiera volverás a verme, no tienes de qué preocuparte.

-¿Qué dices? -frunce el ceño sin entender.

-Que me iré del país -le limpia las mejillas -no quiero ser yo el causante de su separación y por eso me voy. Tú no puedes dejarlo porque él es el hombre que amas, es el hombre con el que siempre soñaste formar una familia y aunque me duela, me hace muy feliz ver que cumpliste tu sueño de princesa. -sonríe con nostalgia robándole una pequeña sonrisa a ella también.

-Nico...

-Nunca te lo dije, pero siempre te amé y tú lo sabías -ella asiente con un leve movimiento de cabeza -por eso me resigné a ser sólo tu amigo, pero necesito alejarme ahora.

-No es justo para ti -acaricia su mejilla -tu mereces amar a alguien que te corresponda.

-Nada es justo en la vida, así de impredecible es el corazón -tomando su mano, la acerca a su boca para besar la palma. -sólo quiero que me prometas algo.

-¿Si?.

-Prométeme que nunca se apagará ese brillo especial que tienen tus ojos -con su dedo índice, delinea el delicado rostro de la mujer -no permitas que esto te afecte. Sé feliz por los dos.

-No sé si pueda...

-Esteban y tú son almas gemelas -dice poniendo un dedo sobre sus labios para que no continúe hablando -nada ni nadie podrá separarlos. Sólo debes luchar, aferrarte al amor de ese hombre.

-¡Nicolás! Ven, te quiero presentar a alguien -decía la castaña con una hermosa sonrisa en el rostro -¿Recuerdas el chico tonto del que te hablé? ¿Ese que se perdió en el pueblo? -el rubio asiente sin entender - es él, Esteban Lombardo, aunque ahora no me parezca tan tonto -suelta una risita.

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