• Rechazado •

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Al concluir su clase, se acerca al escritorio, y antes de que se retirara la profesora de Economía, con un respeto bastante exagerado pregunta:

—Disculpe por molestarla, no es mi intención, pero quiero saber la fecha límite que usted me daría para poder entregar los trabajos atrasados.

—Tranquilo, no es necesario, enfócate en las tareas a partir de la clase de hoy.

—¿Tampoco debo rendir las equivalencias correspondientes al cambio de asignaturas?

—Tengo entendido que no.

—¿No cree que es injusto?—pregunta él un poco confundido por su trato.

—Yo solo recibo órdenes de mis superiores...y por cierto Angelo, que ésta conversación quede aquí. Yo necesito el trabajo, y vos no querrás ser víctima de comentarios de tus compañeros al saber de tus...beneficios—detalla la profesora retirándose del aula.

Angelo sabía que esa decisión fue tomada por presión de su padre a la directora y aunque reconoce que ese privilegio facilita un poco su formación, no se encontraba muy feliz por la intervención de su progenitor.
Un poco molesto, decide no salir del aula, quedándose sentado en su pupitre mientras abre un paquete de turrón.

-¿Tu papi nos dejará que robemos eso o nos va a expulsar por ese acto de vandalismo? -expresa sarcásticamente un joven robusto dentro del aula.

-Lo puedo compartir con ustedes ¿son cuatro no?- responde él para sorpresa de ellos.

Los jóvenes atónitos por una respuesta inesperada frente a todo pronóstico, aceptan llevándose al exterior casi todo el alimento.
Aunque a él le enfurecía compartir, tenía que seguir con sus buenas acciones para no empeorar su reputación.

En el salón sólo estaba él y otra persona más. Él en el fondo, pero adelante, en una de las primeras filas, se situaba una chica delgada y un poco alta, de rasgos oscuros en su piel y cabello.
Ella se encontraba sentada escuchando música con sus auriculares mientras dibujaba.

-Disculpa, ¿sabes quién es el presidente estudiantil de este colegio?

La muchacha, al sentir que le hablaba, interrumpe el sonido de su música para contestarle:

-Sí, es Chiara, la chica que se sienta allí adelante- señala con el dedo.

Y al observar su índice, Angelo se da cuenta que la joven, es a la que le quitó su lugar.

Luego de agradecerle, respira profundo y se retira del sitio para poder entablar una conversación con ella.

Al verla que se retira de la dirección con unos papeles, se acerca interceptándola para que se detenga.

-Hola, me dijeron que te llamas Chiara. Soy Angelo Schetzneir, encantado.

-Ya tuve el "encanto" esta mañana ¿Dime qué quieres?

-Bueno...mira...yo he sido presidente estudiantil y tengo experiencia en liderar grupos. Y pues nada...estaba pensando que como en este colegio no hay espacio físico para realizar ciertas actividades deportivas a gran escala, sería afortunado que el C.E. pueda conseguir por ejemplo unas mesas de ping pong, unos tableros para juegos de mesas y otros objetos recreativos para el estudiantado.

-Con todo respeto, yo sé que has crecido en una cuna de oro, y todo lo que querías te lo compraban, pero aquí no es así. No podés pedir y esperar a que nuestra organización consiga todo eso. Agradezco tu propuesta, pero hay otras prioridades más importantes-comenta ella desafiante con su ego característico.

-Si es por la dificultad de conseguir los elementos no te preocupes, lo puedo hacer yo, tengo algunos contactos que me pueden ayudar.

-Gracias, pero solo aceptamos ayuda de miembros del consejo o profesionales de la institución -expresa Chiara tras no querer recibir ayuda.

-¿Y hay algún lugar vacante? Me postularé y demostraré mis habilidades para poder obtener los votos de ingreso en la Asamblea.

-Lo siento, estamos completos. Y si me disculpas estoy muy ocupada- responde dejándolo con la palabra en la boca.

La política del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora