Capítulo 5☃️

48 11 1
                                    

No había ninguna necesidad de que lo ignorara tan ostentosamente, pensó Hyun Joong mientras bebía un sorbo de la sidra que le había ofrecido su cuñado y miraba resentido la espalda de Young Saeng.
   
Llevaba cerca de una hora dándole la espalda. Una espalda preciosa, por cierto, se dijo mientras el director del instituto continuaba parloteando demasiado cerca de su oreja. Esbelta y erguida, coronada por la elegante curva de sus hombros. Estaba muy seductor con la fina chaqueta color ciruela que llevaba sobre una camiseta blanca a juego con su corta bermuda.
   
Tenía unas piernas espléndidas. Dudaba que se las hubiera visto antes: en ese caso se habría acordado. Cada vez que se había encontrado con él, había llevado pantalones. Probablemente se había puesto aquella bermuda para atormentarlo.
   
Incapaz de soportarlo más tiempo, dejó plantado al director en medio de una frase y se acercó a él.
   
–Mira, esto es una estupidez.
   
Young Saeng levantó la mirada. Había estado manteniendo una agradable conversación con un grupo de amigos de Hyung Jun… y disfrutando perversamente del simple acto de ignorar olímpicamente a su hermano.
   
–¿Perdón?
   
–Que es estúpido –repitió.
   
–¿La necesidad de conseguir más dinero para actividades artísticas en la escuela es estúpido? –le preguntó, perfectamente consciente de que no se refería al tema del que habían estado hablando.
   
–¿Qué? No. Maldita sea, sabes bien lo que quiero decir.
   
–Discúlpenme –se disponía a abandonar el grupo cuando Hyun Joong lo tomó del brazo y se lo llevó a un aparte–. ¿Qué pasa? ¿Quieres que monte una escena en casa de tu hermano? –siseó entre dientes.
   
–No –se abrió paso con Young Saeng entre los invitados, atravesó el salón y entró en la cocina. Su hermano estaba ocupado rellenando una bandeja de canapés–. Déjanos solos un momento –le ordenó a Hyung Jun.
   
–Hyun Joong, estoy ocupado… –distraído, se pasó una mano por su cabello–. ¿Por qué no vas a buscar a Jung  Min y le dices que se nos está acabando la sidra? –sonrió a Young Saeng con un gesto de cansancio–. Creía que era un hombre organizado, pero ahora ya no estoy tan seguro.
   
–Déjanos solos, por favor –insistió Hyun Joong.
   
Hyung Jun lanzó un suspiro de impaciencia. De repente arqueó las cejas, como si por fin se hubiera apercibido de la situación.
   
–Está bien, me voy. Quiero ver a ese chico que tanto le gusta a Jibin –recogió la bandeja y abandonó la cocina.
   
El silencio se abatió sobre ellos como una losa.
   
–¿Y bien? –Young Saeng picó un palito de zanahoria de un cuenco–. ¿Qué es lo que quieres, Hyun Joong?
   
–No entiendo por qué tienes que ser tan…
   
–¿Tan qué? –masticó la zanahoria.
   
–Me has estado ignorando a propósito.
   
Young Saeng se sonrió.
   
–Efectivamente.
   
–Es una estupidez.
   
Localizó una botella abierta de vino blanco y se sirvió un vaso. Tras beber un sorbo, sonrió de nuevo.
   
–No lo creo. Tengo la impresión de que, por una razón que no acierto a discernir, mi persona te desagrada. Dado lo encariñado que estoy con tu familia, me parece tan lógico como cortés dejarte tranquilo y en paz todo lo que pueda –bebió otro sorbo–. ¿Eso es todo? Hasta ahora he estado disfrutando de la fiesta. Si me disculpas…
   
–Tú no me desagradas –no sabía qué hacer con las manos, así que tomó un palito de zanahoria y lo partió en dos–. Siento lo de… antes.
   
–¿Sientes haberme besado o sientes haberte comportado después como un imbécil?
   
–Eres un chico duro, Young Saeng –arrojó sobre la mesa los trozos de zanahoria.
   
–Espera un poco –con los ojos muy abiertos, se llevó una mano a la oreja–. Creo que me está fallando el oído. Me ha parecido oír que, por una vez, me has llamado por mi nombre… ¡Increíble!
   
–Déjate de bromas –le dijo, y añadió deliberadamente–: Young Saeng.
   
–Kim Hyun Joong ha iniciado una conversación conmigo y además me ha llamado por mi nombre. Estoy impresionado.
   
–Mira –impaciente, había rodeado el mostrador para acercarse a él. Por un instante estuvo a punto de agarrarlo de un brazo, pero se contuvo a tiempo–. Sólo quiero que nos relajemos. Hay demasiada tensión entre nosotros.
   
Young Saeng se quedó contemplando fascinado su expresión, que de pronto se había tornado imperturbable.
   
–Parece como si tuvieras un botón de autocontrol que pudieras apretar a voluntad, Hyun Joong. Es admirable. Y sin embargo no puedo evitar preguntarme por lo que sucedería si no lo apretaras tan a menudo.
   
–Un hombre con dos niños a su cargo necesita autocontrolarse.
   
–Supongo que sí –murmuró Young Saeng–. Y ahora, si no tienes más que añadir…
   
–Lo siento –dijo de nuevo.
   
Esa vez Young Saeng se ablandó. Nunca había sido una persona resentida.
   
–Está bien. Olvidémoslo. Amigos –y le tendió la mano.
   
Hyun Joong se la estrechó. Era tan fina, tan pequeña, que de repente fue incapaz de soltársela. Su expresión se había suavizado. Tenía unos ojos preciosos, de mirada líquida, como de cervatillo.
   
–Er… ¿te gusta la fiesta?
   
–Me gusta la gente –respondió Young Saeng con el corazón acelerado. Lo maldijo para sus adentros–. Tu hermano es maravilloso. Lleno de ideas y de energía.
   
–Hay que vigilarlo –sonrió levemente–. Acabará enredándote en alguno de sus proyectos.
   
–Demasiado tarde. Ya me ha metido en el comité artístico. Y me he ofrecido a ayudarlo con la campaña de reciclaje.
   
–El truco consiste en escabullirse.
   
–No me importa. Creo que me va a gustar –podía sentir la leve caricia de su pulgar en la cara interior de su muñeca–. Mira, no empieces nada que no estés dispuesto a terminar…
   
Frunciendo el ceño, Hyun Joong bajó de pronto la mirada a sus manos entrelazadas.
   
–Pienso mucho en ti –le confesó en un impulso–. Y no tengo tiempo para pensar en ti. Ni quiero tener ese tiempo.
   
Estaba sucediendo otra vez. El nudo de inquietud en el estómago sobre el que no ejercía ningún control.
   
–¿Qué es lo que quieres, Hyun Joong?
   
–No lo sé ni yo…
   
La puerta de la cocina se abrió entonces de golpe para dar paso a una horda de adolescentes. La encabezaba Jibin, que se detuvo en seco. Abrió mucho los ojos cuando vio a su tío soltando apresuradamente la mano de su profesor. Ambos se separaron como un par de adolescentes a los que hubieran sorprendido besándose en el sofá del salón.
   
–Lo siento. Oh, lo siento –repetía, mirándolos con ojos como platos–. Nosotros sólo… –giró sobre sus talones y empujó fuera de allí a sus amigos. Los chicos se marcharon, riendo.
   
–Lo que faltaba –masculló Young Saeng, irónico. Llevaba en el pueblo el tiempo suficiente como para saber que, a la mañana siguiente, todo el mundo estaría especulando sobre la supuesta relación entre Kim Hyun Joong y Heo Young Saeng–. Escucha, ¿por qué no intentamos ir poco a poco, paso a paso? ¿Quieres que salgamos a cenar mañana? ¿A ver una película o algo así?

Una omma por navidad. ☃️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora