𝐈𝐈. 𝐗𝐗𝐈𝐈. 𝐎𝐥𝐝 𝐒𝐨𝐮𝐥𝐬

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     En cuanto el pequeño demonio cruzo, Lilith hizo un simple hechizo de plantas para dejarlo atrapado en el suelo y poder mirar a su alrededor.

     Por alguna razón los cielos no estaban azules como decían que estaban en el Reino Humano sino rojos y oscuros, humo salía de los edificios y a lo lejos parecía haber grandes monstruos oscuros con picos en todo el cuerpo.

  —Wow, nunca imaginé que París fuera así— convento en voz baja.

     De pronto sintió un peso en su cintura que la tiró al suelo, al alzar la cabeza vio que era Adrien quien lo había hecho así que le lanzó un hechizo.

     El rubio saco un glifo de fuego y lo presionó para lanzarselo pero el papel simplemente se desvaneció.

  —¿Qué demo-?— Lilith lo derribó.

  —Por favor, tienes que escucharme— el chico intentaba liberarse pero ella no lo dejaba.

  —No voy a hacerlo— al fin logró quitarla de encima —Tu eres quien merece la petrificación, no Eda— extendió su bastón.

  —Tienes razón— bajo la cabeza causando la sorpresa de Adrien —yo merezco estar en el lugar de Edalyn— abrazo sus brazos.

     Al verla así el chico hizo una mueca al darse cuenta de cómo la atacó apenas la vio, dió un profundo suspiro pensando en las palabras que diría e hizo un esfuerzo por ser empático aunque no quería.

     Regreso su bastón a su forma original y lentamente se acercó a ella.

  —Si no te molesta que pregunte, creí que se querían mucho de niñas ¿por qué le hechaste la maldición?— se sentó a su lado.

  —Creíste bien, cuando Edalyn y yo éramos pequeñas, estamos las mejores amigas— los recuerdos del su infancia empezaron a invadirla.

Unas pequeñas niñas corrían por el bosque, las únicas hermanas Clawthore, se veían muy felices mientras jugaban, al menos hasta que la pequeña Eda cayó al suelo.

Se sentó en este y vio su rodilla raspada con un poco de sangre brotando en esta así que empezó a llorar debido al dolor en el área.

Su hermana, Lilith, que en ese tiempo tenía cabello rojo y grandes lentes, se detuvo al escuchar el llanto de su hermanita y regreso sobre sus pasos para hincarse frente a ella y limpiar sus lágrimas.

" Con este hechizo establecido, que el dolor sea compartido "  junto sus frentes.

El raspón en la rodilla de Eda se hizo más pequeña a la vez que una del mismo tamaño aparecía en la rodilla de Lilith, la niña pelirroja hizo una pequeña mueca pero después la sonrió a su hermana que también sonrió ampliamente por eso.

  —Estar en el Aquelarre del Emperador era mi sueño

Lilith y Eda habían crecido y ahora eran lo suficientemente grandes para estar en un aquelarre. Así que en ese momento se encontraban practicando.

𝑻𝒉𝒆 𝑪𝒉𝒐𝒔𝒆Where stories live. Discover now