Capítulo 6

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LAURIE

Cerré la puerta del baño con el sobre que ponía mi nombre y apellido de soltera en el papel. Fui a la bañera, hice la cortina a un lado, y me acomodé dentro de ésta. Abrí el sobre que contenía... lo que sea que quisieran que yo viera solamente.

Era un recorte doblado de un periodico algo viejo, con un post-it azul en donde escribieron con letras rojas: «FUE JAMES». Rápidamente desdoblé lo que sea que eso significaba, y me encontré con una noticia perturbadora que sucedió en el mes de Diciembre del año 1997, en donde el título en letras grandes y negritas decía: «NIÑO DESCUBRE CUERPO DE ADOLESCENTE AHOGADO EN NUESTRO AMADO RÍO DE COLORADO».

—¿Qué es esto? —me pregunté, ceñuda y en voz demasiado baja.

Seguí leyendo la noticia. Al parecer, el niño que descubrió el cuerpo se llamaba Alec Foster, tenía apenas nueve años cuando vio algo extraño moverse bajo el agua. El cuerpo emergió a la superficie y flotó casi a la orilla del río en donde el niño lo detalló con mejor ojo, y supo (hasta entonces) que era un cuerpo. Llamó a su madre, Anastasia Foster, y fue ella quien dio aviso a las autoridades.

El chico que murió ahogado se llamaba Rafael Piero, un adolescente de apenas dieciséis años que, al parecer, varios lo consideraban un joven audaz en el arte del ajedrez. Ejecutaba maniobras que lo llevaban al éxito en menos de doce movimientos. Tenía un futuro prometedor, pero un día, de la nada, se suicida lanzándose al río helado de Colorado.

—¿Rafael Piero? —volví a preguntar para mí en un susurro.

Googleé su nombre, y me encontré con la imagen de su rostro en un podcast de un tipo que se hacía llamar Killer Queen. Di play a su audio, y me llevó a Spotify, ingresé con mi usuario y contraseña, y escuché el programa titulado «Rafael Piero. ¿Suicidio o Asesinato?».

—¿Qué tal amigos, amigas, personitas del mundo entero? ¿Cómo están esta noche de Halloween? Espero que hayan recogido los dulces asegurados por sus vecinos de toda la vida, y se la hayan pasado bonito con sus familias. Recuerden: nunca se es demasiado mayor para pedir dulces.

»Pregúntame a mí si no me crees. Bueno... Como sé que aún no están en sus casitas a estas horas de la noche, ¿qué les parece una noticia aterradora para acompañarlos a sus hogares, mientras, conducen por sus calles o caminan por los callejones?

»Bien... Pues allá vamos:

Hoy hace casi 33 años de la trágica muerte de un joven llamado Rafael Piero. Pero, ¿por qué habló de él? Bueno, supuestamente su prematura muerte fue cerrada al ojo quisquilloso como suicidio, pero ¿realmente eso fue lo que pasó con Piero?

Aquí les va el por qué no creo que se haya suicidado:

En primera: no tiene lógica. Estaba en sus mejores años, a pesar de que era demasiado joven para ser catalogado como un prodigio en el ajedrez. Quizá la fama lo orilló a tomar esa decisión catastrófica que destruyó el matrimonio de sus padres, pero... ¿tan rápido sintió el peso de los reflectores? Al menos yo, no lo creo.

En segunda: ¿qué estaba haciendo tan lejos de su casa? Quizá quería privacidad a la hora de... Puf, ya saben qué. Pero, y vuelvo a repetir, no tiene lógica. ¿Por qué tirarse al río? ¿Por qué no hacerlo en la intimidad de su hogar? Su padre, Massimo G. Piero, tenía una colección de armas en una sala acomodada en su mansión, ¿por qué Rafael no sólo tomó una escopeta y... Puf? En mi opinión, no tiene sentido.

Y por último, pero no menos importante: la familia Piero estaba enemistada con otra de su mismo vecindario, casi tan influyente como la suya. Así es, como lo oyen, amigos míos. Esta familia, cuyo apellido mantendré en el anonimato, acusó al joven Rafael Piero de querer violar a su hija de diez años. Aparentemente, Rafael se metió una vez en casa de esta familia, con intenciones de violar a la niña, pero su hermano de apenas once años le apuntó con un arma y le dijo: «Si la tocas, te mato.» Eso me dijo mi fuente confiable que recabó estos datos.

¿Sexo o Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora