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ˑ ˑ ˑ - ̗̀ 𝑭𝒓𝒊𝒐 ִֶָ ִֶָ ִֶָ ⸙
El invierno había arribado a Konoha, Japón. Hinata Hyuga, heredera de la empresa familiar Hyuga Enterprisses, veía los inofensivos copos de nieve descender hasta tocar el suelo.
Había muchas cosas que el invierno traía consigo, los dulces, el chocolate caliente, la nieve y también a su novia Sakura a una noche de películas.
El clima lo ameritaba. Solían armas fortalezas con las mantas y hacer un nido de almohadas, y por supuesto, los bocadillos de todo tipo jamás faltaban.
— ¿Ya eligiste la película? — Hanabi, su apreciada hermana menor, cruzó la puerta de su habitación con golosinas en brazos, Sakura venía detrás de ella.
— Sí... ¿Qué tal “Tangled”?
— ¡Ah, esa es buena! — apoyó Sakura.
La película comenzó y ambas chicas se colocaron en su costado, Sakura estando más cerca de ella.
Sus manos viajaron hasta encontrarse y enlazarse. La cabeza rosada se apoyó en el hombro de la peli-negra y se acurrucó en su costado, disfrutando y absobiendo de su presencia. Hinata en respuesta apoyó suavemente su cabeza contra la de ella, sin despegar los ojos de la pantalla.
Rodeadas de mantas, almohadas y dulces, acurrucándose hacia la otra y disfrutando del cine. Hinata sentía sus mejillas calentarse entre el confort y la felicidad que le brindaban estos momentos. La suavidad de la situación la la seducía a dormirse, porque sabía que Sakura la arrullaria entre abrazos y mimos.
Sip, los días de invierno eran los mejores para ella.
A medida que avanzaba la película Hanabi señaló como aumentaba la ventisca de nieve afuera, pero no le dieron importancia... Hasta que hubo un apagón en toda la casa.
Un pequeño gritó de sorpresa salió de la más pequeña.
— Dios, ¿qué tanto viento hay afuera? — inquirió Sakura.
— Si es capaz de provocar un apagón general, es más bien una tormenta de nieve... — analizó Hinata.
Hanabi sacó su teléfono móvil e iluminó lo que pudo con su linterna.
— Hay que ir a la cocina y prender la chimenea antes de que nos congelemos.
Las tres chicas se dirigieron a la living más pequeño de la mansión y en unos pocos minutos prendieron la chimenea de la habitación.
— Bueno, pongámonos cómodas que esto da para largo. — Sakura se estiró un poco antes de desplomarse contra el mullido sofá y enrrollarse en mantas.
La Hyuga mayor sonrió de ternura al verla y pronto siguió su mismo ejemplo colocándose a su costado arropandose hasta la cintura. Pronto la oji-jade apoyó su cabeza en el regazo de Hinata exigiendo atención y mismos, y la contraria no podía estar más gustosa de dárselos.
