❛❛❲🍨- 𝕲 ⨾⨾ 𝑵𝒆𝒋𝒊 𝑯 ִֶָ

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ˑˑˑ- ̗̀ 𝑮𝒐𝒍𝒐𝒔𝒊𝒏𝒂𝒔 ִֶָ ִֶָ ִֶָ ⸙

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Neji tenía un secreto, más bien un gusto culposo: las golosinas.

No era algo que precisamente ocultaba, y si le preguntaban seguramente lo admitiría. Pero de alguna manera, evitaba comerlos en público. Esto nació un día que se dispuso a comerlos luego de un entrenamiento en equipo, sus compañeros no dejaban de verlo –según él– con una cara sorprendida y boba.

Era consiente de que normalmente (y por algunas razón) los dulces se asociaban con las chicas más jóvenes. Algo sumamente absurdo si le preguntaban.

Tendía a recurrir a lugares poco frecuentados, o en dónde al menos sabía que su equipo no iría, para poder degustar las golosinas. Por la misma razón, también solía comprar grandes raciones para poder tener durante todo el mes, así no iría a pequeñas tiendas todos los días a comprar y arriesgarse que alguien más de su generación lo vea. No iba a arriesgarse a que algún tonto como Naruto o Kiba tomara su gusto y lo transformara en un chisme de cuarta.

Sus pies lo llevaron a la biblioteca de la aldea, un lugar muy poco frecuentado en general, y las personas que iban tenían mejores cosas de las que ocuparse antes de fijarse en lo que comía el Hyuga.

Metiéndo una paleta en su boca, se dirigió a la sección de sellos, tomó un libro al azar, y se sentó en una de las mesas más apartadas del lugar.

Sus manos vendadas tomaron al libro por ambos costados, sumergiéndose en la lectura. Pasaron los segundos, minutos e incluso horas hasta verle el fin al libro.

Neji se estiró aliviando el dolor muscular de estar en una postura encorvada tanto tiempo. Cuando menos se dió cuenta, la noche había caído y parecía ser el único en la biblioteca.

Palabra clave: parecía.

Varias de las luces de la biblioteca ya habían sido apagadas, pero había una en el fondo que seguía encendida. Con curiosidad tomo sus cosas y se dirigió allí, «quizás sea la bibliotecaria», pensó.

Grande fue su sorpresa cuando encontró mechones rosas esparcidos sobre la mesa.

Rápidamente reconoció la figura como la chica del equipo siete, Haruno Sakura.

Parecía dormir plácidamente en su escritorio. Se preguntó si no le haría frío con su vestido rojo sin mangas. Notó que tenía la piel pálida, casi o más que la suya propia. Su vista subió a su rostro, mantenía una expresión pacífica en ella. Respiraciones tranquilas y regulares. De pronto su expresión se transformó en un ceño fruncido, no de enojo, sino de tristeza.

— «Es verdad... » — recordó. — «Estaba enamorada de Sasuke Uchiha.»

Su rostro adquirió una expresión de pena, sintiendo empatía por la chica. Hace apenas unas semanas que Sasuke Uchiha había desertado la aldea y Naruto la había dejado para entrenar. ¿Si alguno de sus compañeros se fuera, él sufriría mucho? O por el contrario, si a él le sucediera algo, ¿sus amigos sufrirían por él?

La respuesta de la primera pregunta la tenía clara, no lo admitirá, pero le dolería mucho si algo le pasará a sus amigos o si alguno decidiera desertar.

Y la respuesta a la segunda... Sabía que ellos sufrirían, pero no quería saber hasta que punto. No quería darle muchas vueltas a ese asunto.

De todas formas, sentía empatía por la pérdida de un compañero. Pero no podía imaginarse el dolor de la perdida de un amor...

El joven Hyuga entró en pánico al ver las lágrimas rodar por las mejillas de la chica. Se preguntó que podría estar soñando para que la hiciera llorar; ¿Una pesadilla? ¿Algo peor? ¿Un recuerdo?

No tenía experiencia en cómo consolar personas, lo más lógico para él en ese momento sería dar media vuelta e irse, dejarla en paz, pero sus pies no parecían obedecer sus órdenes.

Su única experiencia de contención era cuando su madre lo consolaba, era un recuerdo muy vago, pues era apenas un niño que ni sabía caminar en aquel momento, y más que un recuerdo era un sentimiento para él. Su madre solía recostarlo en su regazo y acariciarle la cabeza gentilmente, peinando sus cabellos en el proceso.

Su cuerpo trabajó antes que su mente, algo impropio de él pero no imposible. Su dedos danzaron entre mechones rosa pastel, intentando ser lo más gentil posible para no despertar a la joven. Sus manos tenían pequeños espasmos por la suavidad de sus cabellos, como hilos finos de seda; se nota que los cuidaba mucho.

Pronto comenzó a notar cambios en ella, su respiración comenzaba a regularizarse, su ceño fruncido comenzaba a desaparecer y una suave sonrisa ahora adornaba su rostro. Una que incluso contagió a Neji. Le gustó haber sido de ayuda para ella.

Una duda surgió desde su subconsciente “¿Le gustaba el que se haya resuelto lo que la aquejaba o que haya sido él quien lo haya resuelto?”

No quiso pensar mucho en eso, y más bien evitó el pensamiento.

Neji ya no sabía si era curiosidad o atracción magnética lo que impedía irse, y peor aún, lo que lo impedía dejar de mantener el contacto con ella.

Las puntas de sus dedos mapearon la sien de ella, yendo a parar en sus mejillas; sus sonrosadas y tibias mejillas.

La consciencia de ese último pensamiento fue lo suficientemente alarmante para Neji como para apartarse de la chica unos cuantos pasos.

Pero no quería dejarlo así, no quería irse sin que Sakura no supiera que había estado aquí, cuidando de ella.

La información siguiente emergió como un globo con helio. ¿No era el chocolate el que podía activar la hormona de la felicidad?

Eligió una barra de chocolate entre sus golosinas, su favorita, aunque ella sería ignorante de esa información. La dejó frente suyo, en un lugar dónde pudiera verlo a simple vista; lo colocó en un pergamino que estaba abierto. Sus ojos no pudieron evitar leer algo de lo que se dejaba entrever en el pergamino. No le hizo falta verlo por completo, pues de inmediato lo reconoció como uno ninjutsu médico.

— «Luego de la partida de Sasuke, le pidió a la Godaime que la entrenara...» — un sentimiento de admiración creció dentro de su pecho. — «Ser capaz de llevar el entrenamiento de un Hokague a la vez que soportas la pérdida de un ser querido no es algo fácil...»

Recordaba bien el día que volvió a la aldea malherido; el día que no pudieron recuperar a Sasuke de regreso a la aldea. Su primera misión fallida.

Eso solo lo impulsaba a seguir mejorando. Desde ese día Naruto y ella lidiaron con el desertamiento de un camarada, pero eso solo los llevó a seguir esforzándose en mejorar. En ser más fuertes.

Tomó una de las hojas y pluma con las que Sakura –suponía– estaba tomando apuntes. Colocó la nota junto al dulce y se retiró de la biblioteca.

Sakura despertó no mucho tiempo después, estirándose, se encontró con ambos obsequios.

De pronto, sentía como su nariz comenzaba a picar y sus ojos se empañaban de lágrimas luego de leer esa nota.

« Sigue esforzándote, no estás sola. »

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─ ❝🍓:: 𝐀𝐁𝐂 ; ℍ𝕒𝕣𝕦𝕟𝕠 𝕊𝕒𝕜𝕦𝕣𝕒 ִֶָDonde viven las historias. Descúbrelo ahora