Capítulo 4

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Todo esto es una pesadilla, una maldita pesadilla. Un desastre. Una explosión. Una bomba. Todo esto algún día se irá. Se acabará tu vacío. Te acabarás. No quiero vivir en este mundo. No merece la pena vivir. No hay cosas buenas.


Me separé de Summer hace exactamente 73 minutos. Las enfermeras me apartaron de su lado, yo grité porque volviera a mis brazos, a sentirla el aliento en mi oído. Pataleé y lloré. Quería protegerla, necesitaba aislarla de la realidad. La sacaron en una camilla y se la llevaron a una sala lejos de mí. No sé dónde estoy, no me dicen absolutamente nada de su paradero. Faltan 28 minutos para que la terapia comience. Los enfermeros me han dicho que estará lista para entonces. En la sala de espera también está una madre y una chica pequeña. Se parece a Summer en la cara, así que deduje que sería su hermana y su madre. Quería acercarme a ellas y contarles todo. Pero no. Estoy en una silla, oliendo a muerte, con líneas de sangre seca en mi camiseta, ojos hinchados, manos sudorosas, con la boca seca y con los brazos llenos de golpes debido al descontrol que he tenido con los médicos cuando quería abrazar a Summer. 25 minutos, y ella no sale. No la veo aparecer. No veo su pelo azul. No veo sus ojos. No veo su brillo. Muevo la pierna de arriba abajo con rapidez, como un tic nervioso. Me muerdo las uñas. Mi mente no está pensando con claridad. No es capaz de analizar lo sucedido. Ella me necesitaba, quería que estuviese ahí. ¿Quién no quiere a alguien a su lado en un momento como aquel? Todo el mundo necesita alguien. Y ella me ha prometido que aguantará hasta que se termine la terapia. Las promesas se cumplen. Y ha prometido los días que le quedan. Ha prometido su muerte. Ha prometido alargar su vida. Ha prometido lo que sabe que me puede dar. 20 minutos. El tiempo pasa muy despacio. Me empieza a doler la cabeza. Quiero que todo pare de dar vueltas. Desaparecer. Todo esto es una maldita pesadilla. Quiero salir de aquí. Quiero volver a casa. Quiero estar seguro. Quiero... dormir para siempre. No volver. Cerrar los ojos y no abrirlos. Todo lo que visto... todo lo que he vivido... todo... es parte de mi imaginación.


Una adolescente, de pelo azulado, aparece por la puerta, está descalza y con una bata que le cubre hasta la rodilla; va con la cabeza agachada. Summer no brilla. Está apagada. Lleva vendas transparentes en los brazos. Camina teniendo un rumbo, ni siquiera me ve, ni a su familia tampoco; es fría, alejada, desconfiada, insegura, frágil. Su cuerpo no tiene alma. No tiene. Está muerta viviendo entre los vivos. No me moví, ni siquiera volví la mirada para ver como se iba. Mi agujero se hizo más y más grande. Me dolía mucho verla así. No la conocía, pero ya era importante en mi vida. 13 minutos. Hice amén de levantarme y me fui. Dejé atrás la sala de espera. Me encaminé hacia la terapia. Llevaba los papeles en la mochila, por lo que podía entrar. Aún faltaban 10 minutos para que empezara. Estaba apoyado en la pared, las lágrimas me ardían.


-Matthew, ¿Qué haces aquí tan pronto?


-Estaba aquí desde hace tiempo.


-Anda pasa, cuéntame lo que te pasa antes de que lleguen los demás.


-Gracias Doctor.


Pasamos los dos y él colocó dos sillas, una enfrente de la otra.


-Desahógate. Dime, ¿qué ocurre?


-No me gusta estar en mi casa, no me gusta estar solo, no me gusta vivir. Detesto la vida. Y creo que eso queda claro. Tuve que salir pronto de casa porque no quería estar con mis padres ni un segundo más. Vine hacia aquí hará tres horas. Quería ayuda... más bien la necesitaba. Nadie fue capaz de atenderme. Oí llantos desde una habitación y, básicamente, la allané. Vi a Summer tirada en el suelo.


-Sí... la gente suele estar en el suelo para sentirse más pequeño, y verse así en comparación con sus muebles.


-Estaba llorando, y estaba medio borracha.


-¿Sabes de dónde sacó el alcohol?


-No.


-Bien, continúa.


-Se había auto lesionado.


-¿Qué hiciste?


-Ayudarla. La abracé, con todas mis fuerzas, sentía que se me escapaba de las manos. Que se deshacía. Que huía. Me devolvió el abrazo. Necesitaba a alguien. De verdad la necesitaba. Ella quería morir, yo se lo impedí. Creo que nunca debí entrar en su habitación. No la conozco, de nada. Pero ansiaba protegerla.


-Hiciste lo correcto. Aunque debiste llamar a un médico.


-Me la arrancaron de las manos... los médicos la sacaron de allí y yo no estuve a su la...


Llamaron a la puerta.


-Perdón Matthew, continuamos esto en otro momento.


Asentí y ayudé a los compañeros a poner sillas para todos. Summer también vino. Pero no se había cambiado de ropa. Y tenía una pinta de no dormir. De estar agotada.


-Antes de empezar con las respuestas... ¿Alguien comentar algo en voz alta para que los demás intentemos ayudarle?


Nadie habló así que comencé yo, con la mirada puesta en Summer.


-Yo quiero decir algo.


-Adelante.


-Hoy he aprendido a depender del bienestar de una persona. A preocuparme, de verdad por alguien. Hoy... he sentido que por primera vez en mi vida, alguien me quería tener en ese momento a su lado. Hoy... hoy me he prometido por primera vez en mi vida, vivir para protegerla... Aunque ella no me quiera en su lado... Y sin conocerla a penas...


Todos aplaudieron pero yo solo pude sentirme orgulloso, no del logro que había conseguido; sino de la mirada de Summer cuando descubrió que lo decía por ella. Volvió a agachar la cabeza y yo miré de reojo al Doctor, quien asentía enorgullecido. Dejaron de aplaudir, por fin, el las preguntas y respuestas de ejercicio que habías hecho. Incluida Summer. No me importaban las respuestas de los demás, ni las mías, me importaban sus propias respuestas.

Ven, consuelame.Where stories live. Discover now