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Luego de comer y recoger las cosas, ambos permanecieron en silencio, escuchando música y observando el espectáculo de luces afuera. El lugar era tan silencioso que Kit se terminó durmiendo al cabo de media hora, con el estómago lleno y sin temerle a la oscuridad que, de no ser por la ciudad y las estrellas, casi los rodeaba por completo. Aún con la oscuridad acechándolos, Kit durmió con una expresión tranquila en su rostro. Una que no siempre tenía, y que a Eddie le pareció bonita.

El castañito se abrochó la campera inflable y se colocó el gorro de la misma bajo la mirada divertida del mayor, él pensaba que no hacía demasiado frío, luego entendió que Kit sólo tenía sueño cuando su cuerpo se deslizó lentamente hasta descansar sobre la ventana, con su mejilla abultada contra el vidrio.

Tenía pestañas largas y pecas. Antes no lo había notado.

Supo entonces que debía arrancar la van, y eso hizo. Se estiró sobre Kit para abrocharle el cinturón con dificultad y luego comenzó el descenso con lentitud, temiendo que el camino turbulento incomodara al chico. Kit no sintió nada.
Despertarlo fue lo difícil.

Puso su mano en su hombro y comenzó a moverlo, sintiéndose extrañamente nervioso. — Kit, ya llegamos, bonito. Despierta, debemos ir a casa. Kit.

El chico soltó quejidos apenas audibles, su voz era suave, frunció el sueño e intentó seguir durmiendo contra la ventana. Eddie sonrió, sintiendo cosas confusas en su interior. La capucha le cubría la mitad del rostro, pero aún podía ver el sonrojo apenas notable pero a la vez tan distinguible del chico bonito. No le resultaba desagradable de ver. Quizás demasiado agradable.

— Te gusta dormir demasiado ¿eh? — dijo para sí mismo, sus ojos entrecerrados en consecuencia por tener que observarlo desde su lugar mientras que el menor se encogía en su asiento. — Damons, despierta. Bambi.

Soltó risas bajas al verlo refunfuñar por lo bajo mientras se abrazaba al cinturón de seguridad, su mano seguía en su hombro e intentaba despertarlo con suaves movimientos, hasta que Kit poco a poco comenzó a despertar. Se enderezó con un gemido del dolor por la incómoda posición y se talló los ojos, todo bajo la mirada del mayor.

— Uh… lo siento, no sé qué pasó.

Eddie subió su mano y acarició su cabeza. — No importa, vamos. Estás cansado.

Al salir de la van, colocó la mochila de Kit en su hombro y tuvo que llevarlo de la mano, el pobre estaba tan cansado que apenas caminaba. Su avance era lento, adormilado, y se talló el ojo derecho durante todo el camino. No le molestó, tampoco su voz baja y suave mientras le pedía perdón por estar así y él le decía repetidas veces “está bien". No le molestó llevar sus cosas mientras lo sostenía de la mano, teniendo que cerrar la puerta del apartamento con una mano y luego guiarlo hasta su habitación. Kit le agradeció en voz baja y se quitó la campera para acostarse, se durmió al instante. Eddie tuvo que cruzar el marco, sintiéndose un intruso, y cubrirlo con la cobija, porque sabía que de lo contrario se despertaría con un resfrío. Prefería sentirse culpable por atreverse a ingresar a su habitación para arroparlo que sentirse culpable porque presentara un resfrío.

Al otro día, sorprendentemente Kit no recordó más que el tiempo que pasaron juntos antes de que cayera dormido. Claro que el menor no le mencionó acerca de su sueño extraño, donde Eddie se estiraba sobre él para colocarle el cinturón de seguridad, donde con voz dulce le pedía que despertara y, al hacerlo, acarició su cabeza con una media sonrisa, tampoco cuando lo llevó escalón por escalón tomando su mano cuidando que no se tropezara. Sólo pidió disculpas, y continuaron su día. Era día de limpieza, pues era domingo. Se dividieron áreas y productos, se turnaron para poner música, y limpiaron cada centímetro del apartamento, y al terminar bebieron un café junto al ventanal del balcón.

roommate au (K&E) | eddie munsonWhere stories live. Discover now