"Que te den, Malfoy".

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Algo interrumpió mis pensamientos.
- Pero miren a quién tenemos aquí.

Ese algo tenía nombre y apellidos.

Draco Malfoy.

Rodé los ojos.

- ¡Si es La Híbrida! -rio junto a sus amigos.
"Ya me puso mote y todo... Plan invisible fallado, genial... "
- Sí, emm... ¿Nos conocemos? -sus compañeros soltaron un "uhhh", él se quedó callado -. ¿No? Entonces métete en tus asuntos. Pierdete, Malfoy. -dije chocando nuestros hombros " sin querer" -. Ups, dile perdón a tu hombro de mi parte, aunque supongo que eres demasiado orgulloso para hacerlo.- agregué con pena fingida. Luego me marché con una sonrisa victoriosa en mi cara.

Narra Draco.

- ¡Espera! - la iba a agarrar del hombro, pero mi mano resbaló y se deslizó por su espalda y posándose por debajo de su cadera. Antes de poder reaccionar se giró y su puñó impactó en mi cara.
- Lo siento, de verdad, no... Ay... No, no, no, no... - me tocó la nariz, haciendo que su dedo se manchara de sangre.
- ¡Señorita Weasley! ¡No me esperaba esto de usted! - la profesora McGonagall se encontraba detrás de ella. La cogió del brazo y a mí del hombro y nos llevó a su despacho.

- Señorita, quisiera saber la razón por la que atacó al señorito Malfoy de esta manera - dijo la profesora.
Snape también estaba allí mirando fijamente a la Weasley, quien mantenía su cabeza gacha, callada. Al ver que no respondía, estaba a punto de hacerlo yo por ella, decepcionado.
- Él me tocó - su voz, al igual que sus manos entrelazadas, temblaba.
- ¿Es cierto? - preguntó la profesora Sprout, jefa de la casa Hufflepuff.
- Iba a cogerla del hombro, pero mi mano resbaló y...
- La conducta de ambos será castigada con cincuenta puntos menos para cada uno y otro castigo que decidiremos más tarde - habló Snape.
Al oír salir esa cifra de su boca, palidecí. ¿Nos iban a quitar tanto por eso?


Escapamos de ahí. Al cerrar la puerta la Híbrida me miró con los ojos llenos de lágrimas y sacó su varita.
- Episkey - mencionó y un dolor agudo se posó en mi nariz, haciendo que la tocara.
- ¡Ah!
- Perdón, tenías la nariz rota.
- Eh... ¿Gracias? - me miró -. Quiero decir...
- Que te den, Malfoy.

- Pero, ¿para qué quieres ser su amigo? ¡Es una traidora de sangre! - me dijo Crabbe.
- No es por mí, es por mi padre.
- ¿Para qué? Quiero decir, no creo que tenga algo que tu padre necesite - preguntó Zabini.
- Es asunto del Señor Oscuro.
- ¿Y por qué? ¡No tiene nada de especial! - dijo Goyle, a lo que todos lo miramos.
- ¿¡Cómo que nada de especial!? - repitió Pansy.
- Esa chica tiene el poder recorriendo su sangre, Goyle - habló Zabini.
- Es muy buena en las artes oscuras. Y por eso la echaron de Durmstrang.
- Es como si fuera una de los nuestros - dijo Pansy.
- Entonces está claro - concluyó Blaise.
- Hay que hacernos sus amigos - terminé yo.

Narra Pansy.

Al lado mía pasaron las fotocopias corriendo como nunca antes.
- ¡Volved aquí, cobardes! - miré hacia delante y vi un baúl y un montón de cosas flotando. En medio de ese desorden había una chica masajeandose las sienes. Me acerqué a ella.
- Idiotas - rio.
- ¿Quieres que te ayude? - le pregunté.
- Mm...
- Sí, ya sé, pero quiero ser tu amiga - "y que Draco no se te acerque", me dije en la cabeza.
- Está bien. Queenie Buzz Weasley - se presentó.
- Pansy Parkinson - yo hice lo mismo.
- Y, gracias, pero no necesito ayuda.
- Pero las cosas están muy altas y...
- No. Puedo yo sola - me sonrió y dejé de insistir, su sonrisa era muy bonita.
Miró hacia arriba y las cosas empezaron a colocarse dentro del baúl, haciendo que yo quedara atónita.
- ¿Qué? - pregunté confusa.
- Luego te lo explicaré -cerró la tapa de la caja y sacó la varita -, ahora sube.
Palpó la tapa en un sitio concreto para que yo me sentara, delante de una de las asas. Hice lo que me dijo, muy confundida. Ella sacó la varita, hizo una movimiento como de director de orquesta y el baúl se elevó lentamente a unos centímetros del suelo. Luego, ella se sentó detrás de mí y me abrazó por la espalda.
- Agárrate -pronunció y el baúl empezó a moverse rápidamente, como si fuera un coche. Rápidamente sujeté del asa.
- ¡WUUJUUU! -gritó divertida.

Y su dirvesión y su risa eran contagiosas.

Pelo como de fuegoWhere stories live. Discover now