Capítulo 10 ~ No te apartes de mí

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!


Victoria despertó al escuchar ruidos que provenían de la cocina. Algo perezosa se levantó, se lavó la cara y sin despojarse del pijama se dirigió al lugar de donde provenía el barullo, para encontrarse con Maximiliano y Antonieta que desayunaban alegres.

- Buenos días, mamá -saludó el pequeño, acercándose a su madre para besarla en la mejilla.

- Buen día, cariño -lo abrazó con fuerza- buen día, mamá -saludó también a su madre.

- Buenos días, mi vida... Creí que despertarías más tarde.

- Los escuché y quise compartir el desayuno con ustedes -dijo mientras tomaba un lugar al lado de su madre- los he tenido algo abandonados estos días y no es justo que cuando al fin me libré de tanto trabajo, me la pasé durmiendo.

- No te preocupes, mamá. Mi abuela y yo entendemos que eres el pilar más importante de la casa -añadió el niño tiernamente- sabemos que todo tu esfuerzo es para darnos una buena vida.

- ¡Ay, mi amor! -lo abrazó conmovida, al borde de las lágrimas.

- Bueno, no es mi intención romper tan bello momento -expresó- pero Maximiliano y yo quedamos en que iríamos al supermercado.

- ¡Sí, hasta hicimos una lista de lo que necesitamos en la casa! -exclamó contento.

Una de las actividades que más le gustaba a Max, sin duda, era ir de compras. Se podían demorar horas recorriendo el super y nunca se aburría.

- Si me dan unos minutos los acompa...

- No, no hace falta que nos acompañes -la interrumpió- tu quédate aquí y desayuna en paz. Nosotros iremos en taxi y te llamaremos para que nos pases a buscar. ¿Está bien?

- Bueno... Sí, de acuerdo.

Victoria accedió ya que eso le permitiría comer algo sin apuros, darse un baño y luego ir a cuidar un poco de su jardín.

Algunos minutos después, despidió a su mamá y a su hijo para lanzarse sobre unas tostadas con mermelada y una taza de café que Antonieta le había preparado antes de marcharse.

Y mientras se tomaba el último sorbo de su delicioso capuchino, escuchó sonar su teléfono celular. Fue corriendo hasta su habitación para contestar la llamada, era Pipino.

- Buenos días, primor -la saludó alegre como de costumbre- disculpa que te moleste en tu día libre, pero esto no podía esperar.

- ¡No me digas que es lo que estoy pensando! -exclamó esperanzada.

- Sí, sí es... ¡Hemos conseguido que nos autoricen una sucursal en Pompano Beach!

Victoria soltó un grito que de seguro se escuchó alrededor de la manzana completa.

- ¡No lo puedo creer! ¡No lo puedo creer! -repetía con lágrimas de felicidad.

- Pues creelo, preciosa, creelo porque es verdad -insistió Pipino- y todo es gracias a ti, a tu incansable esfuerzo y tu maravilloso talento.

Victoria continuó charlando con Pipino por casi media hora, hasta que ambos optaron por terminar con la llamada y tratar de disfrutar ese pequeño lapso que les quedaba libre, antes de volver a la agencia de modas y sumirse en el trabajo por completo.

Cuando al fin iba a tomar un baño, escuchó que sonaba el timbre. Extrañada ya que casi no recibían visitas fue a abrir, encontrándose con Heriberto parado en la entrada.

MIENTRAS ESTÉS CONMIGO Where stories live. Discover now