Capítulo Veintiuno

146 31 10
                                    

El salón tenía, tras un recuento aproximado, tres mil vestidos en la trastienda. Pude descartar algunos desde un principio. Nada de vestidos tipo merengue. Nada con demasiadas cuentas... odio lo brillante. Nada con los hombros al descubierto... moriría congelada. Nada con cola larga... me tropezaría y quedaría como una tonta, garantizado. Nada estilo sirena... ajustado y acampanado a partir de las rodillas. Y ninguno de ese nuevo estilo putilla tampoco... de ese tipo que parece un vestido tradicional desde atrás, pero por delante la falda se abre justo a la altura de la entrepierna y enseñaba millas de pierna. No es que mis piernas no fueran fabulosas. Pero esto era una boda... tenía que guardarse algo de decoro. Estaba buscando un agradable y cremoso marfil. Blanco puro era demasiado severo para mi complexión no-muerta. Incluso blanco opaco era aun demasiado. Lara se había puesto de nuevo a pintar y Echo se paseaba por la trastienda como un gato enjaulado. Yo emergía de vez en cuando para recibir pulgares arriba o abajo.

-No.

-Uh, uh -dijo Lara, alzando la mirada de su nuevo dibujo.

-No te queda bien -dijo Echo cuando aparecí de nuevo.

-Mamá tiene razón.

Y de nuevo...

-No.

-Demasiado vaporoso.

Y otra vez.

-Tus tetas están a punto de salirse. Pero, si ese es el aspecto que andas buscando...

Y de nuevo.

-Te pierdes en medio de todos esos volantes.

-Enterrada -estuvo de acuerdo Lara.

-¿Y que tal algo de color? -preguntó Echo. Su voz llegó amortiguada, ya que estaba bastante al fondo de la trastienda.

-No, quiero algo tradicional, pero fabuloso.

-No quiero decir todo rojo o todo azul. ¿Pero que tal esto?

Echo emergió sosteniendo un vestido color crema con corpiño de escote profundo-pero-no-de-putilla, mangas pequeñas, corte amplio con una falda sencilla que caía hasta el suelo. Pequeñas estrellas y flores rojas de seda estaban bordadas por toda la falda y corpiño. Lo miré fijamente. Lara lo miró fijamente. Entonces Echo vio la etiqueta del precio y se quedó mirándola fijamente.

-¡La virgen! -dijo-. Olvídalo.

-¡Espera!

Y así fue como la hembra alfa de los hombreslobo de Skaikru encontró mi vestido de boda.

-Te queda perfecto - Echo todavía no podía creerlo. Acabábamos de volver a la mansión-. ¿No decías que te casabas en unos días? Realmente tienes suerte. ¿Quién ha oído hablar de un vestido de boda en la percha que no necesite ningún arreglo?

-Prueba de que es El Vestido Para Mí. Gracias de nuevo. Si no lo hubieras encontrado, nunca se me habría ocurrido pedir algo semejante.

-No necesitas agradecérmelo, mis motivos fueron puramente egoístas. Han sido tres horas de mi vida que no he tenido que malgastar en ese agujero infernal de tafetán. Lara, ve a buscar tu mochila y prepárate para irte a la cama. -Se giró hacia mí-. Hemos tomado uno de los dormitorios del tercer piso, ¿te parece bien?

-Claro. Hay bastante espacio por aquí. -Miré mi reloj. Nueve en punto.

Me estaba pensando seriamente si echar un vistazo al Libro de los Muertos. Pero también tenía miedo. La última vez que había intentado algo semejante, me había convertido en una horrible perra durante la mayor parte de la noche. Había hecho daño a mis amigos. Había hecho daño a Lena. Me había llevado mucho, mucho tiempo perdonarme a mí misma. Y estaban Echo y Lara, en las que debía pensar. Bellamy las había dejado a mi cuidado y podía atacarlas después de leer el capítulo equivocado de la Biblia vampírica. Lo peor: El Libro no tenía índice, o siquiera una tabla de contenidos. No había forma de encontrar nada. Podía ojearlo por encima... rozándolo lo menos posible... y esperar a tropezar con algo útil. Por otro lado... el Libro nunca se equivocaba. Me había predicho exitosamente a mí, mis poderes, y ahora que caía en ello...

Vampira e IntranquilaWhere stories live. Discover now