04

161 32 2
                                    

Clay se pasó todo el día siguiente estresado por el tema de la carta. No sabe cuándo llegará la respuesta o si realmente llegará en algún momento pero sabía que por lo menos tendría un par de días entre que el británico recibiese su mensaje y pudiera responder. Ese par de días pasó y no llegó ninguna respuesta.

Ignorando sus pensamientos de los días anteriores miró el buzón una vez más y ahí fue cuando decidió que esto no podía seguir así y caminó calle abajo para visitar a Karl, pues él era uno de las únicas personas que vivían relativamente cerca suya y en las que confiaba.

No tenía pensado contarle nada, tan solo quería despejar su mente del correo y sacar la cabeza del buzón de una vez por todas.

Cuando llegó al portal de la casa de Karl fue recibido por la agradable vista de su vivienda. Su amigo vivía en una acogedora casa con paredes pintadas de verde pistacho que contrastaban perfectamente con el blanco de las ventanas.

Antes de llegar a la puerta principal debías pasar por un jardín perfectamente cuidado lleno de flores que habían florecido debido a la época del año en el que se encontraban.

Cruzó la pequeña valla de la cual la puertecita siempre estaba abierta y finalmente llegó al umbral de la puerta. Llamó una sola vez y fue recibido por Niki, la cual le sonrió amablemente permitiéndole pasar y comentándole que Karl estaba en el salón.

Niki era la mejor amiga de Karl pero debido a la presión de sus familias fueron obligados a casarse. Clay conocía la historia pues ambos se la habían confiado cuando comenzaron a hacerse cercanos tras mudarse al vecindario.

Los padres de Niki eran extremadamente conservadores y querían casar a su hija con algún hombre para que esta se quedase sirviendo a su marido como ama de casa. Pero ella tenía un sueño desde niña, quería abrir una panadería y nunca preocuparse por casarse. Sus padres se lo prohibieron rotundamente y estuvieron a punto de obligarla a casarse con un hombre que le doblaba la edad.

Karl para entonces era un poco más mayor que ella y sus familias siempre habían sido cercanas. Al tener ya un trabajo estable le propuso a Niki casarse como mejores amigos y este le ayudaría a abrir su pastelería a cambio de que sus padres dejasen de presionarle con casarse. Claro que los padres de ambos no tenían porque saber que su matrimonio era por esa razón. Todos estuvieron felices con el reciente emparejamiento y pronto ambos tuvieron la oportunidad de mudarse lejos de donde vivían sus padres y consiguieron una casa que compartir por el momento.

Karl abrió una panadería a su nombre pues habría sido imposible hacerlo al nombre de Niki y le entregó toda responsabilidad y decisión a ella mientras él trabajaba en la oficina de correos.

Cuando ambos alcanzaron un estatus social lo suficientemente alto decidieron no divorciarse a menos que el otro encontrase a alguien que amase de verdad. Ambos siguieron siendo mejores amigos y apoyándose mutuamente mientras eran un feliz matrimonio ante el ojo público.

Poca gente del vecindario sabía de esta historia pues ambos parecían el matrimonio perfecto a ojos de todos y a decir verdad, los dos tenían miedo de que pudiese pensar la gente si les contaban la verdad. Las personas podían llegar a ser muy crueles.

Por otro lado a Clay le parecían dos de las personas más amables que había conocido nunca. Desde el momento en el que se mudó siempre habían tratado de ayudarle en todo y realmente les debe una muy grande.

Cuando se sentó en el salón con Karl este comenzó a conversar con él sobre cómo habían ido las últimas semanas y Niki no tardó en unirse a la conversación. Los tres se llevaban muy bien y la tarde se pasó rápido entre historias de Niki y su pastelería, comentarios de Karl bromeando alegremente y risas por parte de los tres, tantas que a Clay se le olvidó totalmente el tema de las cartas tal y como había planeado.

Cuando la noche comenzó a caer Clay decidió que ya era hora de volver a casa por lo que se despidió de ambos prometiendoles que volvería otro día a tomar algo.

Caminó calle arriba mirando al cielo y observando las constelaciones que se comenzaban a ver y finalmente llegó a su casa. Miró el buzón instintivamente y pudo ver una carta en su interior.

Todos los recuerdos sobre el estrés que había llevado encima esos últimos días volvieron a su cabeza y solo se multiplicaron al ver que la carta era una respuesta.

Entró en la casa con la carta en la mano y la dejó en la mesa para después ir por su abrecartas, el cual habia guardado esta vez. Se sentó en la mesa y con cuidado volvió a presionar a un lado del lacre seco haciendo que se despegase con cuidado del papel.

Miró dentro del sobre encontrándose de nuevo con un papel doblado perfectamente tal y como la vez anterior.

11 de octubre de 1775

Lamento mucho que hayas recibido la carta equivocada y agradezco que te hayas tomado el tiempo para hacérnoslo saber. La anterior carta ya ha sido enviada a su verdadera dirección pero he de pedirte un favor. ¿Te importaría no decir nada sobre la carta que recibiste previamente? Lo siento si es mucho pedir pues se sobre la situación actual en América y se que puede ser un tema delicado ahí. De nuevo me disculpo por los problemas que pudimos haberte causado.

Sin más que decir, mis disculpas y muchas gracias.

George H. Davidson.

Terminó de leer y se dió cuenta de lo agradable que era el individuo que escribió la carta. Se pasó toda la semana preocupado tan solo para recibir una disculpa, ahora se sentía estúpido.

Leyó la carta de nuevo fijándose en todo lo que decía y tratando de no perderse ningun detalle de lo que había escrito.

Tras cerciorarse de que no había leído nada incorrectamente subió las escaleras con la carta en mano y la colocó en el cajón de su mesa de noche justo encima de la otra.

Le escribiría una respuesta a George pero antes esperaría a que fuese por la mañana.

Esa noche fue la primera en la última semana en la que Clay pudo dormir con tranquilidad.

Por correspondencia - DreamnotfoundWhere stories live. Discover now