• Este fanfic no contendrá CASI nada angst / doloroso, etc.
• Incluirá quizás algunos ships más, como el Emunene.
- Tsukasa, un jóven que vive en una casa con su hermana menor Saki y sus dos padres, es sorprendido tras la llegada de un nuevo vecino...
Sé que les prometí que no habría angst, pero aquí añadí un poco y será el único que tenga angst. Advierto.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Rui Kamishiro llegaba a su casa con una notable preocupación en su expresión facial. Ignoró las preguntas de su madre y tiró el bolso que llevaba con él en el sofá. Luego, se dirigió a su cuarto y cerró la puerta tras él de manera agresiva. Se sentó en su cama y se asomó por la ventana. En ningún momento lo mencioné, pero desde esa ventana tenía vistas a la ventana de la habitación de Tsukasa, cuando eran pequeños solían hablar ahí. Cuando uno se enfermaba el otro le animaba desde la ventana, hacían todo juntos desde tan corta distancia. Pero ahora no les hacía falta. Extrañaba hablar con él desde la ventana. Se quedó mirando para ver como Tsukasa llegaba junto a Saki a su cuarto. Este se sentaba en la cama que estaba al lado de esa ventana, igual que la de Rui.
Saki salió de la habitación y Tsukasa sacó su teléfono para empezar a hablar por el grupo. Rui quería hablarle, pero no en el chat del grupo, sino en persona, con él, quería saber si realmente estaba bien.
Le miraba por la ventana, el chico se veía feliz como siempre, pero la preocupación del oponente no se iba, sus ojos ámbar se clavaban en su delicada cara que en esos momentos solo sabía expresarse con una sonrisa algo melancólica.
── Tsukasa-kun... Por favor, déjame preocuparme por tí.
"Tsukasa-kun" siempre fue alguien muy importante para Rui. Le sacó de sus peores momentos siempre con esa característica sonrisa que nunca se borraba de su rostro, hasta el día de hoy donde se le había admirado con una sería expresión hasta desmayarse.
Se sentó en la silla enfrente de su ordenador, abrió word y empezó a escribir la obra que iban a retratar.
Un poco después cogió aire el pelimorado y agarró su teléfono, para ver los mensajes del chat de aquel grupo.
