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PARKER

Me revolví en la cama por quinta vez consecutiva, incapaz de conciliar el sueño a pesar de todos mis intentos. Mi mente simplemente parecía no cansarse. Cada noche, pensamientos aleatorios hacían fiesta en mi cabeza. No encontraba la manera de deshacerme de los recuerdos. Quizá era la forma que tenía el universo de enviarme mi karma. Ironías de la vida, ¿verdad?

Intenté concentrarme en cualquier otra cosa, contar ovejas imaginarias, el chico guapo de la clase de psicología, pero fue en vano. Cada vez que el recuerdo de Lily regresaba, no podía dormir. Y vaya que le gustaba vivir gratis allí.

No fue mi culpa, ¿cierto? Había tratado de convencerme a mí misma de eso, pero ¿era la verdad? No estaba segura. Pensar en ella siempre me inquietaba y me hacía sentir mal.

No fui una buena persona en el pasado. No me enorgullece. Aún así, cada día esperaba poder ser mejor y enmendar, aunque por pequeña que fuese, parte de lo que hice. Pero por alguna razón, nada de eso parecía suficiente.

Solté un sonoro bufido, con la certeza de que no me dormiría en un buen rato. Deslicé la mano por la pantalla de mi celular para distraerme, a la vez sorprendida de encontrar un mensaje pendiente de Jessie desde hacía algunas horas.

Jessie: Viste nuestra calificación? Qué opinas?

Me picó la curiosidad y abrí mi cuenta de estudiante para comprobar mis calificaciones. Efectivamente, la última investigación ya estaba corregida.

El corazón me dió un vuelco cuando vi el gran número rojo en la pantalla. 60. ¿60? Jamás había tenido una calificación tan baja en toda mi vida. Ni siquiera en mis peores días. El trabajo estaba bien, ¿verdad? Me aseguré de ello. Me quemé las pestañas para que todo estuviera perfecto. Dios, estaba muy, muy enojada. Estuve tres días sin salir de mi departamento y sin dormir por una madrugada entera. ¿Qué mierda pasó?

No respondí a Jessie porque seguramente estaría durmiendo, pero mi ira y preocupación solo aumentaron. Una baja como esa podría arruinar mi promedio y comprometer todo mi semestre. Necesitaba saber qué había hecho mal, lo cual el profesor Dillon no se molestó en especificar. Pero le haría dar algunas explicaciones; si quería ponerme una baja calificación debía decirme por qué.

***

Entré en el gran auditorio sin apartar los ojos del profesor Dillon, preguntándome cómo podía sentarse allí tan tranquilo y al mismo tiempo arruinar a sus estudiantes. Bien, era su trabajo, pero en cualquier caso.

Me pasé las dos horas de clase pensando qué diría exactamente. Para variar, cuando por fin llegó el momento, se me borraron las palabras. Maravilloso. Esperé a que todos los estudiantes se marcharan hasta que no quedó nadie más que nosotros dos. Me levanté de mi asiento y me acerqué hacia su escritorio con determinación.

—¿Te puedo ayudar? —dijo desde la comodidad de su escritorio.

—Quería hablarle sobre algo.

—Adelante.

—Me puso una baja calificación en mi último trabajo y me gustaría saber por qué.

—Un segundo —abrió su carpeta marrón—. Marrow...

Esperé a que echara un vistazo en su carpeta, luego asintió con la cabeza, y volvió a mirarme para decir: Lo has hecho mal.

—¿Cómo?

—El desarrollo que tu compañera y tú usaron fue patético y básico. Además, sacaron la información de alguna página dudosa en Google.

—¿Qué se supone que iba a hacer? No encontré nada sobre lo que usted nos hizo investigar.

—No me des esa excusa tan barata, Parker. Preocúpate más por encontrar información verídica.

—Pasé días haciendo ese trabajo. No es justo que me repruebe.

—No me interesa cuánto tiempo estuviste con el trabajo. Si está mal, está mal—chasqueó la lengua con impaciencia—. Considéralo como una sugerencia para la próxima vez. Si haces lo que te digo, verás la diferencia.

—¿Es en serio?

—¿Necesitas otra cosa?

El tipo realmente parecía disfrutar de reprobar a sus estudiantes. Parecía ser su pasatiempo favorito. Menudo dolor de cabeza me estaba causando.

—Buenas tardes —no esperé una respuesta y salí tranquilamente del auditorio, aunque por dentro estaba furiosa.

Mi celular empezó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón. Saqué el pequeño aparato con impaciencia y atendí la llamada en contra de mi voluntad.

—Hola, mamá —era increíble que, incluso sin haber mirado el remitente, supe de inmediato quién me llamaba.

—Hola, Parker. Si no te llamo, no te acuerdas de tu madre.

—Eso no es cierto.

—Lo es. La última vez que me llamaste fue en mi cumpleaños pasado.

—Estoy muy ocupada, mamá. Hablamos con frecuencia, no pensé que le tomaras tanta importancia sobre quien llama primero a quien.

—De todos modos, quiero hablar de otro tema.

—¿Y qué es eso?

—Me puse en contacto con David para pedir actualizaciones sobre ti y me dijo que reprobaste en tu última tarea.

—¿Vas a seguir monitoreando cada movimiento que haga en la universidad? ¿Cuándo entenderás lo inapropiado que es que llames al secretario de la universidad para preguntar por mis calificaciones? Mamá, no estoy en primaria.

—Solo le pedí ese favorcito a David porque es un viejo amigo y quería saber cómo te iba con las clases. Tampoco exageres así.

—Es que ya no quiero que me sigas respirando en la nuca. Déjame manejar las cosas por mi cuenta. Ya me las arreglaré.

—Mejor que lo hagas. Tu padre y yo estamos sorprendidos de que repruebes, Parker. Siempre fuiste la número uno de todas tus clases. La sobresaliente en el cuadro de honor —ignoró mi petición, como siempre—. Pensé que ya que estás estudiando lo que te gusta...

—Ahora tengo clase, mamá. Luego te llamo.

—Lo que tú digas, pero piensa bien las cosas, hija. Si esto no está funcionando, yo puedo...

—Adiós, mamá.

Corté la llamada y me senté en el suelo. Mentí sobre lo de las clases. En realidad estaba libre por todo el resto del día, pero no podía seguir oyendo la vocecita irritante de mi madre mientras me reprochaba durante un segundo más. Ella siempre hacía esto, entrometerse en mi vida. Ni siquiera mudándome de la ciudad pude escapar de ella. Mi madre tenía ojos en todas partes, y el hecho de que fuese amiga del secretario de la universidad no me ayudaba en absoluto. Apreciaba a mis padres y todo lo que habían hecho por mí, pero a veces se comportan como si yo solo fuese un medio para un fin que solo los beneficiaba a ellos.

The hate in your eyes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora