Capítulo 5: El espacio

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—¿Dónde estoy?

Confuso, era la primera reacción. Pou estaba atrapado en un entorno negro, como una habitación completamente oscura. 

Todos sus sentidos estaban obstruidos por la oscuridad perpetua, no había ruido, no había visibilidad y lo único que sabía Pou, era del suelo en el que pisaba. 

Desorientado, comenzó a vagar por el extenso plano que se situaba. No pasó más de diez segundos cuando escuchó algo.

—¡Eh! ¡Parad! ¡Alejaos de mí! —gritó una voz desde la distancia.

Aunque no podía ver ni una putísima mierda, consiguió adivinar de que la voz provenía de la lejanía.

—¡MALDITOS NO VALE CAMPEAR! —continuó aquella voz.

Pou soltó una leve carcajada, le recordó cuando se mataba horas y horas al Black Ops.

—¡NEGROS DE MIERD-! 

La voz sonaba a alguien en su estado más iracundo, con más rabia que el viento.

—Espera eso no sonaba como el black ops...

Y la voz gritó:

—¡¡NO VALE CAMPEAR OS CAMUFLÁIS EN LA OSCURIDAD!!

Pou se quedó pensando.

—Eso era... cuando fui una atracción de terror y los asistentes se habían pintado de negro y trataban de asustarme.

Esa voz que sonaba irritadísima era suya, no cabía duda.

—Pero, ¿qué es este sitio? ¿Por qué están mis recuerdos aquí?

Como si la misma voz de Pou hubiera despertado el lugar, la habitación oscura dejó de serlo y se aclaró, tornándose de un color rosáceo. Pou exploró el lugar.

—No hay bordes en este lugar, es infinito. 

Notó que el duro y frío suelo de antes era ahora blando como el de un colchón y cálido como el de una estufa.

—¿Qué es este olor? Huele a rosas y con un toque de masculinidad —se percató Pou.

El ambiente era perfecto, si tuviera lugar una cita, este sería sin dudas el sitio perfecto. No había nada en la distancia, nadie que pudiera perturbar la cita, el espacio era infinito y el silencio predominaba el lugar, y las voces de la parejita era los únicos instrumentos dominantes en esta orquesta silenciosa.

—Huele demasiado bien... me recuerda a Jotaro.

Jotaro era diferente a los demás, era un ser tan mamado, tan sigma, tenía una cantidad tan bestial de músculos, que podría ser culturista profesional si se dedicara a ello. Esos músculos eran tan fornidos que tocarlos sería un sensación divina.

—Por favor, es malo consumir tanto porno. Ese hombre, Jotaro, te pegará una ostia tremenda si sigues así.

Eso sí que pilló desprevenido a Pou.

—¿¿Q-quién dijo eso??

—Yo.

Un ser semejante parecido a una mezcla de baba y piezas metálicas, casi de la misma estatura de una estantería y con unos cuernos semejantes a los de un demonio, estaba sentado de espaldas, comiendo aperitivos. 

Por el ruido que hacía al abrir las cáscaras, parecían pipas. Y juzgando el pequeño montículo de cáscaras habrá estado comiendo durante unos cuantos minutos.

—Buah —bostezó.

Su voz era ronca y cansada, como la de alguien que se acaba de consumir 5 botellas de vino y en un estado horrible, a punto de tener un coma etílico, como cuando te levantas por las mañanas y tienes la voz de un fuckboy, o como cuando tomas demasiado whisky y te da algo y potas 5 litros de-

Pou en MoriohWhere stories live. Discover now