CAPÍTULO XIII

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(Capítulos parcialmente largos)

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Los días iban pasando y nada volvía a la normalidad

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Los días iban pasando y nada volvía a la normalidad.

Esta vez no me encerré, pero las veces que me crucé de frente con Aonung fueron nulas. Eran simples segundos en los que veía su espalda antes de que se marchara hacia el mar con su padre, los demás hombres del clan y a veces solo. El daño ya estaba hecho y, aunque fuese simple, para mí era complicado.

Es difícil actuar o moverme en un lugar como éste, donde la palabra a seguir viene de los jefes de la tribu. Me daba miedo el sólo respirar, porque no sabía si mi próximo paso causaría otro problema.

Así lo sentía yo. Desde que llegué, no había dejado de llover embrollo tras embrollo, jamás fue mi intención hospedarme con Na'vis para hacerles su vida difícil. No fue mi intención fijarme en uno de ellos y que él también lo hiciese en mí. Pero, ¡vamos! Sí fuimos irresponsables, pudimos pararlo porque, haya sido dura o no, lo que Ronal dijo era verdad.

No debí besarlo. Ahora sí me arrepiento. Luego de ver su expresión de la última vez, ¿cómo no hacerlo?

— Mi padre suele decir cosas de manera equivocada.

Lo'ak y yo nos encontrábamos en la tienda que compartía con Spider. Mientras este último conversaba con Kiri afuera, sentados en el filo de una plataforma de madera, nosotros dos afilábamos lanzas.

Jake era otra persona en la que no quería pensar. No lo miraba, ni le hablaba; cada que se acercaba yo me marchaba. No toleraba que intentase comunicarse conmigo. En otro momento sí que hubiese charlado para arreglar las cosas, pero esta vez era diferente. Lo que me dijo no fueron simples insultos que se pueden dejar pasar desapercibidos. Me dolieron, mucho.

Pensé que él, habiendo sido humano, entendería, pero su reacción fue una bofetada para mí.

— Antes, él era muy duro. No digo que ahora no lo sea —el chico se quedó un momento quieto—. Pero antes era... algo que no aguantarías. Creo que es una de las cosas que se arrepiente tras la muerte de mi hermano.

Levanté sigilosamente la mirada, analizándolo. Lo'ak no hablaba mucho de Neteyam. Siempre intentaba protegerse con un escudo invisible que era el de no nombrar aquello que lo dañaba. Ahora que lo hacía fue evidente su profunda tristeza.

Una tristeza silenciosa en ojos que no lloran.

— Neteyam era el mayor y eso significaba que el peso de todo recayese sobre él. Yo tampoco lo entendí hasta ese día —respiró hondamente, haciendo un leve movimiento de cabeza—. Ahora veo que... su vida fue corta. Pudo haberla vivido mejor, no así... lleno de reglas y presiones. Sólo tenía 15 años.

Mantuve mi boca cerrada, pasando lentamente una roca por la hoja de la lanza mientras atendía a sus palabras.

— Estoy seguro que, si él siguiese vivo, te apreciaría mucho. Más si eres nuestra prima —rió levemente—. Como sea —negó—. Padre trataba de protegerte a su manera.

MAWEY || Ao'nungМесто, где живут истории. Откройте их для себя