• XV •

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Cuando la lluvia fue disminuyendo también la intensidad de los fervientes besos, pero aún así entraron y permanecieron en un calor abrumador.

Con la mente un poco más relajada, pero no fría, el pelirrojo invitó al castaño a pasar a la casa de Kenny que era la más cercana para que pudiera quitarse esas prendas húmedas y así evitar un resfrío. Sin intercambiar muchas palabras se dirigieron a la mansión de los Mccormick, caminando bajo la llovizna. Al entrar el pelirrojo llamó al rubio y al comprobar que no había nadie más ahí ambos volvieron a pegar sus labios como sanguijuelas. Sin embargo, no era lo más decente seguir besándose en el recibidor así que el castaño levantó al pelirrojo entre sus brazos y este abrazó sus caderas con sus piernas y rodeó su cuello con sus brazos.

De esta manera subieron las escaleras, estando cerca de tropezar en ellas más de una vez hasta que llegaron a la habitación del pelirrojo. Eric cerró la puerta y tiró sobre la cama a Kyle permaneciendo sobre de él. Bajó sus labios sobre su cuello haciendo la bufanda a un lado y desabotonó su camisa.

—Ahg~ Eric~

Jadeó Kyle estirando su cuello al sentir los suaves labios de Cartman recorrerlo y mordisquear su piel, deseando que la arrancara en cada mordida.

—Kyle, te necesito~ —pedía Eric soltando un ligero gruñido mientras mordía la clavícula del pelirrojo.

—Yo también Eric, te necesito más que nunca~ —confesó Kyle estremecido, jugando con los suaves cabellos castaños y húmedos de Cartman.

—Bien, espera aquí .

Eric le dio un corto y casto beso sobre los labios para después levantarse y salir con rapidez del cuarto.

El pelirrojo se sentó sobre la cama con la respiración agitada, sintió miedo de que el otro haya huido.

Esperó ahí por unos minutos como se lo pidió y cuando ya se estaba por levantar para seguirlo y confrontarlo en caso de que hubiese escapado lo vio entrar de nuevo al cuarto trayendo consigo una bolsa de tela. Dio pasos rápidos y luego se sentó a su lado en la cama.

— ¿Qué traes ahí? —preguntó curioso echando un vistazo y vio juguetes poco ortodoxos — ¡Qué carajos! ¿De dónde sacaste esto?

—Estamos en la casa del marica pervertido de Kenny —respondió con burla el castaño tirando su saco al suelo.

— ¡Qué asco! Yo no quiero usar lo mismo que ellos —disintió Kyle con molestia.

—Me imaginé —decía esculcando la bolsa hasta que encontró lo que buscaba —y yo tampoco, no te preocupes. Lo único que necesitamos es esto —mostró el lubricante — ¿O quieres que te la meta en seco?

— ¡Puta madre, Cartman! Eres el hombre menos romántico que conozco —suspiró Kyle avergonzado con un notorio sonrojo en su rostro.

—No me digas así... —se quejó el castaño aventando la bolsa por cualquier otro lado del cuarto.

—Así te llamas, gordo tarado —arqueó la ceja confundido.

—Me refiero a que me digas como hace rato —decía el castaño tomando al pelirrojo del mentón amenazando de pegar sus labios otra vez —. Llámame por mi nombre, judío imbécil.

—Eres un pendejo, Eric~ —Kyle soltó una pequeña risa y pegó sus labios con los del castaño.

Dieron incio a otra ronda de besos, y esta vez Kyle se sentó sobre las piernas de Eric dominando el beso mientras desabotonaba su camisa. Mantenían una guerra de lenguas a la vez que recorrían sus cuerpos con sus manos acariciando sus zonas más íntimas y privadas.

Eternamente orgullosos y prejuiciosos Where stories live. Discover now