⁰²;; Coronados de gloria

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La avenida 9 de julio se encontraba sofocada de gente que festejaba, la calle se perdía entre el celeste y blanco de personas alegres y emocionadas que gritaban y cantaban al unisono las canticos de hinchada como era de costumbre cuando ganaba su país y para una victoria mundial exagerada era válido un gran, histórico y exagerado festejo.

Todo era una locura, gente arriba de alturas; semáforos, techos, postes de luz, el obelisco.

Enzo se encontraba perdido entre la montonera apretada que saltaba y se pisaban entre ellos, pero a nadie le importaba ya que Argentina campeón mundial.

El pelinegro, así como soltó brevemente a su amigo, también lo perdió en cuestión de segundos. Lo buscaba con la mirada, saltando junto a los hinchas para alcanzar a ver más alto pero sintió un brazo rodear sus hombros por detrás, abrazándolo entre gritos melodiosos. Lo pudo ver, y juró que se había olvidado rotundamente de su amigo por verlo a él.

Un chabón atractivo a sus ojos, se enbobó en su sonrisa amplia y sus adorables ojitos llorosos que dejaba escapar pequeñas lágrimas que derramaban la pintura con los colores albicelestes en sus mejillas.

Ambos encontraron los ojos del contrario reconfortantes, una aliviante brisa fresca entre el calor de tanta gente que asfixiaba el espacio.

Para Julián, Enzo era el desconocido más lindo que había visto desde que llegó a la caravana y lo atraía de sobremanera aunque solo lo haya visto hace apenas unos minutos.

Ellos no estaban conectados con la realidad mientras se miraban, analizaban sus facciones y se sonreían tontamente.

El movimiento de la multitud solo los hacía acercarse más entre sí, podían sentir sus respiraciones, sus corazones latiendo al unisono, los nervios a flor de piel, en ellos encontraron seguridad y calma entre tanto descontrol.

Sus rostros seguían acercándose sin ningún efecto exterior, sus labios cosquilleaban por los suaves y superficiales roces hasta que los juntaron de una vez, serrado los ojos lentamente, sintiendo lo reconfortante de la compañía contraria, Julián aún con su brazo en los hombros de Enzo quien sostenía el cuerpo del más bajo entre sus brazos, abrazándolo sin intenciones de soltarse. Fué un beso tierno y gentil, explorando la cavidad ajena.

No escuchaban sus alrededores, no sentían calor alguno que no sean de sus cachetes colorados, no sentían a nadie más que al otro, solo eran ellos dos hablando por medio de poquitos cariñosos, caricias suaves y besos profundos coronados de gloria.

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One shots;; EnzolianWhere stories live. Discover now