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Julián había llevado a Enzo de visita a Córdoba por el festival nacional e internacional de doma y folklore en Jesús María, fueron únicamente para ver los recitales luego de la jineteada ya que concideraban que no tenían estómago para presenciar las terribles caídas y accidentes.
A Enzo le gustaba de sobremanera ver a su novio tan feliz, con un vino en la mano y vestido de gaucho cantando a todo pulmón esas canciones folklóricas que llenaban de emoción al cordobés porque literalmente se las sabía todas.
Fué una pequeña pausa y una intro de guitarra de notas que sonaban melodicamente y eran pura paz para los oídos, una linda y vieja zamba que conocía por su abuelo.
Desvío la vista del escenario encontrándose con los ojos deslumbrantes de su pareja, mirándolo con tanto amor como la primera vez que salieron.
"Tu amor es una estrella con cuerdas de guitarra, una luz que me alumbra en mi oscuridad"
Cantaba el cordobés balanceándose sostenido de los hombros de su pareja más para tenerlo cerca que para no caerse del pedo que tenía.
"Acércate a la reja, sos la dueña de mi alma, sos mi luna cautiva que me besa y se va"
Cantaba por último, Enzo sintió que lo empujaba hacia el para plantarle un empalagoso beso con sabor a vino y gaseosa de pomelo.
Después de unos cuantos temas más vino el tan ansiado Chaqueño Palavecino, ahí se descajeto todo.
A Enzo le tocó escuchar a Julián pegar sapucais altos y largos cerca de su oído y bailar chamamé en una canchita que le hacía la gente además tener que pararle el carro a varios de sus besos para que no pasaran a más delante de tantas personas.
Sin dudas fué una noche especial en dónde Enzo descubrió que tenía más pasiencia de la que creyó.
"Si te viera Oli ahora..." Pensaba resignado recordando como su hijita que para su suerte o mala suerte copiaba todo lo que hacían sus padres y más Julián de quien aprendía la mayoría de insultos cordobeses.
Solamente rogaba que Olivia no le saliera cabucha y camorrera como papá Juli.
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