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Recuerda con exactitud ese día, su cumpleaños número dieciocho. ¿Cómo olvidarlo si fue el día en el que su vida cambió por completo?

Es imposible olvidarse de la adrenalina que sintió en ese momento, la sangre de otras personas que mancharon sus manos, el estado de shock en el que quedó al escuchar los gritos de su hermana, el ruego de su madre y el lamento de su padre. No existen palabras exactas para describir lo que sintió Harry en ese momento, el día más traumante de su vida.

Hace 16 años atrás.

"¡Feliz cumpleaños a ti...!"

Ojos brillantes, sonrisas amorosas y abrazos que ojalá fueran eternos.

En ese instante Harry podría jurar que nunca se sintió más completo; sus padres quisieron arrendar una pequeña cafetería (la cual era su favorita) para celebrar su cumpleaños, poco les importó que sólo fueran cuatro personas las que estaban ahí, justo donde debían estar.

En el momento que sopló las velas de su pastel todo fue cuesta abajo, todo sucedió tan rápido.

Cuando escucharon un fuerte estruendo proveniente desde afuera todos se sobresaltaron, se quedaron quietos mirándose unos a otros con ojos asustados y confundidos. Las luces se apagaron, las armas de fuego forzaron las entradas de todos los locales y casas que había en esa calle.

Buscaban a alguien.

A una persona en específico.

Solo estaban cobrando una deuda.

Actualidad.

Este mismo joven 16 años después ya se ha convertido en una persona adulta y responsable. El jefe, quien es temido y respetado, sobre todo temido.

El cual miraba con confusión la puerta (que anteriormente fue cerrada en su cara) de su hijo adolescente.

Golpeó con sus nudillos delicadamente la puerta esperando pacientemente una respuesta.

- Andy, cariño - Llamó con voz suave - ¿Quieres hablar?

Esperó unos segundos hasta que la puerta fue abierta revelando a su niño envuelto en una manta, temblando y con la mirada en el suelo. - Perdón, no quise gritarte, realmente no se que pasa conmigo. - Su precioso hijo Omega levantó la mirada, esa mirada que siempre le transmitió paz y alegría estaba inundada por inseguridad, pena y miedo. - Perdón, papá. - Repitió.

Harry soltó un suspiro y abrió los brazos, sonrió cuando sintió que era abrazado por el Omega. Lo abrazó fuerte contra su pecho liberando feromonas para calmarlo.

- Está bien, tranquilo. - Susurro besando sus cabellos rebeldes. - Perdóname tu a mi, se cuanto deseas ir a esa escuela, perdón por no darte la vida que mereces.

Para ambos el hablar de sus sentimientos con el otro siempre fue fácil. Sucede que cuando tienes una vida como la de ellos suelen ser esos momentos que los hacen sentir como personas normales, como una familia normal, como un padre e hijo atraviesan por problemas normales.

Está claro que sus vidas no son normales.

La infancia de Andy fue muy complicada para Harry ya que no sabía absolutamente nada de como cuidar niños y él solo tenía dieciocho años cuando su bebé llegó a su vida, intentó hasta lo imposible para que a Andy no le hiciera falta ni una sola gota de amor.

Pero aun así hay cosas que no se pueden evitar.

Como el que Andy tenga que escuchar las amenazas de muerte que le llegan a su padre, también de los intentos de robo en los cuales nadie sale con vida. Tiene que escuchar los murmullos de las empleadas en los pasillos de cómo la muerte de tantas personas está el nombre de su padre.

Han tenido muchos malentendidos, en especial desde que Andy está fascinado con una escuela de artes que encontró gracias a internet.

Lamentablemente el que asista a esa escuela sería un gran riesgo para todos.

Ambos ahora están sentados en la cama del menor, después de tomar una taza de té suelen estar más calmados para hablar.

- Entiendo que quieras asistir a ese lugar, pero sería peligroso si te dejo ir... - Harry paró de hablar en el momento que noto a su hijo abrir la boca y le hizo una seña para que lo dejara hablar. - Aun así haré el intento de ver si puedes tomar clases particulares con ellos, es lo máximo que puedo hacer.

Andy sonrió en grande y sin poder evitarlo se lanzó sobre él para abrazarlo.

- Gracias, gracias, gracias. - Susurro escondido en su cuello ronroneando, se separó mirándolo con ojos llorosos. - Eres el mejor papá del mundo.

Quizás fue la mejor decisión que Harry pudo haber tomado.

O no.

...

Louis suspiró y volvió a ensayar un poco su falsa sonrisa antes de entrar a secretaria.

Camino de manera cuidadosa y elegante hasta llegar al, increíblemente, gran escritorio donde unos ojos saltones y criticones le observaba de arriba hasta abajo.

Trago grueso, sabía exactamente que no saldría nada bueno de esto, pero no perdía nada con intentar.

"Bien, Louis, tú puedes." Se dio ánimos a sí mismo antes de suspirar y abrir la boca.

- Mary, linda, espero estés pasando un espléndido día. Aquí tienes mi lista de útiles que necesito para este año, que tengas un lindo día. - Dejó la carpeta sobre el escritorio y se dio media vuelta para huir de ahí.

- No tan rápido, Tomlinson.

- Mary...

- Mary nada, esto. - Señaló la carpeta. - Lo solicité hace dos semanas, en el correo que les envié especificaba que...

Louis la interrumpió girándose bruscamente y cruzándose los brazos.

- Correo que nunca me llegó.

- ¿No?

- No. - Casi gritó, necesitaba calmarse antes de que cometa una locura. - Bien, ya que no quieres recibir mis peticiones no tendré otra opción que ir a hablar con el director. - Se giró por segunda vez para salir de ese lugar.

1...2...

- Espera, eso no será necesario, haré una excepción por esta vez. - Louis sonrió cuando se dio cuenta que las palabras fueron dichas de manera tan desesperada.

- Bien, gracias Mary. - Iba a seguir su camino cuando escucho esa desagradable voz otra vez.

- No te olvides que mañana tienes que estar a primera hora aquí, recuerda que tu eres quien estará a cargo de las inscripciones de este año. - Juraría que podía sentir su sonrisa burlesca.

Pero Louis era un Omega que no se dejaba intimidar fácilmente y sabía perfectamente cómo mantener su dignidad en todo momento.

Por eso es que su sonrisa en ningún momento se borró y mantuvo su postura en todo momento.

- Lo sé. - No lo sabía. - No te preocupes que yo sé cómo hacer bien mi trabajo. - Y se fue sin siquiera mirarla.

Cuando por fin en la noche llegó a su departamento se permitió, tal vez, gritar de frustración.

Mañana no sería un buen día para él.

It's About TrustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora