Dos

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Jimin podía oirles hablar desde el comedor donde los esperaba, sus ojos seguían hinchados e irritados y su cabeza martillaba sin fin.

Se había vestido con una camiseta de cuello ancho color blanco que dejaba a la vista la marca que seguía ardiendo en su piel.

Gimoteo al recordarlo ¿Cómo pudo ser tan tonto para haber permitido aquello?

Escuchó a su padre soltar una carcajada, él tampoco sabía sobre la marca todavía ya que en lo que faltó de la tarde no se lo encontró en casa.

Mientras tanto, con el invitado que observaba todo con desinterés, él no deseaba estar ahí, pero su corazón había muerto unas horas antes.

Lo malo de no encontrar a tu pareja destinada a tiempo era que muy posiblemente esa otra mitad se canse de esperar y busque otro alfa para una relación.

Suponía que era eso lo que había pasado con su omega destinado, no le conocía en lo absoluto, pero fue su lobo el que sintió el dolor del abandono, haciéndole saber que su omega había sido marcado.

Él sólo esperaba que fuera feliz, sea donde sea que esté, que se encuentre con el alfa al que desea.

Él debía hacer lo mismo, no porque lo deseara, más bien porque no tenía opción, necesitaba tener aunque sea un primogénito al que dejarle su empresa en un futuro.

Era por eso que aceptó, el señor Park se había comunicado con él en toda la semana, tratando de que tuviera aunque sea una cita con su hijo único.

Jungkook los negó todos hasta que al final terminó aceptando, solo para dejar las cosas claras y que él no estaba interesado en el omega, pero se arrepintió esa misma mañana, llamó para cancelar y solo unas horas después, fue cuando se enteró sobre lo sucedido con su omega.

Entonces llamó para volver a aceptar.

Y ahí estaba ahora, a punto de conocer a un omega por compromiso, solo esperaba que el hijo del señor Park no tuviera expectativas altas sobre la cita porque el apenas y andaba, el dolor de haber perdido al omega antes de siquiera conocerlo le carcomía entero.

-Pase por aquí, mi hijo debe estar esperándonos ya.-pidió el hombre de baja estatura y cabellera castaña con toques blanquecinos por las canas.

El omega alzó la mirada al instante y jadeó cuando el olor a café puro combinado con menta llegó a él, su corazón latió alterado y su respiración se aceleró, no podía, no podía ser él.

Su lobo se removió asustado, recordándole lo que tenía en el cuello y quiso llorar de inmediato.

Sus ojos entonces observaron a los dos hombres que entraron, específicamente al que venía un poco atrás de su padre y gimoteó levantándose de golpe de la silla.

Era él, lo sabía, lo sentía, llevó una de sus manos a su cuello, como si de esa forma el alfa tras su padre no notara la marca.

Ambos se detuvieron en la entrada, dejando de hablar, ambas miradas pegadas a él y notando lo que sucedía.

-Jimin...-murmuró su padre, estupefacto, sin embargo no pudo seguir hablado ya que el pelinegro tras él gruñó furioso.

Jimin quiso rodear la mesa para tratar de llegar a su alfa, pero éste le detuvo con otro gruñido.

-Disculpe, alfa Park, pero yo no tengo nada que hacer aquí, su hijo ya está marcado.-dijo con frialdad, pero Jimin era consciente del dolor y la decepción que reflejaba su rostro.

El alfa mayor balbuceó sin saber que hacer y cuando el pelinegro dio unos cuantos pasos hacia atrás, con intención de irse, trató de solucionar el error.

ALPHAWhere stories live. Discover now