LXXV

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La mañana de la cirugía muchos fueron a visitarlo, apenas por unos minutos, rato antes de que tuvieran que llevarlo a quirófano.

Entre ellos estúpidos parientes que dedicaron sonrisas falsas y estúpidas flores.

Joshua no quería separarse de él, pero tuvo que hacerlo en varias ocasiones, como cuando la señora y el señor Lee pidieron hablar con su hijo a solas y él se encargó de esperarlo afuera, junto con Jihoon y Soonyoung, quiénes se quedarían a ver la cirugía. Seungcheol y Jeonghan vendrían en un rato, para darle unas palabras de aliento a Seokmin.

Sus amigos notaron lo decaído de su actitud, aunque no intentaron nada para animarlo porque sabían que no lo lograrían.

Apenas pudo decir algunas palabras, pero ya no estaba de humor para nada.

Su mente estaba muy lejos de ese hospital, y con sólo notar sus ojitos perdidos, fijos en el lustrosos suelo, ninguno intentaba hablarle.

En su mente sólo podía recordar los viejos tiempos, donde no se preocupaba por los dolores de cabeza de Seokmin y pensaba que se veía adorable, donde se encargaban de escuchar musica o de hablar por mensaje durante las noches, o mitad con voz y mitad escrito en persona, con Seokmin comiendo caramelos de frutilla mientras él tenía su café.

Viejos tiempos a los que quería volver.

—Josh —escuchó la suave voz de la señora Lee, alzó su rostro hacia la mujer, que tenía una expresión tan melancólica como él—. Minnie me pidió que te diera esto —añadió, estiró su mano hacia él, mostrando el anillo que le había regalado a su novio en su cumpleaños.

Joshua quiso llorar.

Se tragó sus lágrimas y tomó el anillo, lo colocó en el dedo anular de su mano derecha, porque en la izquierda tenía el propio.

Mirándolo a ambos, quiso llorar.

Sintió a la señora Lee abrazarlo, comenzó a llorar sin poder evitarlo, rompiéndose en los brazos de la mujer.

—Todo va a salir bien, Josh.

Seokmin se sentía completamente desnudo, por más que tuviera la bata del hospital encima, esa estúpida tela sintética no cambiaba nada, ni le proporcionaba abrigo

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Seokmin se sentía completamente desnudo, por más que tuviera la bata del hospital encima, esa estúpida tela sintética no cambiaba nada, ni le proporcionaba abrigo.

Lo habían obligado a quitarse todo, desde ropa hasta cualquier accesorio que tenga.

Y así se había despedido del anillo que compartía con Joshua.

En su camino al quirófano fue acompañado tanto por sus padres como por sus amigos, pero no vió a Joshua entre ellos y un sentimiento amargo se instaló en su pecho.

Se asustó cuando lo dejaron sólo en aquella habitación, tan bien iluminada y con gente cubierta en mascarillas, gorros, guantes y uniformes blancos, con tantos elementos de metal brillante junto a la camilla.

En sus ojitos se notó el miedo.

—Tranquilo, chico —dijo uno de aquellos enmascarados—. Todo terminará más rápido de lo que crees —y le dedicó una sonrisa que se notó por las arrugas de sus ojos.

Seokmin se sentía incómodo en la camilla de la sala también.

Uno de ellos colocó una mascarilla que cubría su nariz y boca, conectada a lo que le parecían tanques.

—Tranquilo, estás en buenas manos —dijo—. Ahora te daremos anestesia, vas a dormir muy bien, no te preocupes, será rápido, cuando despiertes ya estarás con tu familia, ¿Bien? —Seokmin asintió ligeramente, sintió el aire en la mascarilla más frío que el normal—. Relájate, ahora te vas a dormir en tres, dos...

𝗟𝗼𝘂𝗱 キ 𝘴𝘦𝘰𝘬𝘴𝘰𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora