Vincent Maslow sabía que no debía desearlo, su nuevo asistente temporal estaba completamente fuera de sus propios límites, demasiado joven para él, demasiado impoluto, y aun así no podía apartar sus ojos de él, no podía evitar imaginar los escenario...
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VINCENT MASLOW
Ambos salieron del edificio al día siguiente, la tormenta por fin había pasado, no sin dejar estragos atrás. Las nubes comenzaban a disiparse en el cielo, dejando intermitentes rayos de sol caer sobre la húmeda ciudad, dándole cierta caótica belleza al entorno.
Las cartas estaban sobre la mesa, revelaciones fueron hechas y no había vuelta atrás, el prohibido deseo entre Cody y Vince había sido sacado a flote.
-Piensa en lo que te propuse.- Le dijo al chico. -Medítalo sin ninguna presión, aceptarla o negarla no alterará en lo absoluto tu trabajo en la empresa ni tampoco tu relación conmigo, ¿está claro?-
-De acuerdo.- Cody pareció aliviado. -Puede que me tome unos días considerarlo.
Vince entendió, sin el calor del momento ni la lujuria nublando sus juicios era fácil ver que comprometerse a una relación DD/Lb no era una decisión tan simple.
-El tiempo que necesites.-
Cody no se contactó con él al día siguiente.
El día lunes, Vince entró a su empresa, incapaz de dejar pensar en Cody, en los besos que compartieron aquella noche de verdades expuestas. Quería sacárselo de la cabeza con trabajo, con ejercicio, con más trabajo, pero nada resultó, su deseo siempre lograba dominar en su mente.
-Sus pastillas, jefe.-
-Gracias, Min.- Vince se las echó a la boca y las tragó sin agua. Ni siquiera el amargo medicamento lograba borrar el dulce sabor de la boca de Cody, que incluso después de dos días, permanecía en su lengua.
Cody...
Como de costumbre, besó la mejilla de Mindy, tomó la carpeta de documentos sobre el mostrador y entró a su oficina listo para otro día de trabajo. Cómo la respuesta a una plegaria continua, al cruzar la puerta, se encontró al motivo de su desesperación. Cody, parado exactamente donde lo encontró años atrás antes de ser el joven adulto que era ahora, las manos entrelazadas detrás de su espalda, contemplando el panorama con la misma fascinación de siempre que no parecía desaparecer.
Se detuvo un momento a contemplar a aquél joven, cuestionándose si realmente sería capaz de corromper semejante pureza, consumir tal inocencia. Cody vio su reflejo en el cristal y giró sobre sus talones. Esa mirada en su rostro le hizo saber que el chico ya era suyo, incluso antes de siquiera abrir la boca para revelar su respuesta.
-¿Pensaste en mi propuesta?- Preguntó Vince.
Cody sonrió como si acabara de escuchar la pregunta más estúpida en la historia.
-No pude pensar en otra cosa.- Su mirada bajó por su cuerpo. -No pude pensar en nada más que en usted.-
