Esperarla

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En la noche cuando llegó a casa Max salta de un lado a otro. Lo miro fijamente antes de acariciarlo.

A veces cuando lo encuentro mordiendo mis zapatos me dan ganas de no haberlo traído nunca, pero luego veo como Amelia lo mira y esa idea se esfuma de mi mente.

Además, cuando ve que vamos a enrollarnos el simplemente desaparece de la habitación en la que nos encontramos, cómo si creyera que le vamos a provocar algún tipo de trauma.

Deje mis llaves sobre la mesita y me dirigí a la cocina, ahí me encontré con Amelia de espaldas. Está usando un short corto que le llega a penas unos centímetros por debajo de las nalgas y una camisa holgada de color gris, está descalza y está tarareando alegremente una canción.

Max se acerca y se restriega contra la parte baja de sus pantorrillas.

Amelia se gira y me mira.

Trae la espátula en la mano. Está haciendo hot cakes.

En el instante en el que sus ojos miran fijamente los míos, siento que me atraviesan y casi presiento que puede leer en mi expresión que tengo una mala noticia que darle.

—Estoy teniendo un buen día hoy —dice, como si tratara de hacer que me abstenga de joderle la existencia en ese momento —, ¿Y tú?

Solté un largo suspiro.

—Estoy mejor ahora que estoy contigo.

Me sonrió y, creo que yo hice una sonrisa que tenía más potencial como mueca.

Apagó el fuego, dejo la espátula en la isla y volvió a girarse a mí.

—¿Paso algo?

Por un momento pienso seriamente en mentirle y por el otro pienso en cuáles serán las consecuencias de mentirle y aparte, que se entere.

—Te cuento luego —me limito a decir mientras la atraigo a mí y enrollo mis brazos alrededor de su cintura para besarla.

AMELIA ||• Masón StevensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora