Hablarnos

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Amelia.

Mason no deja de mirar a Hanzel mientras comemos, el pequeño lo ignora, pero yo no soy capaz de tanto así que le doy un pisotón por debajo de la mesa, Mason me mira de reojo mientras se encoje en su lugar por el dolor. Al menos a dejado de mirar a Hanzel.

El pequeño sonríe discretamente sin mirarlo y continúa comiendo. Está cantando victoria en silencio.

Me reí un poco, Mason me fulminó.

—Come —le ordenó.

Mason y yo observamos a Hanzel dormir en su cuna, estamos de pie recargados en la puerta

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Mason y yo observamos a Hanzel dormir en su cuna, estamos de pie recargados en la puerta.

Parece un pequeño angelito, aunque tengo la sensación de que de grande no lo será. Tengo la sensación de que será un pequeño buscapleitos.

Me acerque a Mason y lo abrace por la cintura, él deslizó uno de sus brazos por mis hombros y me atrajo a él.

—Sabes he estado pensando —comenzo a decir en un pequeño susurro —, que si planeamos tener uno de esos deberíamos comenzar ya.

Mi corazón dió un salto. Parpadee confundida y me aleje un poco de él para poder mirarlo a los ojos.

—¿Ha... Ha... Hablas de... Un... Un hi... Un hijo? —tartamudee de manera torpe.

Mason sonrió y se le formaron unos tiernos hoyuelos. Me acaricio el cabello y luego la mejilla.

—O una hija —encogió los hombros sin darle mucha importancia —, mientras sean tuyos me da igual que sea.

Volví a parpadear, por alguna razón sentí que estaba en un sueño y que estaba apunto de despertar.

—Yo... Lo siento —me reí un poco, eso hago cuando estoy muy nerviosa —... Me dejaste completamente sin palabras. No sé que decir.

—No tienes que decir nada —me dedico una sonrisa ladina y sentí como me temblaron las piernas —, ¿Por qué hablar de tener hijos cuando podemos empezar a hacerlos?

No me dió tiempo de responderle porque ya estaba empujándome a una pared del pasillo y ya había cerrado la puerta de nuestra habitación.

—Mason, si Hanzel nos escucha lo dejaremos traumatizado —él tiro de mi mano y comenzo a arrastrarme a la sala. Max apareció moviendo su colita.

Antes de que me diera cuenta ya estábamos fuera de casa, caminando en el bosque, al cabo de unos segundos fuimos a dar a una pequeña cabaña.

—No había visto este lugar antes.

—La mande a construir para situaciones como está. Un solo día más sin que pueda cojerte y me volveré loco.

Subimos el pórtico, Mason abrió la puerta y me aventó adentro. El lugar era muy pequeño, solo era una pequeña habitación con una cama, una silla y un mueble.

No tuve tiempo de admirar mucho antes de que el pelinegro me diera la vuelta de un tirón y me empujara hacia atrás, di un par de pasos y luego rebote en la cama.

Se acercó a mí a una velocidad increíble, desabrochó mis pantalones y me los arranco junto a la ropa interior. En medio de la oscuridad a penas y podía distinguir su silueta, lo ví sacarse la playera y desabrocharse el cinturón, dejó caer su pantalón y se bajó el boxer.

Gateo encima de la cama hasta que quedó sobre mí, enterró su nariz en mi cuello y absorbió el aroma, cuando sentí su erección contra mi abdomen solté un ligero suspiro. Deslizó sus manos bajo mi camiseta y luego la alzo sobre mis brazos hasta que la saco por mi cabeza.

Comenzó a dejar besos entre mis pechos y luego comenzó descender por mi abdomen hasta que quedó justo entre mis piernas, me lleve las manos a la cara por inercia y él dió una pequeña mordida al interior de mi muslo.

—¡Hey! —alce la cabeza y lo mire como pude.

—No te cubras —me ordenó y comenzó a undir su cara. Apenas sentí su lengua rozando mi clítoris arquee la espalda. Había olvidado lo bueno que era.

Introdujo uno de sus dedos y este se deslizó con facilidad hacia adentro. Me mordí el labio. Aumento la velocidad de su lengua y no tarde mucho en sentir que me venía, después de hacerlo Mason se levantó.

—Ahora que estás así de lubricada podemos continuar —volvio a gatear sobre mí, pero está vez apenas su miembro estuvo a la altura de mi vientre lo introdujo. Me aferre a sus hombros y él coloco cada una de sus manos al lado de mi cara.

Cuando comenzó a moverse sentí que estaba apunto de partirme a la mitad, sus estocadas eran muy fuertes pero debido a la humedad él se estaba deslizando a la perfección en mi interior.

Cuando por fin se vino dentro de mí se me dejó caer encima. Me dió un beso en la cabeza.

—Es hora de volver.

AMELIA ||• Masón StevensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora