♆Espacio negativo♆

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"Un secreto puede ser un arma peligrosa en manos de la persona correcta."

Julie Sinclair.

Tal y como un rompecabezas, un cúmulo de secretos forman un patrón que puede ser descifrado hasta llegar a una sucia verdad; una que tal vez vivió ya el tiempo suficiente enterrada en mentiras felices, convirtiéndose en un problema para los involu...

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Tal y como un rompecabezas, un cúmulo de secretos forman un patrón que puede ser descifrado hasta llegar a una sucia verdad; una que tal vez vivió ya el tiempo suficiente enterrada en mentiras felices, convirtiéndose en un problema para los involucrados.

Por eso, aquel que conozca la naturaleza verídica de los hechos ha de pretender hasta el momento justo en el que tenga que usar dicha información a su favor, y más importante aún, no deberá de sentir pena alguna por los daños colaterales.

Porque aquel que siente, pierde.

Y quizás era una mierda, sí, pero esa fue una de las primeras lecciones que Julie aprendió de su padre. Tenía el recuerdo aún fresco en su memoria: Una tarde ventosa de abril, una tienda de conveniencia y varios caramelos de sandía que había guardado en el bolsillo de su overol, mientras su progenitor hablaba en la parte trasera con el dueño sobre negocios que no eran de su incumbencia. Recordaba también sus ojos verdes a través del espejo retrovisor, el olor a cigarro de la camioneta y el recuento del botín que hicieron en el estacionamiento del centro comercial después de sus andadas.

Eran un gran equipo.

Ahora estaba sola, en teoría, pues con ella venían un sin fin de enseñanzas nefastas y habilidades aprendidas que aplicaba a mano firme en su rutina en Wincastle, justo como él lo hubiese querido.

Julie subió las escaleras a pasos ligeros, y caminó por el corredor principal del segundo piso en las puntas de sus pies hasta ver la placa del 31I. La habitación era un desastre cuidadoso, y en medio de tantas baratijas rebuscó por algo de relativo valor.

Una chica le debía más de lo que hubiese permitido, y de no ser por su gran humor esas semanas, habría solucionado las cosas a primera hora con un buen golpe. Repasó los escondites comunes por algo de dinero y se guardó varias cosas en los bolsillos de la falda, bufando con molestia.

Nada de eso sería suficiente.

Los armarios fueron su objetivo principal, y no le importó en lo absoluto a quién pertenecían las cosas si eso implicaba cubrir la cuota. En la parte inferior encontró una caja de zapatos y dentro de esta, varios artículos captaron su atención.

Quizás la peor costumbre de Julie era usar cuanta cosa encontrara mientras robaba, pero teniendo en cuenta que todos debían estar en clase, no vio problema alguno. Se probó varios lentes de sol y un par de diademas del parque de diversiones, al igual que una chaqueta de cuero que pretendía conservar hasta que escuchó girar la manija de la puerta.

Delilah se quedó de pie en el umbral sin decir una palabra, y ambas se observaron con más precaución de la necesaria.

La omega caminó despacio hasta el armario tras ella y abrió la puerta con sumo cuidado, sacando una bata blanca bajo los ojos alerta y fieros de la pelirroja.

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