Te amo

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—Marcela, ¡renuncio! —Dijo William, entrando en su oficina que ahora ocupaba Marcela.

—¿Estás renunciando?

—Por supuesto, no voy a pasar otro día en esta empresa con ese señor. —Contestó indignado.

—También tuviste tu parte de culpa. —Dijo Marcela, tras enterarse por su secretaria de que él también había provocado a Armando durante la pelea.

—¿Qué? Claro que no, él entró golpeándome. —Se defendió, caminando de un lado a otro de la oficina. —Está decidido, renuncio.

—¿Pero quién se va a quedar aquí?

—Eso no lo sé. —Dijo como si no le importara, de hecho ahora estaba tan enfadado con Armando como con Marcela. —No quería hacerte esto, Marcela, pero es humillante, ¿entiendes?

—Sí, entiendo... —¿No puedes pensar mejor? Es que tenemos tantos problemas que es difícil encontrar a alguien tan rápido. —Prácticamente le rogó que no le diera otro problema que resolver, pero William sólo quería salir de allí.

—No voy a pasar ni un minuto más bajo el mismo techo con el doctor. —Dijo con decisión.

—De acuerdo, deja tu carta de dimisión en la administración.

—Volveré mañana a recoger mis cosas. —Dijo, saliendo.

—¿Y ahora, doña Marcela? —Preguntó la joven tras un largo y cansado suspiro de Marcela.

—Tendré que encontrar un nuevo gerente. —Se pasó la mano por la frente, aún sin creerse que se había marchado sin más.

—¿Estás bien? —Preguntó tras un breve silencio.

—Estoy bien, sólo necesito ir a casa. En realidad creo que necesito unas vacaciones. —Dijo agotada.

—Eso todos necesitamos. ¿Ya te vas?

—Sí, y tú también puedes irte, ya hiciste demasiado por hoy.

—Gracias, doña Marcela. Que pase una buena noche. —Sonrió con simpatía, y luego fue a la recepción a recoger sus cosas.

—Tú también. —Marcela le devolvió la sonrisa.

Miró el montón de papeles que ya parecía mucho más pequeño que antes y cogió una carpeta para llevársela, luego cogió su bolso y se fue. Estaba agotada, no sólo físicamente, sino también mentalmente.

———————

En el departamento, Armando esperaba a Marcela con aprensión. Sabía que ella estaba enfadada con él, pero esperaba que se hubiera calmado, sobre todo después de su casi beso. Ahora estaba mucho más tranquilo, en ese momento había sentido que ella no había dejado de gustarle ni por un momento, ella deseaba ese beso tanto como él, y eso era evidente, sólo parecía tener miedo de entregarse de nuevo.

Armando había reflexionado mucho y después de calmarse se dio cuenta de que aquella pelea había sido ridícula por su parte, había parecido un hombre inseguro y quizás en aquel momento realmente lo era, pero no debía demostrarlo. Definitivamente había actuado como Marcela hace unos meses, impulsivo y llevado por los celos, pero nunca lo admitiría. Por lo menos ahora se lo pensaba mejor y veía que no tenía nada que temer, Marcela ni siquiera miraría a William.

—Ah, ahí estás. —Dijo al entrar en el apartamento y verle sentado en el sofá.

Marcela quería alejarse de él en ese momento, no quería hablar de la pelea y mucho menos de lo que casi tuvieron. La Valencia sentía que estaba a punto de ceder de verdad y ese casi beso era prueba de eso, estaba en una etapa en la que podía volver a ceder y su miedo a ser engañada por él una vez más no la dejaba considerar esa posibilidad.

Un cambio inesperadoWhere stories live. Discover now