Pesadilla o presagio

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Aquella noche era en esencia una pesadilla, el mes de julio había llegado con una terrible ola de calor que no daba tregua ni siquiera con el aire acondicionado, y pese a dejar abierto de par en par el gran ventanal de su apartamento en el quinceavo piso, no dejaba de dar vueltas en la cama tratando de dormir.

Cuando por fin creyó que lo había conseguido, un sueño recurrente, de esos que a veces se olvidan al despertar surgió en su mente. Él siendo un niño de escasos cinco años caminaba sujetando una pequeña mano, de quien había sido su amigo de la infancia, por un momento se sintió en paz al revivir ese momento que era tan lejano, hasta que un grito aterrado de esa voz conocida, pronunciando ese extraño apodo lo sacó de su pobre intento de dormir, por la impresión se sentó en la cama respirando con dificultad, intentando tranquilizarse mientras sentía el sudor frío recorriéndole la espina dorsal.

Paseó su mano por su cabellera rubia empapada en sudor, trató de calmar su agitada respiración. Bakugo Katsuki, el más reciente miembro de la mesa directiva de una de las corporaciones más prestigiosas de Japón, con su afilada mirada escarlata que se acostumbraba con dificultad a la poca luz, yacía sentado en su enorme cama, reviviendo aún el terrible grito de angustia que claramente había podido escuchar. Sentía sus manos temblar aún y había perdido por completo las ganas de dormir, de ninguna forma lograría conciliar el sueño aquella madrugada. Se levantó de la cama sin más y se dispuso a tener una larga ducha para despejarse.

Poco importaba que no hubiera dormido en toda la noche, lo único que necesitaba era sacar esa infernal pesadilla de su mente, para él no había mejor forma de despejarse que dirigiéndose directo al trabajo y hacer lo que mejor sabía.

Condujo en su lujoso auto deportivo de color negro por las iluminadas calles de Shibuya, dejando que la adrenalina inundara su sistema. Aparcó en el estacionamiento del imponente edificio y se encaminó hacia su oficina.

Bajo del elevador en el último piso del rascacielos y caminó por los elegantes pasillos, luciendo su traje a la medida, con un café de la máquina expendedora en una mano y un portafolios en la otra. Sin apartar su mirada impasible y fiera del camino, concentrándose en atravesar las puertas de cristal y encerrarse en soledad a trabajar sin ser abordado por alguna de sus colegas de trabajo que pretendiera invitarlo a cenar por milésima vez esa semana, por fortuna había llegado demasiado temprano y solo lo siguieron un par de miradas coquetas, pero esta vez nadie se llevó un rechazo.

El cansancio acumulado, los pendientes, los contratos y el recuerdo de su sueño que no lo dejaba en paz, terminaron agotándolo más que cualquier otro día, estaba considerando seriamente la oferta del jefe para tomar unas vacaciones, quizás irse de viaje le haría bien a su cansada mente.

Todos en la oficina ya habían notado que algo no andaba bien con él, estaba más serio y callado de lo normal, ni siquiera se molestaba en regañar a gritos a quien estaba holgazaneando, por lo que al llegar la hora de la comida, el jefe de departamento  se presentó personalmente en el comedor del edificio, en la mesa donde comía el agotado joven y lo envió a casa para que descansara un poco, aunque una mirada de desconcierto de parte del joven rubio fue lo único que obtuvo como respuesta. Luego de eso Katsuki se marchó de vuelta a su oficina para seguir trabajando. De esa forma pasó una semana completa, con largas jornadas de trabajo, noches de pesadilla, y ningún atisbo de poder dormir.

Cuando el sábado llegó, el joven se aseguró de presentarse puntual en la oficina, pero esta vez, por intervención del dueño de la compañía tuvo que regresar a casa, pues todos ya habían notado las terribles ojeras plasmadas en su rostro cansado. A esas alturas, era más un peligro para sí mismo que una verdadera ayuda para la compañía, al menos eso fue lo que dijo su jefe.

Frustrado y agotado regresó a su apartamento, solo para encontrar una sorpresa.

—¡Bienvenido! —La fuerte pero reconfortante voz de su madre lo recibió al atravesar las puertas de su hogar.

No me salves, solo corre [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora