Obsesión por las pecas

98 18 5
                                    

Su agitada semana terminó, y como aquellos chicos no podían quedarse quietos, para el día sábado la clase entera quiso divertirse un rato; algunos sugirieron el cine, otros ir al arcade del centro comercial, pero sus planes se frustraron terriblemente al darse cuenta que la gran mayoría seguían castigados por el incidente del fin de semana.

Los pocos que sí tenían permiso, o no les importaba en lo absoluto lo que dijeran sus padres, acordaron reunirse en el centro comercial de Musutafu, y a partir de ahí buscar algo divertido que hacer, al menos hasta que llegara la hora de la siguiente carrera del Shie.

Izuku había sido el primero en llegar, se había aburrido de estar solo en casa y decidió vagar un rato por el centro comercial, antes que sus amigos llegarán. Caminando por el segundo piso, se encontró frente a una enorme local, los luminosos y brillantes escaparates le daban la bienvenida a una tienda para chicas, donde se exhiben todo tipo de artículos, desde bolsos hasta maquillaje y accesorios. Estaba fascinado, su vista viajaba de la joyería a la ropa y de regreso. Ansiaba entrar, acercarse a las estanterías y comprar un par de cosas que usaría a escondidas en su habitación, se imaginó cruzando la puerta, midiéndose un par de prendas, regresando a casa emocionado por su nuevo atuendo, imaginando lo feliz que estaría su madre por lo que pudiera comprar, pero…no tuvo el valor, sin importar cuanto lo deseara, no se atrevió a cruzar la entrada, solo se quedó ahí, mirando hipnotizado los maniquíes de frío plástico que lucían la ropa que él nunca se atrevería a comprar.

Suspirando con frustración, se quedó mirando directamente un conjunto que había llamado su atención: una corta falda suelta de color carmesí, junto a una corta blusa blanca de delgados tirantes con una chaqueta de mezclilla. Se permitió fantasear que vestía aquella ropa, saliendo feliz con sus amigos sintiéndose cómodo con su apariencia, sin embargo, solo era su imaginación.

—Yo creo que eso te quedaría muy bien.

Su cuerpo se tensó cuando un escalofrío helado lo recorrió de la cabeza a los pies, Izuku aún lo recordaba, era la misma voz que lo amenazó en la fiesta de Overhaul, se trataba del líder yakuza, Shigaraki. Al sentir al hombre parado detrás de él, Izuku se quedó inmóvil, temblando, pensando que nada le pasaría en el centro comercial, ya que había muchos guardias. Sin embargo, no esperaba que el hombre lo sujetara, pasando su brazo sobre sus hombros, acercándose más a él.

—Si lo quieres, solo pídelo y lo tendrás —habló el hombre mirando el escaparate al igual que Izuku—. No te preocupes por el dinero.

—N-no es necesario —respondió tímido, rezando para que alguno de sus amigos apareciera.

—Es una lástima, me gustaría verte usándolo en lugar de esos holgados pantalones que traes. Además, todo lo que murmuraste sonó a que realmente querías comprarlo —dijo acercándose al rostro del más pequeño, asfixiándolo con el olor a tabaco que salía de su boca.

—No…yo solo…

—¡Izuku! —La voz de Mina llegó como una señal de esperanza para el más pequeño.

Tan rápido como llegó, Shigaraki se fue, dejando tras de sí a un tembloroso peliverde. En los segundos que le tomó a Izuku tranquilizar su respiración, Ochako y Mina aparecieron a lo lejos, saludándolo animadamente.

—¿Quién era el hombre que estaba contigo Zuzu? —preguntó la pelirosa al llegar junto a su amigo.

—N-no era nadie, solo quería preguntar una dirección —mintió para no preocupar a sus amigas, no quería arruinar su día de diversión contándoles su acercamiento con el líder yakuza.

—Pues parecía que te conocía. No deberías dejar que los extraños se acerquen tanto a ti, ya sabes, podría ser un rarito —dijo Ochako.

—O un pervertido —completó Mina.

No me salves, solo corre [KatsuDeku]Where stories live. Discover now