En la mira del cañón

70 14 0
                                    

—Unos minutos antes—

Había poco espacio en el cobertizo, por suerte las tres chicas cabían ahí sin problemas, Kirishima e Izuku acomodaron una malla sobre ellas para cubrirlas. Los disparos y gritos estaban acercándose, no había tiempo para esconderse, tenían que correr.

Kirishima sujetó la mano de Izuku y corrió con él hacia los depósitos.

Corrieron tratando de perderse entre los callejones artificiales, pero los disparos seguían acercándose.

—Eiji, es como si nos estuvieran siguiendo —susurró Izuku mientras corría.

—No, tranquilo, es solo una coincidencia. Saldremos por el otro lado y buscaremos algún lugar donde escondernos. —Kirishima corría por delante, aún sujetando la mano de Izuku.

Los disparos, antes cercanos, se esfumaron de un instante a otro, eso los hizo detenerse, ahora no sabían hacia donde tenían que correr para alejarse de los locos armados.

Instintivamente Izuku se acurrucó en la espalda de Eijiro, tratando de calmar su agitado corazón, mientras pensaban hacía donde correr. Aún con el miedo que hacía a todo su cuerpo temblar, Izuku miró hacia los oscuros callejones artificiales para asegurarse que estaban en un lugar seguro, su terrible sorpresa fue ver el reluciente cañón de un arma apuntándoles, el tiempo pareció ralentizarse. Antes que el dedo del extraño llegara al gatillo, Izuku empujó a Kirishima y él mismo retrocedió. El disparo se hizo, dando en uno de los contenedores.

Kirishima entendió lo que pasaba, sin pensar se lanzó hacia Izuku, lo sujetó y de nuevo comenzaron la huida.

—¡No mires atrás Zuzu, solo sigue corriendo! —gritó jadeando, después de todo si antes tenían miedo ahora estaban aterrados, un par de adolescentes de diecisiete años que acababan de salvarse por poco de un disparo.

De nada sirvió, otro disparo impactó en el suelo, cerca del pie de Izuku. Uno más resonó, pero de ese no hubo bala.

El responsable estaba frente a ellos, apuntando su arma al cielo.

—Suéltalo —ordenó Shigaraki con una voz hosca, mientras bajaba su arma y apuntaba hacia los chicos.

Izuku miró detrás de él, buscando a quien le hablaba el yakuza, pero no había nadie más, solo ellos.

—¿De que hablas?, nosotros no tenemos nada —dijo Kirishima, cubriendo con sus brazos a Izuku, quien estaba detrás de él, refugiándose en su espalda.

La acción del chico encendió una mueca desquiciada en el rostro del líder Tomura.

—¡Te dije que lo sueltes, maldito mocoso!

Kirishima pareció entender de qué trataba toda esa situación, cuando todo el odio del yakuza se clavó en él. Pero no se movió de su lugar, afianzó sus brazos sobre el peliverde y lentamente retrocedió.

—¿Eiji? —susurró Izuku con la voz entrecortada, aferrándose a la camisa del pelirrojo.

—¿Eiji? —Tomura repitió el apodo para sí mismo, logrando que su desquiciada mueca aumentará el terror que los chicos sentían.

El hombre mayor no dijo más, en milisegundos, el retumbar de un disparo llegó a ellos, dándole a Kirishima sólo poco tiempo para girar sobre sí mismo y abrazar a Izuku.

Tomura comenzó a carcajearse mientras veía a Kirishima desplomarse sobre la tierra.

—¡Eijiro! —gritó Izuku con lágrimas bajando por sus mejillas— Eiji por favor, resiste, estarás bien.

—I-zuku, corre —susurró el pelirrojo.

—No, no voy a dejarte aquí.

Izuku se quitó la sudadera haciendo presión en la herida del pelirrojo.

No me salves, solo corre [KatsuDeku]Where stories live. Discover now