Capítulo 2

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No hay actos malos,
solo malas personas

—¿Ha sido buena charla? —al salir del despacho de Ivonne estaba Cadmus —Pensaba que eras más fuerte, aunque esos gritos dicen lo contrario.

Me quedo mirando su frialdad después de decir aquello. Soy más fuerte que ellos dos juntos y podría demostrárselo con un solo movimiento de mi dedo meñique, pero a quien voy a engañar si ni he podido esquivar su látigo. De todas maneras no podía dejar que me hicieran más daño, el físico podría soportarlo, pero mi mente no podía más.

—Vuelve a dirigirte a mí y te rajaré la garganta. —se ríe, me quedo enfrente de él y se opaca esa fina línea que detesto —. No sería la primera vez que lo intento.

Camino por el pasillo hasta llegar a uno de los jardines de la escuela. Ninguna profesora permitía que se llegara tarde, pero todas las profesoras sabían lo que significaba cuando llegaba con heridas visibles en extremidades, esas eran las más visibles, las que todo el mundo juzga.

Estaba llegando a mi clase junto al lago. Mis más internos pensamientos me evaden mientras mi profesora, la señora Lemna, explica la nueva lección sobre el control de plantas acuáticas. Llevábamos mucho tiempo con las mismas lecciones, las mismas palabras, mismas historias que pronto dejarían de serlo. Todo gracias a que nos marcharíamos.

Ivonne es muy partícipe de mentirnos diciendo que si conseguimos controlar nuestro poder para pasar por una mujer normal podríamos salir de ese infierno al que llama campo de flores. Dice que aquí es donde florecemos, donde controlamos nuestras espinas y las escondemos. Todo para que podamos sobrevivir en un mundo que solo quiere aniquilarnos.

En realidad tengo mucha suerte de tener a alguien como Haley a mi lado, desde aquel día que todos conocéis nos volvimos inseparables, incluso después de intentos por separarnos. Éramos las rebeldes, las que no seguían las normas... hasta que nos tuvieron que juntar para que Ivonne no se tirase de los pelos.

—Elisabeth, podrías hacer una demostración.

—¿Eh?

Muevo la cabeza en dirección a la orilla del arroyo, la profesa Lemna soltaba unas plantas al agua y ladea la cabeza al agua. Al no decir nada decide alzar la pregunta al aire, por si alguien que no sea la despistada Ellise podría contestar.

—¿Podría alguien explicar a la señorita Nolan lo que estamos haciendo? —ella mira a las demás chicas mostrándose paciente sin que nadie respondiera a su pregunta. —Lo que estamos practicando son las propiedades de las flores acuáticas. ¿Podrías decirme alguna de ellas que sepas?

Respiro hondo recordando las últimas clases de herbología.

—Pueden ayudar a conciliar el sueño y, en consecuencia, reducir el insomnio.

—Bien —dice con notable orgullo. Lemna mira a las otras alumnas, aunque ellas estaban más atentas nadie parecía pillar la clase, esa que llevábamos tiempo dando—. Cambiemos la dinámica de la clase, ¿Por qué no probamos algo más práctico? Así podríamos atender todos. Elisabeth, acércate.

Suelto todo el aire que tengo en los pulmones y camino hasta ella quien es de mí misma altura y me posiciona en frente del lago.

—Cierra los ojos, cabeza alta y pies juntos. Ahora concéntrate en el agua, en la serenidad que te aporta —ejecuto sus órdenes—. Nuestro cuerpo, mente y alma se conecta de todas maneras al agua. Incluso podemos controlarla a nuestro antojo. Aquí ya hemos visto cómo sacar burbujas de agua, pero lo que no os he enseñado es que la calma del agua será también la nuestra. Podemos utilizar el agua como fuente de mucha información. Observad.

Cuando florece una Asesina✔️Where stories live. Discover now