Capítulo 10

45 9 5
                                    

Esencia oscura

Me quedo cerca del edificio, desde mi posición se ve las luces encendidas del despacho de Ivonne y mi cuerpo ansía que termine lo que se empezó hace 10 años. Cadmus me agarra de la muñeca hasta estamparme contra un árbol.

—Mantén la puta calma —le empujo y me río haciéndolo sentir confuso —. ¿No ves que es lo que quiere?

Me vuelvo a poner seria y me ayudo con una de las exigencias que siempre no repetía Ivonne.

—No le gusta que le hagan esperar. Le estoy haciendo un favor.—me giro y quedo sin mirarle mientras que desde fuera veo las luces encendidas de dentro.

Me intento acercar a lo que Cadmus me agarra y evita que de un único paso. Me enfurece y acabo juntando las gotas de lluvia formando una espada afilada que acerco a su cuello. Después de ver su insípido rostro sin miedo, sonrío.

—Recuerdo esto. Estuve a punto de matarte cuando te conocí y ni siquiera sabía manejar mi poder. Ahora que sé que nací para ser una puta asesina.

—Soy el primero que quiere ver su cabeza fuera de su cuerpo, pero no es lo más inteligente que puedes hacer.

—No busco parecer cuerda, la locura se apodera de mi y yo la acepto.

—¿Crees que eres la única que ha asesinado a sangre fría? Ya te he dicho lo que ansío ver, pero créeme lo que te digo cuando sé cada paso que da Ivonne. He pasado demasiado tiempo a su sombra y sé cómo piensa.

Hago desparecer la espada dejando caer las gotas al suelo y me quedo erguida frente a él.

—¿Y qué propones? No esperaré hasta que se quede dormida. Quiero que sufra. Me da igual quien sea, ella nunca ha sido una madre para mi. Ha sido la mayor pesadilla que he tenido.

—Lo que te he dicho es una suposición, no lo sé con certeza.

—Yo si lo sé. Mi padre tenía miles de libros con documentación sobre brujas. Lo sabía todo y nunca me dijo nada. Él es culpable de lo que me pasó y eso lo provocó él buscando a mi madre. Así que no me pidas que mantenga la calma porque no puedo.

—¿Y crees en tu padre? ¿Él te habría mentido?

—Supongo que toda familia tiene sus secretos. No lo sé.

—Me da igual lo que pienses, tendrás que hacerme caso por una vez en tu vida.

—No —sentencio —. No lo haré. Esta es mi guerra, yo decido lo que hacer, te guste o no —con seriedad le pregunto —. Ahora dime, ¿estás conmigo o contra mi?

—Te he visto por los suelos, herida, avergonzada, casi muerta y aún así mantenías tu orgullo, mantenías tu compostura y respondías con frialdad y con amenazas de muerte. Por eso le dabas tanto miedo a Ivonne desde aquel primer día.

—¿Yo asusto a Ivonne?

—Le aterras. Eres su peor pesadilla desde que llegaste a este maldito edificio. Desde que tus frágiles ojos se tornaron negros y blancos. Nunca supe el porqué, pero ella tiene que haberlo apuntado en ese libro.

—Tengo que encontrar ese libro, ahí están todas mis respuestas. Lo necesito.

—Y yo te voy a ayudar —dice sin quitar su mirada y yo trato de mantenerme calmada dentro de un fuego que no deja de arder —. Creía conocer todo sobre ti y no sé de dónde has sacado esta fortaleza tan poderosa.

Levanto una ceja manteniendo mi seguridad intacta.

—¿Acaso te asusta lo que ves?

Se acerca a mi y se queda mirándome con detenimiento. Nuestros ojos brillantes resaltan en la oscuridad de la noche. Le mantengo el contacto visual con los ojos inyectados en ira y mi corazón palpitante de venganza.

—Esta es tu naturaleza, tu esencia oscura en pleno auge. Una esencia despiadada y sangrienta. Nunca habría pensado que podría enamorarme de una asesina que explotó el corazón a un hombre aún suplicándole por su vida —roza mi mejilla con su mano —. No me asustas, Ellise. Me vuelves loco.

Me envuelvo en él y acabamos besándonos bajo la pesada lluvia. Un beso que jamás habría pasado, algo que estaba totalmente fuera de mil planes. Y que ansiaba con toda mi alma.

Él besa cada parte de mi torso y gimo al sentir sus manos en mi cuerpo, tocándome con fuerza y con firmeza. Una situación macabra, sexual, poco adecuado y, con todo el potencial de ser una experiencia increíble.

Muerdo su labio inferior con fuerza hasta que noto el sabor de su sangre, cómo esta me crea una reacción de éxtasis y fuerza sobrenatural. Mis ojos toman un color dorado por un segundo y vuelvo a besarlo mezclando nuestras lenguas con ansías de tener más de él.

Nos besamos ferozmente hasta fundir nuestras almas marchitas en una sola. En una ocasión que nos separamos y me fijo en sus ojos, se mezclaban los colores de ambos poderes y vi la magia que desprendía. Una sucia, oscura y hermosa magia.

¿Dos asesinos enamorados? Puede que me guste.

Cuando florece una Asesina✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora