Un viaje peligroso

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Yahiko se encontraba de rodillas, sus ojos se agitaban con horror, no podía creer que había sido traicionado por sus amigos, aquellos chicos que por años lo acompañaron en la carencia y el constante peligro. 

Con cuidado se levantó del suelo, notando como Konan le extendía una pesada mochila, mientras que Nagato le colocaba en el bolsillo de la capa unos papeles. 

El hombre de cabello anaranjado apretó los dientes, armándose de valor para confrontar a los presentes. 

-No lo puedo creer, luego de todo lo que hemos pasado juntos, luego de la guerra, la pobreza y el duro entrenamiento, simplemente deciden que es buena idea arrojarme a los lobos- 

Los discípulos de Jiraya alzaron una ceja para ver cómo cierto moreno se acercaba al líder con la intención de hacerle daño. 

-¡Pará tu maldito drama, solo te irás de campamento con los mocosos!- dijo Kakuzu para después darle un buen golpe a su superior, justo en la cabeza.

Yahiko agarró el área afectada, siento que aquel golpe por poco le rompe el cráneo en dos. 

Sasori que se encontraba recargado en una esquina soltó una risita mientras le preparaba a los futuros campistas un botiquín médico. 

-¡Ustedes no lo entienden, si me dejan a solas con esos tres, no dudarán en usar mi cuerpo cómo carnada de osos!- gritó el líder. 

El marionetista se cubrió un poco la boca tratando de contener la risa, ya que aquella imagen mental era en verdad graciosa. 

-Escucha, luego de todo lo que hemos pasado, creo que ya es hora de que formes un verdadero vínculo con esos niños- comentó la chica del origami. 

-Estamos conscientes de que esos jóvenes son algo explosivos, pero también son buenos chicos, y deben de sanar su relación contigo, solo así te llegarán a respetar de verdad- señaló el poseedor del rinnengan. 

-Además, si en algún momento alguno de ellos trata de asesinarte, Zetsu nos avisará, así que deja de actuar como una gallina y termina de empacar tus cosas- le ordenó el avaro. 

Al oír eso, Yahiko hizo una mueca notando que faltaban ciertos ninjas. 

-¿Dónde está Tobi?, ¿y qué está haciendo Kisame?- 

-Están con los cachorros, dijeron que se encargarían de avisarles sobre este inusual viaje- contestó el experto en venenos. 

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Del otro lado, en alguna de las habitaciones, Kisame tenía a los chicos escandalosos encapsulados en esferas de agua. 

A pesar de las condiciones, Deidara y Hidan no dejaban de patear, tirar puñetazos, incluso se atrevieron a protestar sabiendo que el oxígeno podría escaparse de sus pulmones. 

A pesar de que estaba bajo el jutsu de su pareja, Itachi decidió conservar la calma, sabía que el mayor no los ahogaría. 

-Por favor, ya cálmense, nadie tiene que salir herido- dijo el hombre tiburón con una sonrisa incómoda. 

-Habla por ti, a nosotros casi nos matan- de una parte de la casa salió la extraña planta y en su espalda se escondía Tobi, cuya máscara estaba de verdad arañada. 

El espadachín quiso consolarlos pero entonces vio como tanto el jashinista cómo el artistas se ponían morados. Enfoco la vista en el Uchiha, el cual ya se estaba agarrando el cuello, indicando al mayor que había llegado a su límite. 

Sin pensarlo dos veces, el tiburón liberó a los menores y estos cayeron al suelo tratando de recuperar algo de aire. 

-¡BESTIA!- le gritó el religioso tratando de sacudirse la capa. 

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