🍃Florecer

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Tres meses después de la muerte de Sasuke

Ya hace un mes que Sakura volvió al trabajo, pero por mucho que intente mantener su mente distraída, no logra paliar ni un ápice su dolor, y aunque Itachi no la deja sola e intenta estar con ella lo máximo posible, no es suficiente.

Hoy se ha levantado más tarde porque tiene el día libre, y lo hace dispuesta a empaquetar todas las pertenencias de Sasuke, pues cada vez que ve su ropa colgada en el armario y doblada en los cajones, las lágrimas le pueden, al igual que no puede evitar olerla y aspirar lo que queda de su aroma, un recuerdo efímero que por desgracia muy pronto desaparecerá.

—Sasuke... —susurra con pesadumbrez.

Al cabo de un par de horas aproximadamente, termina y se calienta un poco de Yakisoba. Después decide echarse un rato, debido a que sus noches últimamente son largas al no poder conciliar el sueño, y si logra quedarse dormida, lo ve a él, lo siente, incluso le parece escuchar su voz, todo desde aquella noche en la que Itachi se quedó para hacerle compañía, pero claro, no podía pedirle a su cuñado que se quedara con ella todos los días, él tenía su vida, y al fin y al cabo, ella debía seguir con la suya.

Se dirige a la habitación, cuando de pronto suena el teléfono de la sala, tal vez sea Hinata para salir a dar una vuelta, piensa antes de descolgar, pero cuando contesta, de nuevo oye la voz de su cuñado al otro lado de la línea.

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Por teléfono

—Hola, Saku. ¿Todo bien?, hace un par días que no sé nada de ti.

—Hola, Ita. Bueno... sigo como siempre, nada en particular que pueda contarte —Itachi suspira.

—Aam... tal vez no te apetezca, pero... ya sabes que el festival del Hanami está a la vuelta de la esquina, muchos parques ya están repletos de cerezos en flor y me preguntaba sí te apetecería ... —Sakura responde antes de que Itachi formule la pregunta.

—Sí. Me gustaría mucho que me llevaras a verlos, n... necesito salir de aquí, necesito seguir adelante con mi vida.

Itachi siente alegría e impotencia a la vez, por un lado le alegra saber que acepta su propuesta, pero por otro, sigue percibiendo ese deje de tristeza en su voz que lo quiebra por completo.

—De acuerdo, Sakura. Había pensado en acudir al parque Ueno, podríamos comer allí y pasar el resto de la tarde juntos, ¿qué te parece? —le propone entusiasmado.

—Me parece bien. G... gracias, Ita.

—No es nada, en media hora te recojo.

Sakura aprieta el auricular contra su pecho, pues al igual que Itachi, no puede evitar sentirse extraña, por un lado quiere intentar seguir con su vida, pero por otro, el sentimiento de culpa por dejar atrás el recuerdo de su amado, le impide avanzar, sin duda, una balanza muy difícil de equilibrar.

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Itachi no tarda en llegar a casa de su cuñada, y en cuanto, ella le abre la puerta y se dan dos besos, el azabache no puede evitar observar varias cajas apiladas en un rincón de la sala.

—¿Has empaquetado las cosas de mi hermano?.

—Sí, tarde o temprano tenía que hacerlo, de nada sirve que sigan ocupando un lugar en la habitación, eso no va a servir para que él vuelva.

—Podrías haberme avisado, te habría echado una mano, ya sabes... hacerlo más llevadero —Itachi intenta evitar que se derrumbe de nuevo.

—No te preocupes, era algo que debía hacer yo sola, debo acostumbrarme a manejar la situación y tocar de pies en el suelo,  dejar de vivir con la esperanza de que todo esto es una pesadilla y él regresará.

AUSENCIA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora