🍃Cara y cruz

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Tres meses más tarde

Sarada nació sin problemas al noveno mes de embarazo. Una niña hermosa de blanca piel y cabellos azabache al igual que sus ojos, la viva imagen de Sasuke, por lo que Sakura se sintió feliz, sin duda el cielo le dio la bendición de mandarle ese pedacito del que un día fue el amor de su vida. Itachi se desvivió con ella desde el principio y se prometió a si mismo cuidar de ambas hasta el fin de sus días, estaban felices, no podían creer que después de tanto sufrimiento, al fin su tristeza quedaría en el olvido.

*

Sakura se levanta agotada, pues la pequeña revoltosa se ha propuesto no dejarles dormir por las noches, pero Itachi y ella se turnan para darle el biberón en cada toma, si por él fuera, estaría toda la noche en vela por tal de que Sakura descansara.

—Me voy, cariño, cualquier cosa que necesites, llámame al hospital, ¿de acuerdo? —le dice Itachi antes de salir a trabajar.

—Sí, no te preocupes, además, Hinata vendrá en breve para echarme una mano —contesta Sakura mientras le otorga una cálida sonrisa.

La pequeña gimotea en sus brazos al ver al que para ella es su papá abandonar la casa, pero pronto Sakura la mece hasta que consigue dormirla. Pasada media hora, Hinata llama a la puerta, golpea suavemente la madera para no presionar el timbre por si Sarada duerme, algo que Sakura le agradece nada más cruzar el umbral.

*

—Hola Saku. ¿Está dormida la princesita? —pregunta cariñosamente, la azabache.

—Sí, he logrado dormirla hace un rato, espero que por lo menos lo haga durante un par de horas, estoy agotada, lleva varias noches desvelándose y apenas podemos dormir.

—Vaya..., bueno, supongo que es algo normal, ya tengo ganas de saber que se siente al ser madre —responde la de ojos perla con un brillo esperanzador titilando en sus pupilas.

—Es algo precioso, indescriptible,  estamos muy felices... —a Hinata le da la sensación que Sakura no lo dice muy convencida.

—¿Seguro que eres feliz, Saku? —la pelirrosa sonríe con tristeza.

—Lo soy, pero no puedo evitar tener esa maldita sensación, la sensación de saber que Sarada jamás conocerá a su verdadero padre —Hinata enseguida la abraza con fuerza.

—¿Y con Itachi?, ¿cómo van las cosas entre vosotros? —Hinata insiste en saber más sobre el matrimonio.

—Bien, está hecho un padrazo, la verdad es que doy gracias al cielo por tenerle, de no ser por él, no sé qué habría sido de mí, me ha apoyado mucho durante este primer año sin Sasuke —Hinata suspira.

—Pero..., ¿lo amas?, quiero decir, me da la sensación que te sientes en deuda con él, sé que estáis casados y todo, pero...

—Al principio debo reconocer que lo sentí así, sentí que de algun modo tenía que devolverle todo lo que hizo por mí, pero no quise admitirlo frente a él para no hacerle daño, pero con el paso del tiempo, he aprendido a quererle. Ahora mismo te puedo decir con total seguridad que sí, que lo amo con todo mi ser —Sakura se muestra firme en sus palabras.

—Me alegra, ya te dije una vez que si tú eres feliz, yo también.

Ambas pasan un largo rato charlando hasta que la pequeña Sarada despierta, Hinata es quien la coge en brazos y le hace monerías, a la niña le encanta y así Sakura aprovecha para limpiar un poco la casa.

*

La tarde ha pasado deprisa y a las siete en punto Itachi llega de trabajar, justo antes de que Hinata se vaya. Los dos azabaches cruzan palabras y se despiden en el umbral e Itachi de nuevo le agradece que haya venido a prestarle ayuda a Sakura en su ausencia.

AUSENCIA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora