Capítulo I

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Lo primero que ví nada más abrir los ojos es una luz.

Una luz muy blanca, de hecho.

¿Estoy muerta?

Es la primera pregunta que me hice. Intenté mirar más allá del destello que me daba de lleno en la cara y descubrí que estaba en una habitación blanca. A mi derecha había un sillón, detrás de este se encontraba una ventana por la que solo se veía un cielo despejado. En frente, había una mesita con una televisión colgada de la pared. A mi izquierda, reposaba un armario y en la misma pared había una puerta con ventanilla.

La habitación estaba vacía, excepto por mi, y a los pocos minutos de despertar entró una mujer que rondaba entre los 40 y 50 años y llevaba puesta una bata blanca. En cuanto me vió, me sonrió con amabilidad y se acercó a mi camilla.

—Por fin despierta. Llamaré al médico para que le revise y le explique el informe con las patologías que padece— me explicó.

Dicho esto, se dió media vuelta para irse, pero antes de eso le pregunté:

—¿Qué me ha pasado? ¿Cuánto llevo aquí?

Ella solo sonrió de nuevo, pero esta vez casi con lástima y se marchó. Momentos más tarde, apareció un hombre con unas gafas que en otra situación me hubieran parecido graciosas y se presentó como el médico que me había tratado durante mi estancia en el hospital.

—Buenos días, señorita Evans. Soy el doctor Green y he sido el encargado de usted durante este período de tiempo.

—¿Qué me ha pasado, doctor?

—Señorita Evans, ¿qué recuerda usted de su vida antes de despertarse esta mañana?

Intenté recordar.

De verdad que lo intenté, pero no obtuve ningún logro.

—No recuerdo nada.

—De acuerdo, procedo a hacerle unas simples preguntas para ver hasta qué punto ha olvidado. ¿Cómo se llama?

¿Cómo me llamo?

La pregunta se repitió en mi cabeza unas veinte veces, hasta que me di cuenta de que realmente no sabía cómo me llamaba. En ese momento, me sentí palidecer.

¿Qué me debió de haber pasado para no saber ni cómo me llamo?

—N-no me acuerdo.

—De acuerdo, ¿cuántos años tiene?—preguntó mientras apuntaba en su libreta.

De nuevo, nada me vino a la mente.

—No me acuerdo.

—¿Sabe usted dónde vive y con quién?

La respuesta se repitió.

—No me acuerdo.

—Y, ¿sabe dónde trabaja?

—Doctor, si no me acuerdo de mi nombre ni de mi edad, ¿cree usted que me voy a acordar de dónde trabajo?—le respondí. Me estaba poniendo nerviosa por no saber nada y ver cómo él y la enfermera parecían saberlo todo. —¿Puede explicarme cómo he llegado aquí?

—Señorita Evans, usted estuvo presente durante un tiroteo en una discoteca. Sufrió un disparo en la pierna derecha.

Mientras explicaba todo eso, me di cuenta de que algo más que la simple sábana me cubría esa misma parte de mi cuerpo. No me había fijado que tenía una venda en la extremidad.

—Los atacantes, después de disparar a todo el que se interpusiera, lanzaron unas bombas de humo. Su propósito era dejarles inconscientes y que se les borrase la memoria para que no pudieran identificarlos. Creemos que esto ha dejado lagunas en las personas que habéis sobrevivido. Usted ha sido la primera paciente en despertar, así que hemos confirmado nuestras sospechas. Lleva inconsciente 15 días, señorita Evans.

Yo estaba alucinando. No me podía creer que eso me estuviera sucediendo a mi.

—¿Y-yo he pasado por todo eso?

Ambas personas me miraron con lástima y la única respuesta del doctor fue:

—Le dejaré aquí toda su información personal y cuando esté preparada puede leerla. Es mucha información que procesar, así que dispone de todo el tiempo que necesite.

Después, los dos salieron de la sala para darme privacidad.

Pasaron varios minutos en los que no pude dejar de pensar en cómo era mi vida antes del accidente. ¿Era feliz? ¿Qué hacía en una discoteca? ¿Con quién estaba? ¿Habrá sobrevivido?

Estaba entrando en un bucle, cuando escuché que alguien gritaba en el pasillo. Instantes después, entró un chico a la habitación.

—¿Quién eres? —le pregunté.

—¿No te acuerdas de mí?

Su voz me resultaba familiar, pero nada más que eso. Negué con la cabeza.

—Soy Isaak Cooper, el chico que estaba contigo en la discoteca y te sacó de allí.

No entiendo nada.

Según me explicó el médico, lanzaron unos gases con los que nos dejaron a todos inconscientes.

¿Por qué a él no le hicieron el mismo efecto?

Crónicas de una mente nubladaWhere stories live. Discover now