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–Cariño, cielo... –se acomoda en el sillón y se inclina hacia delante para mirarme fijamente, su mirada es una mezcla de cariño y preocupación, –dime ¿Cuándo comenzaste a ver a Rose de nuevo?

Retraigo mi rostro hacia atrás y lo tenso en una mueca de extrañeza –¿Qué tiene que ver Rose en todo esto? –pregunto sintiendo la mirada del señor acorralarme más de lo acorralada que ya me siento. Esto debería haber sido al revés, yo haciendo las preguntas.

Sara en ese instante toma mi mano, observo nuestras manos entrelazadas y una hilera fría viaja por mi espalda, se hace lo suficientemente notable como para que me remueva incómoda en el sillón.

Asustada suelto la mano de Sara –¿Qué está pasando? ¿Algo le ocurrió a Rose?

Mi madre baja la cabeza y veo como se enjuga un par de lágrimas rebeldes –Cuando tenías siete años... ocurrió un accidente, un horrible accidente. Yo en ese entonces estaba reencontrándome con un amor del pasado, con Jacob, el hermano de tu padre como bien ya sabes... él estaba pasando un mal momento, su esposa había fallecido por una enfermedad terminal, y había dejado a la tutela de Jacob a sus dos adorables hijos, a Marcela y Mateo –me cuenta ya con más lágrimas corriendo por su rostro.

–Ambos niños habían pasado por mucho dolor, ambos estaban yendo a terapia. Y yo le sugerí a Jacob que sería bueno que jugaran con alguien... el asunto es que una tarde los fuimos a visitar... fuimos tú, yo y la pequeña Rose...

Comienzo a respirar cada vez más aceleradamente, nada de lo que dice tiene sentido, me está jugando una broma, y le está saliendo demasiado bien.

–Ustedes tres salieron a jugar al jardín, nunca creí que hubiera alguna especie de peligro, jamás se me pasó por la mente la atrocidad por la que ustedes tres pasarían unos minutos más tarde.

Con lágrimas en mis ojos –Mamá, si me estás mintiendo, te juro que...

Ella me para con su mano –mientras me tomaba una copa de champaña con Jacob ustedes reían afuera, y de pronto... ya no escuché risas, y reconocí la presencia del silencio en cuanto este fue interrumpido por un estruendo seguido por tus gritos.

Comienzo a tiritar, y Sara toma mi mano de nuevo, pero esta vez la sujeta con fuerza.

–En el patio había una pequeña casa del árbol, daba la impresión de ser antigua... Era un caos, estaba demolida en el suelo, solo te vi a ti gritando y agarrando tu piernita, no había rastro de Matt o de Rose... tu caíste desmayada a los segundos... y después de levantar escombros Jacob encontró a Matt desmayado y muy herido. Ayudé a levantar más escombros y encontramos a la pequeña Rose... se le veía serena, en paz... Rose murió esa tarde Isabel.

–No –niego como una desquiciada –¿Te estás escuchando mamá? ¿Escuchas la mierda que estás diciendo?

–Rose, pequeña y pecosa, ella fue tu mejor amiga de infancia, la conociste en kínder, cursaron hasta entrado segundo año...

Nuestro DesordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora