Capitulo 13

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Travis

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Travis

22 de noviembre

—Pásame la llave —pide.

Ceñudo, le entrego el objeto, echando un vistazo sobre su hombro.

Sabía que no podía confiar en él.

El desastre empeora con cada movimiento de Diego. Al parecer, es como un esposo que insiste en hacer las cosas por sí mismo para no contratar a un experto, pero que al final termina empeorando todo.

—¿No que solo había que cambiar unos empaques? —me burlo.

Su rostro se tiñe de rojo, un par de venas saltan a la vista en su cuello, delatando sus sentimientos. Ambos somos muy parecidos, en realidad, todos los vaqueros de este lugar somos iguales en el temperamento, somos como dinamita, una sola chispa puede hacernos explotar. Lástima que, el objetivo principal de diego y, claro, el mío, es el de siempre encender el cable del detonador, llevándonos hasta el limite.

—¿Llamo a un experto? —lo molesto.

Me cruzo de brazos, aguardando a su reacción.

Se tensa.

Desvío la mirada, encontrándome con el saco de pulgas, husmeando en los árboles más cercanos.

—El perro pulgoso esta orinando en mi entrada. Te dije que no lo trajeras a mi casa —recrimino, molesto.

Rueda los ojos, al igual que la tuerca de la tubería.

—Es solo un perro, déjalo.

Entrecierro los ojos, controlándome para no ahorcarlo.

Desde que le obsequié el perro, me he negado a que lo traiga consigo cuando me visita, siempre anteponiendo la salud de Hanna, sabiendo que, si llega a tener contacto con él, su alergia se dispararía por los cielos. Aun puedo recordar cómo se puso la última vez, no lo dudé ni un segundo, obsequié el cachorro en el minuto que mi cerebro pudo unir los puntos.

No quiero que algo malo le suceda a Hanna.

—Hanna es alérgica, si algo malo le sucede, será —lo señalo— tu culpa.

—Es la quinta vez que lo dices —recuerda.

—Y te lo seguiré repitiendo —advierto.

—Eres insoportable —bufa.

¿Si, lo soy?

Llevo dos días hostigando a Diego para me ayude a cambiar la tubería que hacía falta. Me urge que el agua caliente este en circulación, el frio va a durar un buen tiempo más, no me quiero arriesgar a que Hanna pegue un resfriado por estar bañándose con agua fría. Diego insistió en que podía hacer el trabajo a la perfección, juró que no tardaría más de una hora.

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