Por cientos de años, las personas destinadas a pasar el resto de su vida juntos se conocían en algún bar, parque, instituto, en el trabajo, incluso, en la calle. Siempre fue así, excepto para Hanna, quien al ya no tener nada que perder, decide encon...
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Hola!! El capitulo es corto porque, era eso o dejarlas sin actualización. No he tenido mucho tiempo libre. Muchas gracias por esperar ❤️❤️. Además, muchas por haber contestado la pregunta anterior. Esos comentarios me hacen querer seguir con la historia ❤️❤️ Hanna
06 de diciembre
Me remuevo entre las sábanas, aun con los ojos cerrados.
Las cosquillas se vuelvan más intensas, sacándome pequeñas risas que no me dejan seguir durmiendo.
Algo húmedo acoge la parte interna de mi muslo derecho, alertándome.
Perezosamente, abro los ojos, acostumbrándome a la luz del día. No tengo tiempo de reaccionar, un gemido sale de mi garganta, automático.
Mis mejillas se tornan de rojo cuando mi mirada se topa con Travis, quien se mantiene con la cabeza entre mis piernas, besando una de ellas.
—Travis —chillo.
Mi espalda se arquea por instinto, pretendiendo aliviar el ardor que se va acumulando en mi vientre bajo, algo en vano, ya que Travis no me da tregua.
Sus dientes se clavan en mi muslo interno, para después disminuir el dolor con su lenga. Intento cerrar mis piernas, pero sus manos van directas a ellas, estabilizándolas.
—¿Te he dicho —pellizca mi cintura— que me encanta la forma en la que te retuerces?
Descargas llenas de placer recorren mi cuerpo.
—Me gusta la textura de tu piel.
Aprisiono las sabanas con mis manos hechas puños.
—Travis.
Su boca se acerca más a sexo, amenazando con tocarme en un lugar que nadie más se ha acercado.
—También me gusta como mi nombre suena entre tus labios. Tan natural y sensual.
Una de mis manos va directo a su cabello, enterrando los dedos en los mechones castaños, estirándolos a mi antojo.
Su gruñido llega a mis oídos, aumentando el deseo sexual que hay en mí.
Ayer toque el paraíso junto a Travis, termine flotando en las esponjosas nubes blancas, escuchando la música de los ángeles. Fue una sorpresa que él diera el primer paso, besándome y tocándome de maneras únicas, recorriendo cada rincón de mi cuerpo con una destreza asombrosa. Maldición, aun recuerdo que tuvimos sexo por primera vez y no estaba depilada.
Sigo sin estar depilada.
—¡Travis! —intento alejarme, pero no me lo permite, manteniéndome en la misma posición con su abrupta fuerza.
—Déjame —gruñe—. Quiero descubrir a que sabes.
La vergüenza aumenta, persiguiéndome.
Abro la boca, dispuesta a objetar, pero el sonido del teléfono me frena, llegando como una alarma salvadora.
