Introducción

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Las calles de París aquel invierno se veían azotadas fuertemente. Para algunos un paisaje hermoso: la nieve decorando las calles parisinas, sumaba una pizca de "charmant". Los cafetines cálidos, con su clientela disfrutando de un fuerte café mientras entre charlas observaban los adoquines barnizados por el agua a través de la ventana. Año 1914 intelectuales y artistas vagaban por las calles con su poesía y música adornaban la ciudad. Llegaban de todas partes del mundo con un sólo objetivo en mente: la búsqueda del arte. Destilaban de sus poros "la belle epoque" para muchos, y para otros...bueno para otros eran épocas difíciles. Donde la guerra había dejado heridas abiertas en todos. Muchos sueños se fueron deformando para muchos. Así había sido para Céline, quien en la búsqueda y hambre por el arte, llegó a la ciudad de las luces como cantante callejera. Su sueño era el de cantar frente a una multitud en Chatelet luciendo hermosa, envolviendo a todos con su voz de terciopelo, dulce. Todos aclamando, adorándola, lanzando rosas a sus pies. Ovacionando eufóricamente. Su madre le había advertido que deje atrás esos sueños absurdos que lo único que hacía la ciudad con la gente que no era de la alta alcurnia era chupar sus sueños y escupirlos en la cara. Y tenía razón. Así que allí estaba cantando con todo su pulmón ardiente sobre la calle Rue Oberkampf. Pero era invisible para todos los que por allí pasaban, sólo algunos le dejaban unas monedas, otros se detenían para hacer propuestas que nada tenían que ver con el arte o la música. Muchas veces dichas propuestas le hacían dudar porque representaban una suma de dinero mucho más grande que las propinas que le dejaban sobre su gastado sombrero ya el estómago no daba tregua, le anunciaba lo mismo de siempre: hambre.

El reloj de la ciudad marcaba las 18 hs pero parecía incluso mucho más tarde. Se detuvo y sopló vapor tibio en sus manos, formando un hueco. Recogió sus pertenencias y se dirigió ya hacia su pequeña habitación de alquiler. Una viejecita de unos 80 años, Geraldina, se había apiadado de ella y le cedía una habitación por un precio relativamente bajo y era más de lo que podía pedir.

-Mamá, es mujer se está aprovechando. Ya van dos meses atrasado su pago...

Balbuceo por lo bajo.

-La guerra nos ha dejado a todos a la deriva ¿Qué tiene de malo ayudar?

-Es caridad.

-Eres como tu padre, tacaño, incompasivo...

-Buenas noches

Céline saludó irrumpiendo por la puerta. Haciéndose notar, ya sabía que ese mequetrefe estaba hablando de ella, siempre lo hacía las pocas veces que se dignaba a visitar a su madre para controlar la economía de la casa. Por más que lo odiaba con todo su ser sabía que había algo de razón en sus palabras y sentía que se estaba aprovechando de Geraldina en el fondo. Pero era sólo cuestión de tiempo, necesitaba tiempo. Ya podría juntar un poco más para cubrir los gastos atrasados del alquiler. Se consolaba pensando que todo aquel esfuerzo no era en vano. 

Entró a su habitación, encendió el pequeño velador. En la pequeña mesita encontró su trozo de pan del día anterior. Lo devoró con desesperación. Juntó las migas de la mesa y las comió hasta no dejar nada. Se recostó sobre la cama chirriante y se tapó. Aún tenía frío y no se iba. La despertó la puerta abriendose, era Gerardina.

- Celine ¿puedo pasar?

Se hizo paso con dificultad por sus manos ocupadas con un tazón de sopa caliente. Celine se levantó de un salto para ayudarla.

-Gerardina ¿Qué está haciendo? ¿Por qué?- Protestó.

-Calla.  Anda, come. Que con estos fríos una no puede andar con el estómago vacío.

-De todas formas, tiene razón. Siento que me estoy abusando de su amabilidad...

-A mi nadie me va a decir que hacer con mi plata, con mis recursos. Soy una mujer grande. Yo se lo que es pasar hambre. Todos necesitamos un empujoncito de vez en cuando. Ojala, alguien me hubiera ayudado cuando de joven llegué aquí. Una mujer no tiene muchas opciones en esta ciudad egoísta donde las posibilidades son escasas. Aparte, recuerda que cuando seas una cantante famosa me vas a tener que mantener a mi.

Ambas rieron. Geraldine, había sido profesora de piano, de un colegio no muy prestigioso pero había echo así su vida allí. Se había casado de joven a sus 20 años con un hombre poderoso y habían tenido un hijo, Vincent. Todos dicen que la relación terminó cuando ella descubrió que él tenía otra familia de manera clandestina. Pero de eso, Geraldine no hablaba porque a pesar de los años la avergonzaba. Todo aquello se sabía en el barrio por parte de las habladurías. Vincent, niño rico sin falencias durante su infancia y adolescencia había estudiado en las mejores escuelas y hoy era profesor de historia. Estructurado en su personalidad y su imagen no cuajaba con su persona. Buen mozo pero pedante. Razón por la cual muchas mujeres se alejaban de su lado. 

- Mañana sábado haremos práctica temprano. Haremos calentamiento primero y luego seguiremos la práctica. 

Geraldine, además de tener corazón de oro, en sus ratos libres entrenaba a Celine con el canto para mejorar su sonoridad. Y era para ella, una manera de seguir moviendo la cabeza. Ella se negaba a envejecer o deteriorarse en cualquier aspecto ya sea físico o mental. Por eso siempre se la veía coqueta, maquillada y perfumada con sus antiguos perfumes que disponía de manera prolija en su habitación. Era bondadosa pero no cuando se trataba de sus perfumes que no dejaba que nadie los tocara ni se atrevía a prestarlos. 

Celine agradeció otra noche más allí dando rienda suelta a sus pensamientos de futura fama. Allí en sus sueños, todo era mágico. No existía el hambre, ni el frío. Allí en el escenario del  Chatelet todos la ovacionaban de pie.



Le Cirque des RêvesWhere stories live. Discover now