Capítulo 1: Luz verde y luz roja.

81 3 0
                                    

—Richard, ¿todo en orden?

La voz de la mujer la sacó de su trance. Se quedó observándola, absorto en sus ojos azules y sus rubios cabellos, como si no pudiera procesar que la joven le estaba dirigiendo la palabra. Pero ella siempre había sido su compañera de trabajo. Quizá que le estuviera acomodando la corbata sumado a su estado nervioso de base habían hecho que se le olvide por unos instantes.

—Richard, ¿me escuchas? —volvió a llamar la contraria, chasqueando sus dedos delante de él.

Richard parpadeó una, dos, tres veces y reaccionó. Se llevó la mano a sus cabellos anaranjados, revueltos por la falta de sueño y por la ansiedad. Era algo que hacía cuando se ponía nervioso: revolver su cabello. Entonces, dirigió sus ojos verdes hacia los azules de su compañera, los cuales se quedó embobado mirando por unos breves segundos. Dándose cuenta de lo que hacía, volvió a revolver su cabello y se pasó una mano por el rostro.

—E-Estoy bien, Blair —dijo Richard, en un tono suave pero que delataba que no estaba tranquilo.

—Sí, súper bien, tanto así que te has olvidado de cómo atar una corbata y vas en la cuarta taza de café negro —replicó la joven, quitándole la taza de la mano y terminando de acomodar la corbata del joven—. Tienes que bajar en cinco minutos, órdenes de Skygge.

—¿Y-Ya están aquí? Mierda... —Richard se llevó la mano a la cabeza, mirando hacia todos lados y estirando el cuello de su camisa como si le estuviera privando de oxígeno.

Blair dejó la taza que previamente le había quitado a Richard y tomó una tabla con papeles, la cual le tendió a su compañero con suavidad.

—Vas a estar bien. ¡Eres un genio! Y yo estaré allí para apoyarte —explicó ella, dedicándole una sonrisa afable. Al ver que él abría la boca para hablar, lo calló con un ademán de su mano—. Sé que no tengo permitido acceder, pero sabes qué hacer si la cosa no funciona.

—Lo sé, lo sé —respondió, llevándose la mano a un pequeño dije que colgaba de su cuello. Dije que también colgaba del cuello de la chica—. Sólo que... Creo que si el experimento vuelve a fallar, van a desmantelar el Laboratorio.

—Me encantaría verles intentarlo —dijo la rubia entonces con un tono difícil de entender, entre bromista y en serio—. No pienso dejar de llevar comida a la casa porque los nazis no tengan su juguete.

Richard la mandó a callar, cubriendo la boca ajena con su mano. Se lo notaba nervioso por lo que decía la joven.

—¿Quieres que te maten? Cierra el hocico, Tåpelig.

Blair le quitó la mano con suavidad y le sonrió.

—Tranquilo, Lightgreen. Ahora ve. Corre, chico listo.

————————————————————————————————————————————————

Descendiendo por el ascensor, de ruidos metálicos y toscos pero paredes transparentes, millones de preguntas se agolpaban en su cabeza. Sabía que cualquier fallo no sería permitido por sus superiores. Richard había sorprendido a sus compañeros con su arduo trabajo y meticuloso manejo de la química y la biología, por lo que era de los pocos que tenían permitido formar parte del experimento "501114", tanto así que se había vuelto el principal cabecilla del mismo. Pero claramente habían esferas más altas, que lo tenían contra la espada y la pared.

«Subsuelo cuatro, área restringida, proceda con precaución» escuchó en los altavoces del ascensor, suficiente para hacerlo volver en sí y bajar del mismo. Tras caminar por un breve pasillo, cuya única fuente de luz eran unos fluorescentes fríos que le quemaban las retinas, Richard abrió la puerta al final del mismo. La puerta, blanca para disfrazarse de inocencia, no dejaba ver qué le esperaba después de ella. Aunque él ya lo sabía, estaba temeroso de alguna sorpresa. A Richard no le gustaban las sorpresas.

501114 | #TheLegendsRisingWhere stories live. Discover now