Capítulo 6: Skygge.

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Al poner un pie fuera de la habitación, se encontró con Blair y Richard observándole. La primera, llevaba una sonrisa enternecida en el rostro, pero el segundo tenía una expresión difícil de entender, una mezcla extraña de emociones que su cabeza en ese momento no hubiera podido entender. La mujer se agachó delante de la pequeña sombra y colgó de su cuello un dije redondo, que era capaz de abrirse si ella tocaba un pequeño botón, lo cual no hizo hasta que la mujer se lo hubo indicado.

—Si vuelves a sentirte inestable, agarra el collar con fuerza. No lo rompas —explicó—. Es un detalle, para que puedas controlarte y... Bueno, evitar malos entendidos con el Señor H. ¿Entendido, Sonia?

—Entendido, señorita Tåpelig —contestó la menor, asintiendo con la cabeza.

—Y aunque la señorita Tåpelig esté empecinada con haberle nombrado "Sonia", hoy responderá sólo a su código "501114" —dijo entonces Richard, cruzado de brazos y recargado en la pared—. ¿Entendido, 501114?

La sombra se tardó unos segundos en responder, en los que no despegó su mirada carmesí de los verdes ojos del científico.

—Entendido, señor Lightgreen —contestó finalmente, colocando sus brazos tras su espalda en una posición firme.

Los tres empezaron a caminar. Ambos adultos por delante, y la pequeña se encontraba un metro más atrás, como si guardase sus distancias. Quizá, era un protocolo que se había acordado entre los tres, pero no era realmente importante.

—Intenta relajarte, Richard —dijo entonces la mujer, mirando algo preocupada a su compañero—. Entiendo que lo que sea que esté pasando con Sonia te preocupe, pero–...

—¿Por qué tenías que ponerle un nombre, Blair? —espetó de repente el pelirrojo, devolviéndole una mirada afilada—. Es como cuando rescatas un animal o algo, si lo nombras, te encariñas —acotó con cierto tono de asco.

—"501114" parece el nombre "Sonia" escrito con números —le explicó como si nada, ignorando el tono asqueado del contrario—. Y... Siempre quise tener una hija, y Sonia es el nombre que me gustaría haberle puesto —agregó, desviando la mirada al suelo—. Además, es... Es más fácil llamarla Sonia, más rápido, ¿no crees?

Richard no contestó, en parte porque sabía que ella tenía razón, pero también porque sabía perfectamente por qué mencionaba el tema de la maternidad. Hizo una mueca y se encogió de hombros, sintiendo cierta incomodidad y confusión, y una mezcla rara de sensaciones a las que no podía hacerles sentido por el miedo de la situación. Estaba demasiado nervioso para pensar con claridad; parecía que volvía a ser el crío que debía probarse ante sus superiores años atrás. Absorto en sus pensamientos, no se dio cuenta de que ya había subido al ascensor acompañado de las otras dos, y que quiera que no, había empezado a temblar.

Un tacto frío fue lo que sintió en su mano, que lo sacó del trance.

—Señor Lightgreen —escuchó una voz, que después vislumbró que se trataba de la niña—. Puede tener el collar de la señorita Tåpelig si necesita mantenerse estable —explicó, quizá por una asociación simple de la situación. Y, en efecto, lo que Richard había sentido era el metal frío del dije.

—No, está bien, 501114 —dijo, dejando caer el dije el cual volvería a caer sobre el pecho de la niña—. No lo necesito.

Blair frunció el ceño ante tal gesto del hombre, y simplemente posó su mano sobre la cabeza de la sombra.

—So–... 501114, ese collar es para tí. El señor Lightgreen tiene sus propias formas de alcanzar la estabilidad —explicó la mujer, señalando la mano del hombre. Esta, se encontraba jugueteando con una moneda entre los dedos—. ¿Ves? En su caso, es hacer eso.

501114 | #TheLegendsRisingWhere stories live. Discover now